Home

Capítulo II: Los trabajos del la vida

 
 

San Chárbel
según sus contemporáneos

Padre Hanna Skandar
 

*****

 Introducción
 
 Chp.I :Comienzo del viaje
 Chp.II: Los trabajos del la vida
 Chp.III: hacia el cielo
 
 Conclusión
 
 "Palabras de San Chárbel"
 
 Los testigos
  

Especial

 
Institución d' Euchariste.
 
 
 
La Transfiguración

A: Descripción del padre Chárbel

I   Introducción

     “Era puro de corazón, de conversación agradable y abierta, claridad al hablar, sin trabas y sinceramente”304. “Era admirable por su mansedumbre, más que la de un cordero, y más delgado que un alma que fluye por el cuerpo. Yo lo traté y conversé con él. Me pareció un abismo de virtudes, una mina de cualidades”305.

     “Era esbelto, erecto, dedos largos”306 “y delgados”307, “cuello y boca proporcionados”308, “nariz larga y delgada, cabellos largos, a la usanza de los ermitaños”309, “débil y flaco de cuerpo”310, “antebrazos flacos”311, “cara fina”312 “y delgada”313 “pero desenvuelta”314 “e iluminada, marcada por una majestad divina. Atraía hacia sí todos los corazones”315. “Su frente arrugada hablaba de su alegría, mansedumbre y serenidad de corazón”317. “Su rostro reflejaban la piedad y el amor de Dios, al mismo tiempo, sobre todo, mientras oraba. Una luz celestial iluminaba su rostro, pues del Señor le venía su fuerza, su riqueza y su gozo permanentes”318. “Rostro muy pálido”319, “moreno claro”320 o “trigueño”321, “tostado por el sol”322. “A fuerza de mortificaciones y vigilias, se volvió esquelético, casi sólo piel sobre los huesos”323, pero “caminaba como las perdices”324, “aun durante las vigilias. Era apasionado en todo lo que hacía”325. “De barba corta y rala”326, más bien “mediana”327, “de un color natural rubio, surcado de canas en el centro y en las sienes”328, “no muy cuidada y le colgaba como trenzada”329.

     “Cuando apenas nos conocimos, él tendría unos treinta años330. Todavía no había encanecido. Su cabello se conservó más o menos negro hasta su muerte”331. “Siempre se sintió joven. En su rostro332 no aparecía ningún cabello blanco”333. Su talla, de hombros a pies, era de 149 cms.”334, “y de 160 centímetros, de pies a cabeza”335.

 

II Relatos y acontecimientos

1- Muy pálido

     “En mi primera visita al eremitorio, llamé a los ermitaños. El padre Chárbel entró y se sentó frente a mí, sus ojos bajos y las manos cruzadas sobre sus rodillas. No levantaba los ojos para mirarnos, a mí y al hermano que me acompañaba. No hablaba, no hacía ninguna pregunta. A nosotros nos respondía breve y dulcemente. Seis años después, volví, por segunda vez. Estuvo igual en su comportamiento, en su actitud, en la manera de sentarse y de hablar. No observé ningún cambio; sólo una palidez de cara aterradora. Si uno, al hablarle, no se diera cuenta de que movía los párpados, creería que estaba muerto”336. “De tal manera su cuerpo se derretía, como una vela, en el amor de Dios, hasta volverse delgado y pálido. Su tez, a fuerza de trabajar bajo un sol ardiente, estaba bronceada”337.

 

2-Su jornada

     “Cuando, muy temprano, en la mañana, sonaba la campana para levantarse, yo venía a la iglesia para asistir  a la misa con los monjes. Veía al padre Chárbel arrodillado, erguido, junto a la puerta, detrás de todos. Así, en esta actitud, permanecía, con su libro en la mano, la otra sobre el pecho y su mirada clavada hacia el suelo. Después se tiraba al campo, armado de una cuerda y de un pico, hasta la puesta del sol. Caminaba hacia su trabajo, rosario en mano, desgranando avemarías, sin mirar a derecha o a izquierda y sin hablar con nadie. A veces, yo salía al campo para darme un paseo, respirar un poco de aire y desaburrirme del trabajo de la zapatería. Encontraba al padre Chárbel trabajando en el campo, usando, a veces, su pico, sin levantar la cabeza, golpeando la tierra, con todas sus fuerzas, a tal punto que el sudor le chorreaba de su frente, empapando su sotana. Otras veces, construía muros para encerrar los campos. Portaba las piedras, arrancaba la maleza y preparaba la tierra para la siembra. Al medio día, al sonar la campana para la oración, se retiraba a uno lugar escondido, se arrodillaba sobre el cascajo y extendía las manos para orar. Después de una pausa, volvía a su trabajo, siempre en silencio perfecto. A su alrededor no se escuchaba sino el golpe de la pica chocando contra las piedras, o el eco de las piedras que levantaba del suelo para la construcción de los muros, y que él mismo amontonaba en la cantera. El silencio era su amigo íntimo y su compañía. A la tarde juntaba la maleza, hacía una gran carga con la leña que llevaba a la espalda, y regresaba, curvado bajo el peso, al convento, siempre rezando, rosario en mano. Durante todo el tiempo que viví en el convento, nunca lo vi en el comedor, pues yo me ausentaba los domingos. Y durante la semana, yo no entraba al comedor de los monjes. Cuando nevaba o llovía, lo mismo que los domingos o días festivos, en verano, él no salía de la iglesia sino para la celda”338.

 

3-Lo que yo vi con mis propios ojos

     “Él comía una sola vez al día, según la Regla de los ermitaños. En la tarde, a la hora de comer, lo llamaba su compañero. Entonces, él venía, cruzados los brazos, la cabeza baja, mirando hacia a el suelo, encalada la capucha hasta los ojos. Se quedaba de pie, hasta que su compañero lo mandara sentarse. Y él se sentaba, después de orar. Se sentaba en el suelo, un pie cruzado sobre el otro. Recogía el borde de su sotana debajo de los pies para esconderlos. Siempre de brazos cruzados, inclinada la cabeza y la mirada, aguardando que el compañero de dijera:”come”. Entonces ponía su plato de barro ante sí, hacía la señal de la cruz con mucha unción y recogimiento, como si estuviera en la iglesia, y comenzaba a comer, en silencio, tranquilo y decentemente. Nunca pedía más, ni se quejaba de que estuviera demasiado salada, simple o sin gusto. Vivía el Evangelio:”comed lo que os pongan”. No miraba a su alrededor ni lo que su compañero comía. Su comida eran legumbres y cereales, cocinados con aceite y, alguna vez, con mantequilla. Después de comer, uno de sus compañeros lo mandaba a lavar los platos. Entonces él se levantaba, de inmediato, de un solo golpe, rezaba e iba a cumplir la orden. Y, según oí decir, se tomaba el agua de fregar los platos339, cosa que yo no vi, pues él no se mortificaba para que lo vieran, sino que se esforzaba, más bien, de que fuera en secreto. Era por eso por lo que nosotros, astutamente, acechábamos su vida y sus milagros. Y si algo caía al suelo del plato de uno de sus compañeros, o migajas de pan, las recogía, sin que se dieran cuenta, y se los comía, aunque estuvieran untados de tierra. Si su compañero se olvidaba llamarlo a comer, no pedía ni reclamaba su comida, igual que la olla que no reclama que la llenen de los ingredientes, si han olvidado meterlos. Así era el padre Chárbel. Nunca lo oí, ni oír decir de él, que prefiriera tal o cual comida, o que le diera asco algún alimento, o hablar algo de comer”340.

 

4-El recibimiento de visitas

     “Conocí al padre Chárbel el año de 1897, cuando yo tenía 24 años. En aquella época, uno iba, cada verano, a visitar amigos y lugares en altas montañas, por entonces carentes de grandes hoteles, de automóviles y de carreteras asfaltadas. Para ir allí, uno se servía de caballos o de mulas. Aquel año, mi amigo Chikri Beik Arqach, regresó de París, después de graduarse en Derecho. Con él, decidí hacer una excursión a Mayruba, donde el dignatario Asunción Al  Jasen. Nos fuimos por Al  Aakura y Al Laqluq, atravesando la montaña. Estando ya cerca del eremitorio, nos llegamos hasta allí para ver al ermitaño, que ya era célebre por su virtud y su santidad, en toda la región. Descendimos a Uwaini, y de allí nos dirigimos al eremitorio de San Pedro y San Pablo. Paramos para descansar debajo de un roble, lleno de gente, desde hacía algunos días, aprovechando su sombra, para obtener la bendición del anacoreta. Mientras nuestro guía nos preparaba la comida, venía del campo un monje alto y flaco, portando una hoz y una carga de hierba en las manos. Nos saludó sin levantar la cabeza. Le pedimos permiso para descansar y comer. Nos lo permitió, de buena gana y contento. Después, se puso a servirnos, a ofrecernos agua y uvas, pero sin acompañarnos. Lo invitamos a comer, pero se excusó con delicadeza y decencia, diciendo: “gracias, yo ya comí en el convento”. De su conversación con Chikri Beik, me acuerdo lo siguiente: “Es Dios quien nos ha creado. Es Él quien cuida de nosotros. Dios es el todopoderoso. Nosotros no tenemos  ningún mérito. Que Dios te acompañe”. Y, cuando le describimos, prolijamente, la belleza de los paisajes que se extendían ante nuestra vista, de la montaña al mar, el ermitaño nos respondió: “Es un regalo de Dios al Líbano. Es un regalo del cielo para glorificar aquí su santo nombre. Todo lo que poseemos, a Él le pertenece”. No nos aceptó regalos o presentes. El ermitaño escuchó lo que decía el licenciado Arqach sobre la labor de los ermitaños y la gente piadosa de Francia, y respondió: “Francia es la hija mayor de la Iglesia”, En ese momento sonó la campana del convento de San Marón, anunciando el Ángelus. Le pedí que lo  rezara, como él lo acostumbraba, seguido de las letanías de la Virgen y el culto de veneración a María. Muy recogidos, y de rodillas, repetimos, tras él, la oración. Él cantó en voz baja, cubierta la cabeza con su capucha, mirando hacia el suelo, los ojos cerrados, como si fuera un ángel transportado por el Espíritu al cielo. Al momento de marcharnos, el ermitaño se puso de pie, con modestia y delicadeza sin par, irradiando una mirada más allá del espacio, las manos cruzadas sobre el pecho, y pronunciando las palabras “que Dios os acompañe”. Me acuerdo que Chikri no paraba  de hablar del ermitaño, diciendo:”Estos piadosos ermitaños, en las cimas de las montañas, construyen el secreto de la existencia del Líbano con su pureza y bondad”341.

 

5-Chárbel actuó con sencillez

     “Un día, yo lo acompañé cuando él llevaba sobre sus espaldas arbustos espinosos para cercar el viñedo. Vio en el suelo un pequeño sobre que contenía papel de cigarrillos, que llevaba la imagen de un jinete. Unos pasos después, se devolvió para recogerlo. Cuando llegó al eremitorio, puso el sobre al lado de otras imágenes, y se arrodilló para orar. Le dije: “¿Qué es lo que hace usted?” . Me respondió: “Es San Jorge, y oro ante su imagen”. Yo le contesté, riéndome: “¡Pero si es un sobre con papeles para cigarrillos!”. Y me lo devolvió para que lo botara”342

        

 

B: Chárbel, el apóstol  (Mc 4,18; Mt 10)

I Introducción

1-Los funerales

     “Cuando se dirigían a él para participar en los funerales de los pueblos”343 vecinos, él participaba en ellos, ya por buena voluntad, ya bajo orden de ebediencia”344. “Llegado al lugar, se dirigía directamente a la iglesia, mientras el superior, acompañado de los monjes, pasaba primero por la casa de los parientes del fallecido, para acompañar el féretro a la iglesia”345. “Una vez terminado el funeral, él retornaba rápido al eremitorio, sin comer. Y si le ofrecían dinero, lo llevaba en su puño al superior, sin mirar cuánto era”346.

 

2-Las misas

     “Si el superior le mandaba celebrar la misa a los arrendatarios asociados, los domingos y días de fiesta, él obedecía, y regresaba al convento sin hablar con nadie”347.

 

3-Ministerio (Ac.26, 17-18)

     “El padre Chárbel no era cura párroco ni misionero. Pero cada vez que se presentaba la ocasión para el servicio de las almas, él respondía con gozo. Algunas veces confesaba a los que se lo pedían, de entre los cohermanos, monjes, sacerdotes y hombres, según me han contado algunos. Sus consejos eran estimados como útiles y extraordinariamente santificadores. Cuando lo llamaban para visitar enfermos y afligidos, se esforzaba, lo mejor posible, para consolar a los padres, y los invitaba a abandonarse en las manos de Dios”348, “orando por ellos y por los enfermos”349, “rogando, igualmente, por los bienhechores y los pecadores, recordándolos a todos en sus misas. No predicaba, pero prodigaba sus consejos y sus directrices a quienes se lo pedían”350.

 

II Relatos y acontecimientos

1-Feliz y contenta

     “Un día, el otro ermitaño, el padre Macario, me llamó. Por aquel, entonces, yo era todavía un simple laico que vivía en Al Uwaini, cerca del eremitorio. Cuando llegué, vi un hombre de Bqaakafra, el hermano del  padre Chárbel, acompañado de su esposa, que habían venido para visitar la ermita y para bautizar su niño. El padre Chárbel conversó solamente tres minutos con su hermano, rehusando, por sistema, hablar con su cuñada. Pero ella estaba muy contenta, a pesar de que el ermitaño no la recibiera. Era que toda la familia del padre Chárbel, igual que toda la suya, era una familia santa y, a su ejemplo, buscaba la santidad. El hijo, del que yo fui padrino, fue bautizado por el padre Macario, sin la presencia del padre Chárbel. Después de largo tiempo, su cuñada volvió a visitar el eremitorio. Al pasar por la ruta de Uwaini, me vio, cuando yo ya era sacerdote, y me dijo: “Tu ahijado murió. Antes de morir me decía: “Llévame donde mi tío, el padre Chárbel, para verlo”. Me entristecí, y lloré. Entonces, ella me dijo:”feliz él que está en el cielo”. Lo dijo sin derramar una lágrima”351.

 

2-Rehusó bautizar

     “Una vez, mi madre llevó a mi hermano Pedro para que su tío, el ermitaño Chárbel, lo bautizara. No  quiso recibirla, dirigiéndole algunas palabras  desde  el otro lado de la puerta, cerrada, sin que ella lo pudiera ver. No quiso, tampoco, bautizar al niño. Fue el otro ermitaño quien lo hizo. Además, no permitió a mi mamá y a su prima hermana entrar en la iglesia para participar en su misa, sino que tuvieron que seguirla, desde fuera, por la pequeña mirilla, practicada en la puerta de la iglesia”352.

 

3-Bautizadlos (Mt.28, 19)

     Yo, el suscrito, padre Chárbel de Bqaakafra, afirmo haber bautizado a Miguel, hijo de Rafael Rizkalluh Chababi, el 8 de diciembre de 1873”352

     “Pedro, hijo de Challita, recibió el santo bautismo de mis manos, el 7 de septiembre de 1887. Efectuado por el padre Chárbel, el ermitaño”354.

 

4-Sanad los enfermos (Mt.10, 8)

     “Una vez, el patriarca Pablo Masaa dio una orden de enviar al padre Chárbel a Futuh Kesserwan”355, “en Gadress”356, “para orar y bendecir los hijos enfermos del dignatario, Salem Addahdad. Éste tenía cinco hijos, de los cuales tres murieron de tuberculosis, y los dos sobrevivientes, aquejados del  mismo mal. Suplicó al superior que le enviara al padre Chárbel para pasar en su casa cierto tiempo, a fin de orar por sus hijos y curarlos. Él fue, acompañado del padre José Al Kfuri, el hermano Pedro de Mechmeche”357”y Abdallah José Aun”358. Se quedaron  cerca de un mes en la casa del susodicho dirigente. Desde su llegada, el padre Chárbel pidió que sacaran las mujeres de la casa, para ellos quedarse allí. No abandonó la vivienda del dignatario mencionado sino después de la sanación de los dos enfemos”359. “Después de su regreso al eremitorio, yo me presenté allí para preguntarle, expresamente: ¿cómo está?, ¿qué vio por el camino?”. Y me respondió: “Fui de aquí para allá, y regresé de allá hacia aquí”360.

 

5-Convertirse a Dios (Ac.20, 21)

     “Un año, con ocasión de la Semana Santa, el padre Elías de Mechmeche, superior del convento de San Marón, en Annaya, envió al padre Chárbel a Mazraat Kfarbaal, donde había arrendatarios-asociados del convento, para ayudarles a cumplir sus deberes espirituales durante la Cuaresma, ya que su cura párroco no gozaba de muchos conocimientos teológicos. Él aceptó, y de muy buen talante, pasando toda una semana en servicio pastoral, por obediencia”361.

 

6-Cumplo el ministerio que recibí del Señor (Ac.20, 24)

     “Yo sé que él llevaba una vida angelical, cultivando sus deberes sacerdotales, a los que se dedicaba con una extrema exactitud. No hablaba con ninguno de los monjes, a menos que le dirigiera la palabra. Entonces, respondía. No recuerdo haberlo visto abrir una conversación. Pasaba su tiempo entre la iglesia y el trabajo del campo. En caso de que tuviera que ausentarse de éste, pedía el permiso, a no importa cual hermano o trabajador. Nunca pedía salir del convento  para algún trabajo  ministerial o para otra clase cualquiera de trabajo. Una vez, celebró la misa en Kfar Baal. Alguien le dio dinero, que él dejó en su mano. Una vez en el convento, se la dio al superior, diciéndole: “tenga este dinero que me han dado”362.

 

7-Nos pedía que le copiáramos libros

     “El padre Chárbel nos pedía, a mí y a mi hermano Miguel, más tarde monje, que fuéramos los domingos para copiarle los libros de San Antonio  y San Cipriano, para regalarlos, a los que le pidieran, para ponerlos en sus casas, y como una bendición para sus gusanos de seda. Yo tenía, en ése, entonces, como unos diez y ocho años,y continué frecuentándolo durante cuatro años363.

 

8-Se precipitaban sobre él (Mc.3, 9-10)

     “Cuando llegaba a alguna aldea para participar en los funerales, él se iba derecho a la iglesia, donde se quedaba hasta que todo el mundo hubiere salido. Después, volvía enseguida al convento. ¿Habrá que hablar de la solicitud de las gentes a su alrededor y su estima por él? Desde que lo sentía llegar, se precipitaban sobre él para que les bendijera el agua”364.

 

9-Mi alimento, vosotros lo desconocéis (Jn.4, 32)

     “Una vez, acompañó a los monjes para participar en unos funerales en la aldea de Mechmeche. Después del entierro, los padres del difunto invitaron a los sacerdotes a almorzar, menos al padre Chárbel porque ellos  sabían cómo era de reacio, y, más bien,  él prefería dar la media vuelta hacia el convento”365.

 

10-Banquete del amor

     “Una vez, el padre Chárbel recibió orden del superior de ir a celebrar la misa a los habitantes de Kfar-Baal. Mi abuelo le pidió que celebrara la misa por sus difuntos. El padre Chárbel aceptó. Después de la misa, mi abuelo le dio cierta cantidad de dinero, envuelto en un pañuelo. Cuando el padre Chárbel se dio cuenta que contenía dinero, lo rechazó, y le dijo: “déselo usted, personalmente, al superior”366.

 

11-Joven, levántate (Lc.7, 14)

     “Mi padre estaba aquejado de tifoidea, recibiendo tratamiento de personas peritas en medicina. Se agravó, de tal manera, que perdieron toda esperanza de sanación, y suspendieron el tratamiento”367. “Perdió el conocimiento, y entró en agonía”368. “Sus hermanos y parientes recurrieron al superior del convento”369, “el padre Elías de Mechmeche”370, “a fin de que enviara al padre Chárbel para que orara por él. El superior satisfizo su solicitud, y el padre Chárbel vino a nuestra casa”371, en la noche”372. Hombres y mujeres llenaban la casa. Cuando las mujeres supieron de su llegada, salieron de la casa, menos la mamá que se cubrió con una sábana. Apenas entró, llamó tres veces a mi padre, por su nombre, diciendo: “Ricardo”. Mi padre abrió los ojos. El padre Chárbel añadió:”No temas”. Él amaba a mi padre, pues le ayudaba la misa, cuando había necesidad. Oró, bendijo el agua con que asperjó a mi padre, y le dio de beber. Al salir, dijo: “No hay nada que temer”. En efecto, mi padre recobró el conocimiento, comió y bebió. Poco después, se recuperó del todo, y se levantó de la cama”373.

 

12-Dadle de comer (Mc.5, 43)

     “Una vez, mi tío, el médico Nayib Beik Al Juri, atacado de tifoidea, se moría. Mi abuelo, que también era médico, creyó que la situación de mi tío era desesperada  e incurable. Mi abuelo, entonces, envió a alguien por el padre Chárbel para rogarle que viniera a bendecirlo, con la esperanza de que sanara. El padre  Chárbel respondió al mensajero que iría por la noche. El mensajero le explicó que el enfermo estaba en un punto tan grave, que no se podría tardar. Respondió: “Vamos inmediatamente, pero no quiero que nadie me vea”374. “El no quería llamar a atención de las gentes, por humildad”375. “Cuando llegó, la fiebre estaba ya tan alta que había perdido el conocimiento. Después de que el padre Chárbel oró, tomó un pañuelo, lo empapó de agua, y le frotó la frente. Al momento, abrió los ojos”376, después de días de haber perdido el conocimiento, y pronunció dos palabras: “padre Chárbel”377. Su madre le dijo: “Bésale la mano”378. El padre Chárbel se dirigió a todos los presentes, diciendo: “Dad gloria a Dios. El enfermo se ha curado”379. “Dadle de comer”. Titubearon, puesto que el niño estaba atacado de tifoidea, y las gentes creían que la comida podría causarle la muerte al enfermo. Pero el padre Chárbel insistió para que le dieran de comer. Después se regresó. Entonces le dieron el almuerzo. Comió, y se recuperó, poco después. Su padre, que es mi abuelo, volvió a la casa, y le contaron lo que el Padre Chárbel había hecho. Él respondió: “Ya no hay posibilidad. Si le dieron de comer, ya no hay esperanzas”. Pero el niño se curó, creció, y se hizo médico. Vivió hasta los 85 años. Trató muchas veces al padre Chárbel en su vida”380.

 

13-Talita, levántate (Mc.5, 41)

     “Otra vez, el padre Chárbel  fue llamado para bendecir a Jorge Gabriel, de mi aldea, Ehmej, atacado de una grave enfermedad. Por orden del superior, pasó una noche en su casa, en oración. Dios lo sanó, gracias a las oraciones del padre Chárbel”381.

 

14-Ruega por ellos (Mc.6, 5)

     “Me acuerdo que, una vez, las langostas invadieron la región. Entre otras, Ehmej. Los cuidanderos del campo se amontonaron en el convento para pedirle al superior que enviara al padre Chárbel para que rogara sobre las langostas a fin de alejarlas. Él bendijo agua, asperjó las langostas, y se fueron. Al mismo tiempo, había en el pueblo enfermos en una casa, atacados de fiebre tífica. Le pidieron al padre Chárbel que viniera a bendecirlos. Respondió que no podía hacerlo sin la autorización del cuidandero a quien el superior le había confiado. El guardián respondió:”¿Cómo puedo yo ordenarle eso, puesto que usted es monje?”. El padre Chárbel le dijo: “El superior me ha confiado a ti. Yo te obedezco. Yo voy a donde tú me mandes”. Entonces el guardián le mandó ir con él para orar por los enfermos”382.

 

15-Lázaro ha muerto (Jn.11, 14)

     “Una vez, mi abuelo paterno, Pedro Sebastián Al Juri, que hacía el oficio de médico, según el tratamiento popular, sin autorización, fue llamado  a Amchit para reconocer a un enfermo, hijo único en la familia  de una de las autoridades de ese pueblo, de nombre Gabriel Salomón Abbas. Mi abuelo pasó  allí, cuatro o cinco días, esforzándose en sanar al enfermo, usando todos los medios. Cuando ya no tenía esperanzas de curación, envió un mensajero a su hijo, que es mi padre, para decirle: “ve al eremitorio de San Pedro y San Pablo, y pide al ermitaño, el padre Chárbel, que te acompañe a Amchit para rezar por el enfermo”. Mi padre fue inmediatamente, y llegó después del medio día. Le explicó al padre Chárbel la misión que le habían encomendado. Al principio vaciló. Después aceptó, con la condición de obtener el permiso del superior, el padre Elías de Mechmeche. Dada la autorización, el padre Chárbel tomó su lámpara para iluminar el camino, pues él no salía del eremitorio sino cuando caía la noche, para no ver ni ser visto por nadie. Fue su costumbre durante toda la vida de ermitaño. Prefirió marchar a pie, diciéndoles a su compañero, el padre Elías de Mahrrin, y al arriero: “Tengo miedo de caer si monto a lomo de asno, pues no tengo práctica”. Después de caminar largo trecho, dijo: “Cumplamos la orden de obediencia”. Llegados a un lugar, situado encima de Mahrrin, el padre Chárbel se paró estupefacto. Mi padre le preguntó: “¿Qué le pasa?. Démonos prisa”. Él respondió a mi padre, que le llevaba no menos de 20 metros de distancia, montado a lomo de caballo: “¡Escucha, escucha!. Dicen que murió”.  Entonces mi padre paró su caballo y le dijo: “¿Con quién está hablando, padre Chárbel?”. El padre repitió: “Dicen que ha muerto”.  Mi padre le replicó: “¿Por qué dice eso?. ¿Con quién habla usted?”. En ese momento él se dirigió a mi padre, diciéndole: “Reza el Ángelus. Oremos por el hombre, pues ya murió”. Después se arrodilló y comenzó a orar. Entonces mi padre, conturbado, hizo la señal de cruz, se apeó del caballo y se acercó al padre Chárbel, con gran unción. Y, sacudido por una emoción sin par, le rogó, repetidamente, que siguieran el camino, después de haberse fijado en la hora en que él le dijo las anteriores palabras. El padre Marón le dijo al padre Chárbel: “Continuemos  nuestra marcha, por obediencia al superior”. Después de vacilar un poco, el padre Chárbel aceptó, cuando mi padre le hizo comprender las dificultades que podrían encontrar si se devolvieran, a hora tan tarde de la noche. Entonces continuaron caminando, a pasos lentos e indecisos, como reza el proverbio popular libanés: “Un paso adelante y otro atrás”. Pero él repetía: “Es inútil ir allí. No hay necesidad de continuar el camino, pues la misión por la que el superior nos dio la orden de llevar a cabo, ha terminado, ya que el enfermo ha muerto”. Pero, en vista de que mi abuelo había pedido, insistentemente, la presencia del padre Chárbel, por una parte, y, por la otra, la incredulidad de mi padre concerniente al deceso del enfermo, insistió en que el ermitaño continuara la marcha. Y, he aquí que, llegados a unos 500 metros  de la casa del enfermo, se escuchaban los gritos y los llantos. De verdad, el enfermo había muerto. En ese momento, mi padre comenzó a preguntarle al padre Chárbel cómo había sabido la muerte del enfermo, si ellos estaban a una hora y media de distancia384 de Amchit, desde donde no se podía escuchar nada ni ver el pueblo. Pero el padre Chárbel nada respondió. Seguía orando. Llegados a la casa, mi padre se enteró que la hora del deceso coincidía con el momento en que el padre Chárbel se paró en el camino y dijo: “Dicen que ya murió”. Entonces mi padre les contó lo que había pasado por el camino. Se asombraron y se lamentaron de no haber llamado más temprano al ermitaño. Esta noticia se desparramó por todo Amchit y sus alrededores. Mi padre contó esta historia una veintena de veces, delante de mí y delante de otros, entre los cuales había sacerdotes y autoridades. A raíz de estos acontecimientos, los habitantes de Huyula, de Bachtilda y de Almat, todos musulmanes chiítas, venían donde el padre Chárbel para que los bendijera; y le traían sus enfermos, pidiendo para ellos la salud. En cuanto al padre Chárbel, jamás oí decir de él, a nadie, que él hablara de estos sucesos y de otros que se cumplieron por su intercesión. Eran cosas que las gentes se transmitían”385.

 

16-Murió el enfermo

     “José, hijo de Elías Antonio, de la aldea de Mechmeche, fue atacado de una grave enfermedad. Los padres del enfermo pidieron  al superior que les enviara al padre Chárbel para orar por él. Fue, por obediencia. Habiendo llegado a la mitad del camino, se paró, estupefacto y en silencio, como unos cinco minutos. Después dijo al mensajero: “Me devuelvo al monasterio386.¿Para qué ir a Mechmeche, si el enfermo acaba de dar el último suspiro?”387. Pues, bien, el enfermo había fallecido a la misma hora en que el padre Chárbel se regresó del camino”388.

 

17-Corrieron los chiítas (Jn.4, 39-42)

     “Me acuerdo que, una vez, las langostas invadieron las propiedades de la aldea de Turzaya, repartida en dos barrios: en uno, vivían los cristianos y, en el otro, los musulmanes chiítas. Los cristianos y los colonos-asociados del convento vinieron donde el padre Chárbel, a decirle: “Le rogamos, nos ayude”. Él los mandó donde el superior, quien dio la orden de acompañar a los habitantes. Entonces bendijo el agua y la roció, ayudado de otro monje. Las langostas huyeron, entonces, y se refugiaron en las propiedades de los musulmanes chiítas que corrieron donde el padre Chárbel, rogándole alejara las langostas de sus campos. Él continuó rociando sus propiedades con el agua bendita. Las langostas abandonaron toda la zona que fue asperjada con el agua bendita”389.

 

18-No hay más que el padre Chárbel, capaz de atajar esta calamidad

     “Uno de mis parientes, en Ehmej, Sassine Al Juri, me contó que miríadas de langostas invadieron la región, en el tiempo en que el padre Chárbel estaba en el eremitorio, y devastaron, al mismo tiempo, árboles y sembrados de Almat, aldea cercana a Ehmej. Todo el mundo repetía: “No hay más que el padre Chárbel, capaz de atajar esta calamidad”. Gabriel Sassine se apresuró a ir donde él. Bien, bendijo el agua, salió del eremitorio y roció agua en dirección de Ehmej. Al regresar Gabriel a Ehmej, encontró que las langostas habían tomado otra dirección. Sus plantaciones fueron asperjadas”390. Me acuerdo, también que, una vez, las langostas invadieron la región, entre otros lugares, Ehmej. Sus vigilantes pidieron al superior que autorizara al padre Chárbel para que los acompañara, a fin de espantar las langostas. Bendijo el agua, asperjó los lugares, y las langostas se alejaron de sus tierras”391

 

 

C: Trabajo y oración

I-Introducción

     “El novicio debe ser silencioso, calmado y dinámico en su trabajo. No se escoge el trabajo fácil ni las cosas buenas, para dejar las malas a los demás. Debe escoger para él lo peor, y dejar los buenos a los demás. Esto debe hacerse con humildad, aceptando los ministerios y trabajos más bajos del convento, para librarse de su amor propio, sin lo cual no hubiera existido el infierno”392. Es por eso por lo que Chárbel  no tenía otro ministerio  en el convento,  más que la misa, la oración y el trabajo en el campo. Se dedicaba, en especial, a amontonar las piedras para la construcción de muros de sostén en las parcelas donde preparar los cultivos”393. Antes de entrar a su eremitorio, ayudaba al pastor de cabras a cuidar el rebaño, llevar a pastar las cabras y a ocuparse de ellas”394. No conocía la ociosidad. Andaba siempre activo en sus oraciones y actos de piedad. Silencioso, no hablaba nada”395, “detestaba el descanso, le huía al sueño, y su pasión era la mortificación y el trabajo”396. Toda su vida monástica, unos 50 años, se resume en oración, trabajo y silencio”397. Trabajaba con los hermanos y los obreros en el campo y en los viñedos. Era virtuoso  y respetuoso, asiduo en el trabajo hasta que sonara la campana para la oración. Entonces pedía permiso al hermano responsable del trabajo, o bien, a un simple trabajador, en ausencia del hermano, esperando que le permitiera ir a la iglesia para el oficio divino”398. “Se arrodillaba en el suelo durante el rezo de las oraciones”399.

     “Trabajaba arduamente y con amor, sin reposo y sin mirar a su alrededor. Perseveraba en su trabajo hasta que su compañero lo invitaba a parar. Sus manos eran un solo callo, a fuerza de trabajo”400. Y cuando deseaba una bocanada de aire, se iba a recoger el cascajo en el viñedo401.Yo no le veía sino trabajando en el viñedo del eremitorio o en el campo”402,  “como si estuviera condenado a trabajos forzados”403, “como una máquina que nunca para. En ello ponía toda el alma. Si paraba, era para hacer la señal de la cruz, para volver, después, con renovadas fuerzas, rezando sin interrupción, mientras trabajaba”404. “Cuando un obrero del convento le pedía desplazar la máquina del arado a otra parte, inmediatamente él la cargaba”405. “No se excusaba para ir al trabajo, así hiciera frío o calor. Y cuando lo mandaban transportar una carga de arbustos espinosos u otros objetos, se alzaba todo lo que podía, y aún más, sin decir que está pesado o liviano”406.

 

II Relatos y acontecimientos

1-¿Cómo pasaba el día?

     “Celebraba su misa temprano, en la mañana, y se dirigía, sin tardar, al trabajo, una vez recibida la orden del superior o del responsable del trabajo. Se iba a un campo cercano o lejano o, bien, al viñedo, sin hablar con nadie en el camino, y sin mirar para ningún lado. Si alguien lo saludaba, diciendo: “gloria a Dios” (como era la costumbre), él respondía: “que Dios te bendiga”. Una vez llegado al lugar del trabajo, cogía su pica y comenzaba la tarea con entusiasmo y amor, como si fuera un trabajador bien pagado que buscaba aumentar su salario. No importaba si el responsable del trabajo fuera sacerdote, hermano o trabajador. Todos representaban para él la autoridad establecida por Dios. Si los otros se sentaban para descansar, tomar agua fresca y distraerse cambiando palabras, él se apartaba, sin hablar o beber, atento sólo a la reanudación de su trabajo, con dedicación. Si no lo obligaban a descansar, no lo hacía. Los monjes y los obreros lo veneraban, respetaban sus virtudes y evitaban palabras ociosas delante de él. Si el responsable del trabajo se quedaba en el campo hasta más tarde, el padre Chárbel seguía, a su lado, continuando su tarea con el mismo entusiasmo del principio, y aún aumentaba su esfuerzo a lo largo del trabajo, sin advertirle al responsable  que ya era tarde. Como ya dije, nunca ponía objeción a nada. Si el responsable tardaba en llamar al padre Chárbel y a los otros monjes a comer, él no se preocupaba ni decía jamás que tenía hambre o que estaba cansado. Esos términos no le pasaban por la cabeza. Si hacía calor durante la siega, o frío en el invierno, jamás se quitaba la capucha. No le interesaban las conversaciones profanas y las cosas a propósito de la actualidad, ni se preocupaba por lo que sucediera en el país o en la Orden, ni lo que se refiriera a la administración. Su sólo interés se concentraba en su deber por cumplir la obediencia. Lo demás lo dejaba al cuidado de la Providencia divina. Por eso digo que se diferenciaba de los otros monjes. Como él evitaba el trato con mujeres y lo relacionado con el mundo, los demás, sabedores  de su temperamento, no lo abordaban, apartándose de él, por respeto a sus virtudes”407.

 

2-Corría a la iglesia para orar (Mt.14, 23)

     “El padre Elías de Mechmeche me llamó, de eso hace ya como 40 o 50 años408, para que le construyera un horno para el convento de San Marón, en Annaya. Le pedí obreros que me ayudaran en la construcción. Entre otros, estaba el padre Chárbel. Trabajó conmigo seis días, durante los cuales fue un ejemplo de perfección. Desde que comenzó el trabajo, me dijo: “¿Qué quiere usted, maestro?”. Y yo le respondí: “Piedras y pedazos de ladrillos”. Me los traía con entusiasmo y energía, levantando sobre su pecho las piedras pesadas para ponerlas sobre el andamio. Y las pequeñas, afiladas, en brazadas sobre la mano, de tal suerte que la sangre le corría debajo de las uñas. Yo le decía: “¡No, no, maestro, tenga cuidado, no se fatigue de esa manera, vaya con  calma!”. No respondía y continuaba con su pesado trabajo. Así pasó conmigo una semana, trabajando a ese ritmo, sin pronunciar una sola palabra y sin hacer ninguna pregunta, sino: “¿Qué quiere usted?”. Me daba lástima de él. Entonces yo hacía lo posible por aligerarle el trabajo. Y mientras nosotros descansábamos para fumar un cigarrillo, él corría a la iglesia para orar”409.

 

3-Derecho  a la iglesia

     “Como el pan se hacía en el convento, en la noche, por turno, el padre Chárbel, también, como el resto de los hermanos, venía al convento, a la tarde, y se dirigía, directamente, a la iglesia para permanecer allí hasta media noche, esperando que la masa fermentara. Entonces lo llamaba el hermano despensero para que ayudara a los demás cohermanos, hasta que hubieren terminado la elaboración del pan. Entonces, él volvía al eremitorio para celebrar la misa”410.

4-No perdía la menor oportunidad

     “Antes de entrar en el eremitorio, él trabajaba con los monjes en el campo. Cuando venía al convento para llevar el almuerzo a los trabajadores, dejaba los recipientes en la cocina, y se iba a la iglesia para vacar allí, delante del Santísimo Sacramento, aprovechando la menor ocasión, antes de ir al trabajo”411.

 

5-Callado, por más que lo hicieran trabajar (Mt.5, 11-12,41)

     “La mayoría de los monjes responsables del convento era de Mechmeche. Sólo el padre Chárbel era de la región de Yebb (norte). Por más que le dieran trabajo, permanecía en silencio, y a nadie decía “no”, ni se quejaba. Ninguno le tenía lástima. El despensero412, el hermano Francisco, hermano del superior, le hacía trabajar duramente, y siempre regañándolo. El padre Chárbel le obedecía, igual que si fuese el superior, aunque sólo era un hermano lego, y él (Chárbel) era sacerdote. Cuando volvía del campo, agotado, con una carga pesada de leña, curvadas las espaldas, el hermano Francisco lo mandaba a traer agua o hacer otro trabajo cualquiera. Una vez, le ordenó regar las plantas de tabaco con un balde. De tal manera transportó baldados de agua, todo el día, que se le pelaron las manos”413.

 

6-Las piedras rozan su piel

     “Un día, en el campo, yo le cargaba piedras directamente sobre la espalda, sin que él se protegiera con algún costal o un paño grueso. Continuó así hasta que se le rompieron la sotana y la camiseta, y las piedras rozaban su piel. A mí me daba lástima porque él era sacerdote. Se presentó ante el superior y le dijo con humildad y en voz baja: “Mire, padre, mi sotana”. Y el superior mandó que le dieran otra sotana”414.

 

7-Trabajaba con gozo y paciencia

     “Yo lo vi portar una carga de leña y piedras en un canasto sobre la espalda. Trabajaba con la pica en el viñedo hasta la tarde, sin descansar ni abandonar el trabajo, hasta que su compañero lo llamaba a comer o para hacer otro trabajo. Si su ayudante le mandaba llevar una carga  superior a sus fuerzas, él no protestaba. Si le encargaban un duro trabajo, lo hacía con gozo y paciencia, sin renegar y sin enojo. No lo eludía. Trabajaba escondida la cabeza en la capucha que se calaba hasta los ojos. No se la quitaba ni siquiera para secarse el sudor”415.

 

8-¿Qué desea usted que yo trabaje?

     “Era un monje de trabajo, de oración y silencio”416. Ninguno escuchaba su voz. Nosotros, los colonos-asociados que trabajábamos con los monjes en el campo, no recordamos haberle  escuchado  pronunciar una palabra, fuera de: “¿qué desea usted que yo trabaje?”, cosa que decía al comienzo, de brazos cruzados, delante del responsable del trabajo, la cabeza inclinada y los ojos bajos”417. “Cuando era el momento de la oración, se arrodillaba en el mismo lugar donde se encontraba. No cedió, en toda su vida, a la distracción y al descanso!418.

 

9-Hace el signo de la cruz

     “El don de sí consiste en hacer el signo de la cruz, cada vez que comiences un trabajo. Luego, ofrece este trabajo a Dios, diciendo: “Señor mío y Dios mío, te ofrezco mi corazón y mi alma, como también este trabajo. Dame, Dios mío, la fuerza de llevarlo a cabo, según tu voluntad, y que sea una ofrenda para dar gloria a tu divinidad”419. Por eso, cuando iba con nosotros, los novicios, para trabajar en el campo, lo hacía como si fuera uno de nosotros, haciendo, de cuando en cuando, el signo de la cruz, conservando, profundamente, el silencio. No me hablaba ni una palabra, ni a mí ni a ninguno. Cuando uno le preguntaba, a propósito de cualquier cosa, respondía, “sí o no”, o bien, brevemente, como era su costumbre. Se cansaba mucho en el trabajo del campo, sin importarle el descanso de su cuerpo429

.

 

D: La pobreza de Chárbel (Mc 10,21)

I.Introducción

1-Pobreza  material

     “¿Por qué el hombre se afana tanto tras el oro? ¿Para valorarse? ¡Pero si el hombre es mucho más valioso que el oro: es hijo de Dios y su valor reside dentro de sí mismo!”421. Por eso él observaba escrupulosamente la virtud de la pobreza”422. “El monje no debe poseer nada”423. “Su mano jamás tomó, con agrado, una moneda, plata u oro. Utilizaba las cosas más despreciables, no permitiendo que las desecharan o arrojaran, cualquier cosa que fuera, para observar el voto de pobreza, en el comer”424, “en el beber y en su vestido, gastado y viejo. Todo lo enviaba a los reponsables”425. Cuidaba celosamente las pertenencias del convento”426, “sin botar nada, por minúsculas que parecieran las cosas”427, “aunque fuera un tallo de legumbre. Si veía una uva bajo la vid, o un pedazo de pan en el camino, los recogía y los llevaba a la cocina. La Orden no hizo gasto alguno para comprarle un hábito nuevo, porque él lo pidiera. Sus hábitos eran siempre usados, no poniéndose más que lo que sus hermanos ya no utilizaran”428. Era pobre como un mendigo. Y aún, un pobre no aceptaría su comida, su cama y sus vestidos”429. Las riquezas del mundo las consideraba como polvo que pisan las gentes”430.

 

2-Pobreza interior

     “Vivía la pobreza externa”431, “superando en eso aún a las personas más pobres. Efectivamente, su apariencia era de una pobreza sin igual. Pero su verdadera pobreza residía en su apariencia de tonto perezoso, a pesar de su riqueza en dones divinos y sus excelsas virtudes”432. Estaba desapegado a su familia, a la que jamás hizo una visita, en toda su vida, ni habló ni pidió noticias de ella. Cuando su hermano lo visitaba, una o dos veces al año, lo recibía por poco rato, y eso, con el permiso de su compañero. Había renunciado a su voluntad, no sólo  en lo concerniente a lo que mandaba la Regla, sino en todas las cosas. Así estaba él despojado de su propia voluntad. Aunque gozaba de inteligencia, no mostraba su sabiduría, ni en palabras ni en escritos. Nunca pronunció uno de esto términos: “Esto es mío, eso es nuestro o del convento”. Yo comparo al padre Chárbel con un fantasma humano que lo empuja a la iglesia, al trabajo, a comer o a cualquier otro quehacer del convento; fantasma que no deja rastro alguno. Mientras trabajaba, con todas sus fuerzas, no importaba qué clase de trabajo, o mientras oraba elevándose con fervoroso ardor, en la iglesia, interrumpía todo eso cuando su compañero se lo pedía para cumplir con el nuevo trabajo que le pidieran, como una sombra que camina al lado de su dueño. Era ermitaño, pero su voluntad y su entendimiento estaban al arbitrio de su compañero. Era la indigencia absoluta”433. “Su sola riqueza era el amor a Dios”434. Fuera de esto, “no había huella alguna que demostrara que vivía en este mundo”435.

 

3-La observancia del tiempo

     “No se mantenía ocioso. Cada vez que podía, oraba por los necesitados y sus difuntos. Evitaba el ocio para no caer en la trampa del demonio”436. “De ahí, su atención al tiempo, sin perder ninguna ocasión, la más pequeña que fuera, para hacer algún trabajo que beneficiara la Orden”437, y obtener méritos para la vida eterna, teniendo, por cierto,  que el trabajo se nos ha dado para santificarnos”438. Cuando no tenía un trabajo que cumplir, se entregaba a la oración y la meditación”439, libre el corazón de toda atadura a las cosas del mundo”440.

 

II. Relatos y acontecimientos

1-Tome eso

     Cuando participaba en los funerales, y le daban dinero, se lo traía al superior, a su regreso al convento, diciéndole, textualmente: “Tome eso”. Lo que llevaba era, o bien, una libra otomana, o dos piastras otomanas. A los demás sacerdotes solían darles tres piastras otomanas. En tanto que al padre Chárbel le daban una libra. De todas formas, él no sabía distinguir las monedas. Si no encontraba  al superior en su cuarto, lo ponía en una canasta de mimbre que el superior tenía debajo de la cama. Una vez, Gabriel Lahud, de Amchit, estaba en el convento de Annaya. Encontró en el corredor al padre Chárbel, y le pidió que celebrara una misa a su intención, y le dio una libra otomana. Él la tomó. Esperó que el hombre se alejara del cuarto del superior. Entonces entró él y le dijo que Gabriel le había pedido una misa. Y añadió: “Tome esto”. El superior le replicó: “Celebre la misa y quédese con el dinero”. El padre Chárbel le dijo: “En cuanto a la misa, ya está anotada en el cuaderno del convento; pero esto yo no lo dejo conmigo. Tómelo”. Y el superior cogió la libra”441.

 

2-Quíteme ese diablo de encima

     “El padre Chárbel acompañó a los monjes del convento para corresponder a la invitación a un funeral. Cada uno de ellos recibió tres piastras otomanas. De regreso, el padre Chárbel quiso darle las piastras al superior. Éste le dijo: “Guárdelas con usted. Puede ser que necesite comprar un pañuelo u otra cosa”. Obedeció la orden del superior. Pero, por la noche, no sufriéndolas  más consigo, se las volvió a llevar, diciéndole: “Tómelas, que yo no quiero dejar este demonio conmigo”442.

     “Un hombre le pidió que le celebrara una misa, y le dio una piastra otomana. Como de costumbre, se la llevó al padre superior, el padre Roque de Mechmeche443, quien le dijo: “Tómela para usted”: Por obediencia, él  la llevó al eremitorio, poniéndola sobre una tabla, en su celda, y se olvidó de ella. Después de algún tiempo, la vio, por azar. La devolvió al superior, diciéndole: “Padre, tome este maldito demonio, lejos de mí”444.

 

3-Déselo al padre Macario

     “Voy a contar un episodio que sucedió conmigo, en julio de 1898, cuando yo estaba en el convento de San Antonio de Kozhaya, donde residía el padre Antonio Alwan, que acababa de pronunciar sus votos”445. “Apenas salí del convento, me acuerdo que hablé de las virtudes del padre Chárbel con un pariente mío. Mi pariente quiso enviarle dinero para que celebrara una misa a intención del  hermano 446 Antonio Alwan. Me dio una libra otomana para que se la mandara. Yo, a mi vez, confié ese recado al padre José Al Hasruni, rogándole que le diera la libra, personalmente, al padre Chárbel, para una misa a intención del  hermano, arriba mencionado”447. El padre José Al Hasruni contó que, cuando fue al eremitorio, encontró al padre Chárbel, y le dijo: “Tenga la bondad de recibir este dinero para que celebre una misa por la intención del hermano Antonio de Aito. Él me respondió: “Désela al padre Macario”. Le repliqué: “El interesado me pidió que se la diera a usted, en su propia mano”448, por lo que no se la puedo dar a otro”. Entonces alargó la mano, cerrando los ojos, y mirando al suelo. Puse el dinero en la palma de su mano. Hecho esto, se fue donde el padre Macario, lo llamó con una voz como si estuviera en la iglesia, diciéndole: “¡Padre Macario, padre Macario!, tenga este dinero”, tendiéndole la mano lejos de él, como si llevara un escorpión, y se lo entregó, sin mirar y sin saber su cantidad”449.

     “Si alguno de los visitantes deseaba darle dinero para el eremitorio, a fin de pagar una promesa, tranquilamente respondía, sin mirar ni el dinero ni su cantidad: “Vaya donde el padre Macario”450. “Y, he aquí un ejemplo, entre muchos otros: “Un día, vino un visitante para darle cierto dinero para una misa a su intención. Le dijo: “Rece por mí. Aquí tiene este dinero que le doy, para usted, personalmente. No es para el eremitorio”. L respondió: “Póngalo en el altar con su promesa, pues yo no tengo necesidad de él”. Como el hombre insistía, después de mucha brega, él lo tomó en su mano, y la cerró. Luego fue, directamente, a llevarle el dinero, sin mirarlo, a su compañero, el padre Macario”451.

 

4-Al amanecer

     “Una vez, vino hacia mí, al amanecer. Yo era, por entonces, el superior. Y me contó que unos visitantes que habían pasado por el eremitorio, le había dado cuatro piastras otomanas, diciéndole: “Cómprese con esto lo que necesite para usted, personalmente”, y me contó cómo había pasado toda la noche, víctima de una tentación por el enemigo del bien, para que guardara consigo el dinero. Pero que, por la gracia de Dios, él había vencido. Yo le dije: “¿Necesita usted algo?”. Me respondió: “Si gusta, facilíteme algunos pañuelos para enjugarme el sudor, y que me sirvan como toallas”. Le di cuatro pañuelos negros”452.

 

5-No quiero ver el dinero (Mc.10,23-25)

     “Rosa Juana Antonio Zaarur, la esposa de mi tío Challita, sobrina del padre Chárbel, y tía de mi mamá, me contó que su mamá tenía un cubilete de plata, de ésos que las mujeres se ponían en la cabeza, como adorno. Después de que murió su hija, Rosa, lo vendió por 300 piastras, equivalentes a dos monedas otomanas de oro. Ella llevó ese dinero a su tío, el padre Chárbel, pidiéndole, a cambio, que celebrara misas por el descanso del alma de su madre, que era, al mismo tiempo, cuñada del ermitaño. Él no quiso recibir el dinero, hablando a su sobrina desde el interior de su celda y sin verle la cara, diciéndole: “Dele ese dinero al padre Superior”. Ella le replicó: “Yo quisiera dárselo a usted, para que usted mismo celebrara las misas”. Él contestó: “Las misas las anoto en mi cuaderno, pero no cojo el dinero. Vaya, déselo al superior, sin que yo lo vea”. Ella obedeció”453.

6-Voy a celebrar las misas

     “Mi mamá fue al eremitorio, después de la muerte de su padre, Juan, hermano del padre Chárbel.  Le pidió que celebrara unas misas por el descanso del alma e su padre. Él le respondió: “Las misas, yo las voy a celebrar; pero el dinero, déselo al superior”. Ella hizo como él le había mandado”454.

 

7-Morí para el mundo, el día que me retiré de él (Mt.6, 24)

     “Nuestra segunda visita fue a causa de la muerte de mi abuelo, Juan Antonio Zaarur Majluf, hermano del ermitaño, el padre Chárbel. Su deceso ocurrió el 25 de enero de 1897455. El difunto no tuvo hijos varones. Así que su hija no podía heredar sino la mitad de su padre. Entonces los familiares de su padre intervinieron, pretendiendo que la otra mitad les tocaría a ellos, ya que el hermano del difunto era monje y ermitaño, no teniendo derecho a herencia, según la Regla de la Orden. Pero mi madre les respondió: “Mi tío, el padre Chárbel, me legará”. Y se fue directo al eremitorio para ponerlo al tanto de la muerte de su padre y pedirle que le escribiera un testamento, cediéndole, voluntariamente, su parte de la herencia de su hermano. Yo la acompañé al convento de San Marón, en Annaya, un día de primavera. Llegados al eremitorio, no pudimos entrevistarnos con él, cara a cara, sino que nosotros nos quedamos, de pie, al lado de la puerta de la iglesia, y él se quedó dentro. Le preguntó qué quería de él. Ella le avisó la muerte de su hermano y le pidió un testamento escrito de sucesión voluntaria, explicándole que los familiares de su padre reclamaban la mitad de la herencia. Yo oí que le contestó: “Sobrina, mi hermano murió hace apenas unos meses, mientras que yo morí para el mundo el día que tomé el hábito y pronuncié mis votos solemnes, en el convento de San Marón, en Annaya, hace 44 años. El que ha muerto, ni hereda ni puede legar. Por lo tanto, tu solicitud no cae bajo mi competencia. Yo no puedo hacer cesión de algo que no poseo”. Así que nos regresamos con las manos vacías”456. “Estas expresiones llegaron a ser, más tarde, un lema que las gentes se transmitían para indicar el despojo del padre Chárbel, su justicia y su verdadero espíritu monástico”457. Su sobrina, queriendo poner fin a la igualdad de derechos que pretendían sus familiares, y asegurarse para ella toda la herencia, insistió en que él escribiera la cesión voluntaria a su favor. El padre Chárbel tomó un pedacito de papel, sobre el que escribió algo, y se lo entregó. Cuando llegó a Bqaakafra, abrió el papel, en el que leyó: “Yo no heredo ni lego”458. Por lo que se refiere a sus familiares, no se acercó, ni de cuerpo ni de corazón”459.

 

8-Depositen  la ofrenda de la promesa sobre el estante

     “Una vez, sus dos hermanos lo visitaron y le propusieron que tomara algunas monedas turcas, pero él las rechazó. Le insistieron que era dinero de promesa para el eremitorio. Él las aceptó, diciéndoles: “Depositen la ofrenda de la promesa sobre el estante”, sin mirar el dinero. Un día que vine a visitarlo en el eremitorio, me dijo el padre Chárbel: “Mis dos hermanos vinieron a visitarme y han dejado ese dinero para el eremitorio. Está sobre el estante. Cójalo”. Yo lo cogí, y encontré que eran ocho piastras otomanas”460.

 

9-Dios proveerá (Mt.6, 25-34)

     “No conocía, ni por asomo, el dinero. No distinguía entre una moneda y otra, ni jamás la utilizó, en toda su vida, No le interesaba la abundancia o la escasez del dinero de las promesas, ni tampoco las rentas del eremitorio. Oraba por la abundancia de las cosechas, sin preocuparse por esterilidad o fecundidad, diciendo: “Dios proveerá”. Practicaba la pobreza en todas las cosas: en su celda, en su indumentaria, en su comida, su bebida, su cama y los utensilios de trabajo”461

 

                    

E: Indumentaria de Chárbel

I.Introducción

     “La indumentaria, el colchón y las cobijas del monje, deben corresponder a la pobreza”462. “A este respecto, él se vestía como el último de los pobres”463 y de los novicios”464. “Nunca portó un hábito nuevo”465, “prefiriendo, humildemnte”466, “usar los hábitos abandonados de sus cohermanos”467, “uno de esos hábitos remendados”468, “y desechados que dejan ver sus hilos”469, hecho de lana libanesa, gruesa, desteñido”470, “rojizo”471, pero “siempre limpio”472. “Él mismo lo lavaba”472 y “lo remendaba, sin mucho cuidado”473, “como cosiendo costales474 con hilos de plantas”475, “haciendo puntadas de cinco centímetros”476. “No tenía hábitos apropiados    para verano o invierno, sino uno sólo de lana, y una camisa tosca”477 “que utilizaba hasta que le dieran otra, ya usada, de algún cohermano”478.

     “Su cinturón, como el de los otros monjes, era de cuero”479, “todo rayado por las piedras y arbustos que cargaba”480. “Portaba un pantalón bombacho, negro”481, “una camisa burda”482, “chaleco, cortado de una sotana vieja, y encima, el hábito monacal”483. “A pesar del frío glacial, jamás usó medias”484. “Se ponía la capa sólo en la iglesia y cuando salía del eremitorio; nunca para trabajar. La capucha la llevaba siempre, en invierno y en verano, de día y de noche. Únicamente se la quitaba en la misa, conforme mandaba la liturgia”485. “La capucha le cubría la cabeza, los ojos, las orejas, parte de las mejillas y el cuello”486. “No se recogía la sotana sobre el cinturón, para no dejar ver los pantalones, como hacían los demás monjes en el trabajo”487.

     “Sus gruesos zapatos eran usados y remendados”488, “terminados en una lengüeta detrás, arriba”489. “Sus pequeñas toallas para las manos eran de tela tosca490. Su indumentaria era pobre pero limpia, roída, desde los gruesos zapatos hasta el solideo”491. “No pedía nada, ni aun lo necesario. En caso muy apurado, lo pedía con toda sencillez, con humildad y sumisión”492.     

     “Odiaba la suciedad493. Sin embargo, no lavaba los vestidos sino cuando el superior se lo ordenaba, llevándolos puestos, incluso, todo un año”494. “No se lavaba la cara”495 sino una vez por semana o, en ocasiones excepcionales, y eso, pidiendo permiso al superior”496.

 

II Relatos y acontecimientos

1-Sin rayas rojas

     “El padre Chárbel le pidió al hermano zapatero, quien añadía rayas rojas a los gruesos zapatos, según una costumbre monástica de su tiempo, que a él no se las pusiera”497.

 

2-Para remendar

     “Me confiaron la ropería, por cierto tiempo, del convento de San Marón, durante el tiempo del padre Ignacio de Mechmeche. Me mandó ir al eremitorio para revisar la ropa de los ermitaños, y ver qué hacía falta. Entré en la celda del padre Chárbel, y no encontré nada servible. Le mandé quitarse esos trapos. Él, viendo que yo los iba a rasgar, me suplicó que se los dejara para remendarlos y ponérselos, a fin de observar la pobreza. Después, el superior me mandó hacerle dos hábitos nuevos. No los quiso recibir, excusándose de no poder llevar un hábito nuevo, y pidiéndome que le expusiera al superior su deseo de que le enviara un hábito usado, conveniente para su clase de trabajo, y sin que le mandara las camisas, pues que él portaba el cilicio y, encima, una especie de chaleco, cortado de un hábito raído, para ocultar el cilicio”498.

 

3-Lo extiendo en el suelo, debajo de mi cama

     “recién profeso, fui, un día, a visitarlo. Lo encontré lavando su ropa, frotándola con los pies. Viendo el cilicio entre la ropa lavada, le pregunté:” ¿Qué es eso”. Me respondió: “Lo extiendo en el suelo, debajo de mi cama”, bregando a ocultarme su virtud”499.

 

4-Vístame como yo vivo

     “Una vez que él estaba donde el padre Roque de Mechmeche, con un hábito muy raído, le dijo: “Deje que yo viva como mi hábito, o vístame como yo vivo”. Pienso que querría decir: “O bien, usted me envía al eremitorio que cuadra bien con este hábito que llevo o, bien, tenga la bondad de darme un hábito mejor para ponerme cuando yo esté con usted”. Esta interpretación fue sostenida por la reacción del superior que entró, rápidamente, en su celda, se quitó su hábito, y se lo dio, diciéndole: “Te lo puedes poner”500.

 

5-¿Por qué vive así, tan desaliñado?

     “Una vez, habiéndolo visto ponerse unos zapatos rotos, le dije: “¿Por qué vive así, tan desaliñado? Mande hacer unos zapatos gruesos, apropiados, pues sus pies son como los del camello”. No respondió.501.

 

 

F: Su colchón, su sueño y el nobiliario de su celda

I.Introducción

1-La celda del padre Chárbel en el convento

     “Estaba situada en la parte occidental del convento. Su longitud, del corredor oriental al muro occidental, era de tres metros con 25 centímetros. Su extensión, de norte a sur, era de dos metros con 25 centímetros. Su altura, de tres metros. Su techo estaba confeccionado con madera sencilla, ramas y barro. Una ventana, practicada en el muro occidental, tenía una altura de 80 centímetros de alto por 40 de ancho. Su piso estaba recubierto con losas de piedra. Su puerta, al oriente, tenía una altura de un metro con 75 centímetros, por 80 centímetros de ancho. La puerta daba hacia la ventana y puerta de la iglesia, frente al altar mayor”502.

 

2-Su celda en el eremitorio

     “Su longitud, de oriente a occidente, es de tres metros. Su ancho, de norte a sur, es de dos metros con 10 centímetros. Su altura es de dos metros con 40 centímetros. Una ventana, abierta en el muro sur, es de madera sencilla, formada de dos postigos, con vidrio”503,”siempre cerrada, con una cortina negra para que nadie pudiera ver del exterior”504, “y él no pudiera ver sino la montaña de Ehmej y la cadena de montañas desiguales. En el muro oriental hay una hornacina, a manera de armario”505, “y en la que él ponía la lámpara de aceite”506. “El piso está embaldosado con piedra de la montaña. Los muros de piedra, recubiertos en el interior con barro. La puerta, de madera sencilla, es de 80 centímetros de ancho por un metro con 70 de alto, provista de un picaporte de madera, por fuera, y de una manecilla, también de madrea”507. “Su celda estaba vacía”508, “siempre abierta”509, “tiznada por el humo”510. “La cama es de madera. Debajo había colocado una canasta de mimbre donde ponía sus libros de espiritualidad”511 “y de teología, y un botijo con agua para beber”512. “No permitía que nadie entrara allí, como no fuera que alguien lo hiciera clandestinamente”513.

 

3-Su cama

     “Su jergón estaba relleno”514 “de hojas de arbustos de agalla y de roble y de cortezas de árboles, que cubría con una especie de tapiz, una tela de pelaje de cabra, y todo eso cubierto con una tela vieja de fieltro flexible. Un tronco de madera, envuelto en un trapo negro, sacado de una sotana vieja, le servía de almohada. Sobre este lecho áspero, sin colchón y sin cobijas, dormía, lo mismo en verano que en invierno”515. “Gastado el jergón sobre el que dormía”516, “se acostaba sobre una tela burda puesta sobre dos tablas”517, elevadas dos cuartas del piso”518, “amarradas con una tira, arrancada de una tela basta”519. “A menudo, dormía sobre tierra”520.

 

4-Su sueño

     “No se quedaba con los demás monjes hasta tarde, pues él vivía en el convento como ermitaño. Odiaba el descanso; no le apetecía el sueño; era enemigo del ocio y del reposo; le fascinaba la mortificación y el trabajo”521. Se iba a dormir hacia las ocho y media, después de rezar las Completas y otras oraciones”522. “Se levantaba a media noche, como mandaba la Regla de los ermitaños”523, para rezar el oficio divino, costumbre que practicó toda su vida”524. “Después, no volvía a dormir más”525, salvo algunas ocasiones para descansar sólo una hora más, y volver a la meditación y a la oración. Sus noches en vela no eran sino una oración a Dios y la práctica de sus deberes espirituales”526,  “en la iglesia”527.

     “Se levantaba muy temprano”528, “antes del alba”529, para ir a orar a la iglesia y celebrar la misa. Jamás se tardaba. Era el primero de todos en llegar a la iglesia”530. “Durante el día, no conocía el descanso”531, ocupándose siempre en el trabajo y la oración”532. “La mayor parte del tiempo lo pasaba en la iglesia, delante del Santísimo Sacramento”533. “Y durante la noche, en la lectura de libros de teología, la meditación y sus oraciones vocales”534. “Nunca conoció las diversiones”535. “Más bien prolongaba sus vigilias, vacando en la oración”536.

 

II Relatos y acontecimientos

1-Agotado de sueño (Mc.4, 38)

     “Noté que estaba agotado de sueño, a causa de sus prolongadas y continuas vigilias. Mientras permanecía de rodillas, todo erguido, algunas veces lo dominaba el sueño, inclinando la cabeza y doblando, poco a poco, su cuerpo, hasta casi tocar el suelo. Cuando se daba cuenta, entonces se volvía a enderezar, venciendo su debilidad física, elevando los ojos al cielo y suspirando desde lo más hondo de su corazón. Nadie lo vio jamás descansar o cerrar los ojos a la sombra de cualquier árbol”537.

 

2-La almohada de lana (Mt.8, 28)

     “Su celda no tenía ni cerradura ni llave. Eso lo sabían todos los monjes del convento de Annaya que lo frecuentaban. Su cama era un viejo jergón deshilachado; le servía de almohada un tronco de madrea, enrollado en un trapo, cortado de un hábito raído; no tenía ni sábanas ni cobijas. Un día, mientras el padre Chárbel trabajaba en el campo, el hermano Pedro Al Fradisi538 aprovechó, entró en su celda, cogió el leño, lo botó y lo reemplazó por una almohada de lana. De regreso a su celda, se dio cuenta del cambio; se fue donde el hermano, suplicándole que le devolviera el tronco de madera, y le insistió hasta que su reclamo tuvo éxito”539

 

        

G: La comida de Chárbel

I.Introducción

1-En el convento

     “La comida del monje debe ser sencilla en el uso de los ingredientes, y sólo dos veces al día: el almuerzo y la cena”540. “En el convento, el padre Chárbel comía las dos veces con sus cohermanos, en el comedor”541. “Se contentaba con los pedazos de pan quemado o mal cocido. Cuando estaba en el campo, se alimentaba de lo que dejaban sus cohermanos  y los peones que trabajaban con él”542. “Muchas veces llegaron a olvidarse de llamarlo para almorzar. Entonces, él continuaba en el trabajo”543.

     “
Durante el tiempo que permaneció en el convento, y se me ocurría ir a ayudarles a los monjes en el campo, donde también trabajaba el padre Chárbel, me di cuenta que él no comía hasta que se lo mandara el responsable. Aguardaba a que el responsable le diera su porción. Entonces se retiraba a un rincón. No comía nada fuera de las comidas”544, “siempre frugales”545. “Fuera de esto, no se permitía comer ni manjares, ni bebidas ni frutas”546. “No cogía sino las migajas de pan o el pegado de la olla”547.

     “Cuando se tardaban en servir la comida, no se quejaba. No le repugnaba ninguna comida, ni pedía cosas especiales al cocinero o al despensero. Al contrario, pedía que a él le reservaran las sobras de la comida, para humillarse más. Se limitaba a sólo lo necesario”548. “No se aficionaba ni al tabaco ni al alcohol”549, “ni tampoco llevaba comida a la celda”550.

     “Jamás dijo: “No como de eso porque me sienta mal”. Nunca habló de si la comida tenía buen o mal sabor. No comía fuera del convento, a no ser que estuviera en el campo trabajando. Cuando recogía uvas o higos, no probaba ninguna fruta. Durante la comida, comía tranquilamente y con cuidado”551, “como si estuviera en la iglesia”552. “No hablaba con nadie, baja la mirada, como si estuviera meditando, sin decir: esto está salado, eso está simple, aquello está quemado. No tomaba bebidas alcohólicas553 ni café”554. En fin, no comía sino por necesidad; no por placer”555. “A menudo, después de lavar los platos, se tomaba el agua de fregar. Lo hacía con gozo”556. “Sus platos eran de barro y las cucharas, de palo”557

     “Algunas veces estuvimos juntos en el trabajo, y él nos ayudaba. A pesar del mucho calor, él no apagaba la sed; en tanto que nosotros bebíamos demasiado, por la fatiga y el calor”558. “Él, habitualmente, no se preocupaba ni por comer ni por beber. Estaba en este mundo como si no fuera de él, desapegado de todo lo que existe. Todos sus anhelos, sus predilecciones y sus sentimientos estaban dirigidos a Dios”559.

 

2-En el eremitorio

     “Allí no comía sino una sola vez al día, a las tres de la tarde, después del oficio divino de esa hora. Era una comida frugal: ensalada, aceitunas y las cáscaras de las papas que recogía en el convento. Las lavaba, las cocinaba y se las comía. Así era su vida, marcada por el recogimiento y la piedad. Durante las comidas no pedía nada hablando, sino que indicaba con la vista”560. “Nunca, allí, comió carne. Sus platos eran siempre preparados con aceite, salvo en las grandes solemnidades, como: Navidad, Pascua, San Antonio y San Pedro y San Pablo, patronos del eremitorio, en que la cocción se preparaba con mantequilla”561. “Por  otra parte, no iba a comer si su compañero del eremitorio no lo llamaba, así se quedara todo el día en ayunas”562. “No se preocupaba por la comida, y ni sabía dónde la ponían”563. “Comía modesta y austeramente, sin disfrutarla”564. “Si a su compañero se le olvidaba llamarlo, era capaz de quedarse sin comer hasta el otro día. Era célebre por este hecho”565. “Cuando iba al convento para recoger las provisiones, comenzaba por escoger,  para él, el pan mohoso”566 que se echaba a los perros”567, y los sobrados de las comidas anteriores”568. “A su compañero le llevaba el buen pan y la buena comida. Y cuando llenaba la jarra de agua para su compañero, lo hacía del manantial de Annaya, a una media hora, a pie; mientras que él tomaba el agua del pozo del eremitorio”569

     “El eremitorio estaba rodeado de huertos, viñedos, higueras, perales…, que le tomaban gran parte de su trabajo, del que recogía frutas que enviaba al convento, y de las que él se privaba”570, no comiendo sino unas pocas. En el almuerzo, sólo las comía si el padre Macario se las daba”571. “No bebía agua sino durante la comida, y absteniéndose de bebidas refrescantes”572. “Nosotros, los monjes, nos admirábamos de su tren de vida, llevado hasta el ascetismo extremo”573. “Cuando oraba, trabajaba o comía, se sumía en un éxtasis profundo, hasta que su compañero lo llamaba a la realidad”574.

 

II Relatos y acontecimientos

1-El pan está sobre la ventana (Jn.4, 31-34)

     “Cuando regresábamos tarde del trabajo del campo, el hermano Francisco le daba por comida, solamente, cuatro panes duros y pequeños. Los metía debajo del brazo, entraba a la iglesia y los ponía sobre la ventana. Después se arrodillaba para orar. Allí se quedaba largo rato, hasta una hora y media, y terminaba por dormirse. Y cuando el hermano Francisco entraba a la iglesia para tocar la campana que anunciaba el oficio de media noche, encontraba que los panes estaban todavía sobre la ventana, y los llevaba a la despensa. Era que Chárbel olvidaba el hambre cuando se ponía delante de Dios. No me atrevería a afirmar que dejaba el pan, a propósito, o por olvido. A menudo, él había llegado a tomar una sola comida al día, a pesar del trabajo extenuante. No lo dejaban ni un minuto sin imponerle un trabajo. Lo sacaban de la iglesia, contrariamente a su deseo, donde querría quedarse para orar, para confiarle otro servicio”575.

 

2-No comía uvas

     “En el tiempo de nuestro noviciado, veníamos al convento para la vendimia. Sedientos, nos íbamos a recoger uvas para apagar la sed, llamando, en vano, al padre Chárbel, que trabajaba en el viñedo, para compartir las uvas con nosotros. Daba la espalda”576 y “se abstenía de comer577.

 

3-El agua de fregar

     “Habiendo sido yo destinado a trabajar en la despensa, el superior me autorizó comer con los monjes, a donde el padre Chárbel no acudía sino una sola vez al día. Tomaba tres panes pequeños que desmenuzaba sobre la sopa578, y comía, sirviéndose de la cuchara, con delicadeza y moderación, absteniéndose de mirar a derecha o izquierda. Cuando su vecino terminaba de comer, él cogía su plato para lavarlo. Vertía el agua de fregar en su propio plato y la tomaba por mortificación y para vencer su amor propio. Mientras nosotros hacíamos la siesta, después del almuerzo, el padre Chárbel se iba para la iglesia para adorar el Santísimo Sacramento. Esto mismo hacía mientras tomábamos el desayuno, pues él no comía más que una sola vez al día”579.

 

4-Trigo machacado, en mantequilla

     “En vano el padre superior invitaba al padre Chárbel a su misma mesa, cuando comía en el comedor con los monjes, los días lluviosos. El padre Chárbel prefería siempre el último puesto. Me pedía, también, el superior, que le llevara un plato de trigo machacado, en mantequilla, preparado especialmente para él. Se lo ofrecía al padre Chárbel, y ni lo tocaba”580.

 

5-Sin aceite

     “Una vez, lo vi regresar al convento, después del trabajo, llevando conjuntamente legumbres y yerbas para comer. Yo  intervine, haciéndole saber: “Maestro, esas hierbas no son comestibles”. Él me respondió: “No importa”. Después las picó todas juntas, rociándoles un poco de sal. En ésas llegó el padre Macario y, como de costumbre, empezó a preparar la comida. Viendo al padre Chárbel ocupado en las legumbres, le dijo: “¿Les echó aceite? Él respondió: “No, eso no importa; se pueden comer sin aceite”. Era en tiempo de Cuaresma. Así, él comió de la hierba que come el ganado”581.

 

6-Dos días sin comida (Lc.4, 46; Mc.8,2)

     “No iba a comer hasta que el responsable no lo autorizara. Así era siempre”582. “Una vez, el padre Macario tuvo que ir al convento para cumplir un servicio que le habían encomendado, por obediencia. Le insistimos que se quedara a dormir. Pero él respondió: “Tengo que regresar al eremitorio para llamar al padre Chárbel a comer”. Le respondí: “¿Y es que él no sabe comer solo, hasta tal punto que usted tiene que llamarlo, cada vez, para ir a comer?” Me contestó: “No es posible que él coma si yo mismo no lo llamo y le pongo la comida con mis propias manos. Si uno lo deja dos días sin llamarlo a comer, no reclama ni se acerca para comer por su propia iniciativa”583.

 

7-El pan quemado

     “El padre Macario bajaba al convento para ayudar a hacer el pan, ocasión que aprovechaba para recoger el pan quemado o mal cocido: “Esto es para mi maestro”, refiriéndose al padre Chárbel, pues éste hacía lo mismo cada vez que venía al convento para la cocción del pan. En su régimen alimenticio, buscaba la mortificación”584. En su celda no conservaba nada de comer ni de beber”585.

 

8-¿Cómo comía?

     “Lo vi cuatro o cinco veces, cuando llegaba, después de llamarlo su compañero, el padre Macario, para su única comida en 24 horas. Nada que no sea por obediencia. Él le obedecía como si fuera su superior. Lo vi llegar, a paso lento, por su comida, los brazos cruzados, la mirada baja, con recogimiento, quedándose de pie, a distancia, esperando que su compañero le ordenara sentarse. Después, oraba y se sentaba en tierra, cruzando los pies y cubriéndolos con el hábito, sin comer hasta que su compañero se lo ordenara. En su plato no vi sino tallos marchitos de verdolaga, llenos de granos de semilla, y apenas unas cuantas hojas. Y no comenzaba a comer otro pan, hasta que no recogiera de su plato todas las migajas quemadas. Otra vez, lo vi comer solamente la ensalada. Una tercera vez, el trigo machacado, cocinado con tomate. En verano, cuando terminaba su comida, su compañero le mandaba comer uvas; entonces no se comía sino tres o cuatro, nada más”586.

 

9-Los tallos de verdolaga y perejil

     “Me acuerdo que una vez, yo estaba con mis compañeros, los novicios, en el trabajo, cerca del eremitorio. Se nos ocurrió preparar “tabule” (ensalada típica libanesa). Deshojamos el perejil y la verdolaga, y botamos los tallos. El padre Chárbel se agachó para recogerlos, después los picó, los revolvió con aceite, los salpicó con sal, y se puso a comerlos”587.

 

10-Con todo gusto

     “Una vez, el padre Macario le dijo: “Mire, el poco resto que quedó de comida se lo dejé para la gata, en su plato, pues me olvidé de usted”. Él respondió: “Padre, no hay ningún inconveniente. Me contentaría, y con todo gusto, comer lo reservado al más pequeño de los animales”588.

 

11-Un tarro oxidado

     “Una vez, fui al eremitorio. Vi al padre Chárbel comiendo tranquilamente, con cuidado y delicadeza, la mirada hacia el suelo, recogiendo las migajas y los pedacitos de pan quemado para comerlos. Después de terminar de comer, se levantó, cogió el plato de su compañero y el suyo propio, una escudilla de madera, los lavó y echó el agua de fregar en un tarro oxidado, y lo llevó a su celda. Le pregunté al padre Macario: “¿Qué es lo que hace el padre Chárbel con el agua de fregar y llevarla consigo?” Me contestó: “Se la toma. Eso lo hace todos los días”. Y me preguntaba: “¿Cómo podrá vivir con esa clase de comida con que se alimenta?”589.

 

12-Conmovido hasta las lágrimas

     “Por la tarde, a la hora de comer el padre Chárbel y su compañero, el padre Macario, me senté con ellos para verlos comer: un guiso de papas, quemado. Vi al padre Chárbel escoger el pan quemado y las migajas, y meterlos cuidadosamente en su escudilla. Me dio lástima de él, hasta el punto que las lágrimas corrían de mis ojos. Entonces me dije: “Mientras este ermitaño hace todas esas penosas mortificaciones, nosotros, los otros monjes, buscamos los manjares más deliciosos y la cama más confortable”590.

 

13-Sin que se comiera una sola uva

     “Cuando el superior del convento de San Marón, el padre Ignacio Attanury591, me mandó coger las uvas del viñedo del eremitorio, allá, el padre Macario ordenó al padre Chárbel que me ayudara, sin que él se comiera una sola uva. Cuando lo encontré solo en el eremitorio, le pedí que me acompañara a coger uvas. No me respondió. Esperaba la orden de su compañero”592.

 

14-Nadie me lo ordenó

     “Reunidos todos para almorzar, en los viñedos, monjes y obreros, se olvidaron llamar al padre Chárbel. Lo mismo pasó al día siguiente: él no comió. Habiéndose dado cuenta el superior de semejante olvido, llamó al padre Chárbel, y le dijo: “¿Ha comido hoy?” Respondió: “No” El superior continuó: “Y ayer, ¿comió usted?” Contestó: “Tampoco” “¿Por qué?”, le preguntó el superior. Y él respondió: “Nadie me lo ordenó”. Inmediatamente, el superior mandó que le dieran de comer”593.

 

15-No como por placer

     “Les aseguro que aun si se quedara dos días sin comer, no reclamaría su comida. Él no iba a comer si su compañero no se lo mandaba. Yo mismo fui testigo, un día que ya se había pasado la hora de comer. Lo invité, y me respondió: “Yo no como por placer. Espero la orden de mi compañero”594.

 

16-Váyase a rezar

     “Un día que yo estaba presente, a la hora de comer, habiendo terminado, el padre Chárbel se cruzó de brazos, se inclinó ante su compañero, y le preguntó: “¿Y ahora qué quiere que yo haga, padre?” Y él le respondió: “Váyase a rezar”. Así se comportaba en todo lo que hacía”595.

 

17-Abundan las provisiones (Mc.6, 30-44)

     “Le oí contar a mi abuelo que, un día, faltaron las provisiones en el convento. Uno de los monjes puso al corriente al superior, de ese asunto. Entonces llamó al padre Chárbel, le pidió que asperjara con agua bendita el granero, y que rezara. Él obedeció y, he aquí, que el granero abundó de trigo”596.

     “Entre otro de sus milagros, fue aquel en que vinieron a faltar las provisiones del  convento. El superior llamó al padre Chárbel, el ermitaño, que oró y bendijo el granero, y las provisiones se multiplicaron. Este prodigio se repitió varias veces, según el testimonio de muchas personas, entre las cuales está el de algunas que todavía viven, como el padre Ignacio de Mechmeche, el padre Nehemtallah de Mechmeche, el hermano Pablo Nassif de Maifuq y otros”597. “También sucedió lo mismo cuando el superior supo que los tanques de aceite estaban vacíos, y que se llenaron, gracias a las oraciones del Padre Chárbel”598

 

 

 

H: Sobriedad de Chárbel

I.Introducción

     “Vivía con sobriedad en cualquier situación en que se encontrara, sin buscar jamás cambiarla, deseando sólo la complacencia de Dios. Allí donde la obediencia lo enviara, encontraba su descanso y su gozo, sea barriendo, cocinando o cavando. Veía en todos los trabajos un signo de la voluntad de Dios”599.

     “Su compañero velaba, solícitamente, por él, pidiéndole al superior todo lo que él necesitaba”600. “Se privaba aun de las cosas ordinarias y necesarias de la vida cuotidiana, y aceptaba las menos buenas y las más difíciles”601. “Era calmado, dócil, de una amabilidad fascinante, dominando sus tendencias y caprichos”602.

     “Puro, como un niño, huía del esnobismo, del desprecio y la adulación. Con sus cohermanos era indulgente, y severo consigo mismo”603. “La rectitud era lo más importante de su conducta. Nunca era injusto cuando se trataba de los demás; empero, consigo mismo, su ascetismo era cada vez mayor. Jamás hablaba de sí mismo y nada hacía por su propia iniciativa: ni el trabajo, ni la oración comunitaria, ni siquiera el oficio divino. Todo lo sometía a la obediencia. Una vez que le ordenaran algo, lo cumplía con gozo”604. Su alegría era permanente, y asiduas sus mortificaciones. Y así continuó hasta el último suspiro. Durante toda su vida, nunca se quejó”605.”Llevó una sencillez extrema en el comer, en el beber y en el vestir. No se juntaba con nadie, pues nada entendía de la relación con los demás, sino sólo lo que la obediencia le mandara hacer”606.

 

II. Relatos y acontecimientos

1-¡Oh, padre General!

     “En el tiempo de su superiorato, el padre general, Benigno Al  Matni, hizo una visita al convento, ocasión durante la cual quiso comer con los hermanos estudiantes. El padre Chárbel, ermitaño, vino a saludarlo, y fue invitado por él: “Padre Chárbel, le dijo del superior, usted estará hoy con nosotros para comer. Vamos a darle una buena comida”. El padre Chárbel respondió: “Nosotros hemos pronunciado el voto de obediencia aun para las cosas difíciles; pero lo que usted me pide ¡cuán fácil es! En este aspecto la obediencia está muy bien”. El padre general creyó que el padre Chárbel comería lo que pusieran en la mesa, a fin de compartir con él. A la hora de comer, llamó al padre Chárbel. Se presentó de brazos cruzados. “¿Quiere usted comer con nosotros? Prosiguió el superior general. Perplejo, el ermitaño, se puso a frotarse las manos, y respondió con voz baja y recogimiento: “¡Padre General, padre General!”. Por una parte, no quería oponerse a la orden dada o, mejor, su deseo; y por la otra, él no deseaba comer los manjares preparados para el superior general y sus compañeros. Entendió el padre general, y lo dejó en libertad. Así, el ermitaño regresó a su eremitorio”607.

 

2-¡Mire lo que me dio el hermano lego!

     “Ahora me viene a la memoria que llevaban al eremitorio pañuelos, a manera de exvotos”608. “Una vez, el padre Chárbel le llevó un montón al superior, quien le dijo: “Déselos al hermano”. Se los entregó al hermano, pero mirando al superior,  le dijo: “Maestro ¿Tuviera la bondad de darme un pañuelo para enjugarme las manos?”  Él respondió: “Pero si los tenía todos consigo, ¿por qué no se quedó con uno?” Y él le contestó: “Yo no cojo nada sin su permiso”. Entonces el superior le ordenó al hermano: “Dele uno”. El hermano escogió uno nuevo, rojo. Sonriendo dijo el padre Chárbel al superior: “Mire, usted, lo que me dio el hermano”. El superior le dijo, entonces: “Pues escoja el que quiera”609. Y escogió uno azul, el más feo de todos”610.

 
 

I: La inteligencia de Chárbel

I.Introducción

     “Aparentaba estupidez”611 “e ingenuidad. Pero, en realidad, era perspicaz e inteligente. Cuando uno le preguntaba, él respondía con claridad y precisión, aparentando poquedad e indolencia”612. Si él debía hablar, no decía más que lo estrictamente necesario, que edificara al prójimo y lo llevara a la salvación de su alma. Sus conversaciones giraban siempre sobre temas religiosos, orientando todas sus obras a su salvación eterna y a la del prójimo”613. “En sus respuestas teológicas, su punto de vista se comprobaba auténtico, lo que testimoniaba la presencia de espíritu, a pesar de su absoluto silencio”614. “En cuanto a su sagacidad, se demostraba en sus trabajos, poniendo cada cosa en su lugar”615. “A pesar de la superioridad de su juicio y la fuerza de su experiencia, se hacía esclavo de todos. Alcanzó un grado, en su mortificación, del dominio de sus instintos, a un punto donde ha confirmado lo que el profeta David dice en sus salmos: “Como un animal ante ti, pero siempre estaré contigo”616. “Era sencillo de corazón y de intención, no teniendo más que una meta: Dios. Sólo me falta añadir una sola cosa: no crea que él fuera tonto y apático, sino que estaba dotado de la ciencia de los santos: es por eso por lo que no cometió ninguna falta de la que pudieran reprocharle los superiores o sus cohermanos”617. “Fue que él no dio a los superiores y a los demás ninguna ocasión de encontrar la más mínima laguna en su comportamiento. Nunca oí decir que el superior lo haya reprendido, un día, por una falta, la más mínima que fuera. Su observancia al reglamento era de una exactitud asombrosa, lo que demostraba que lo entendía perfectamente”618. “Su palabra en el Espíritu se elevaba sublime, porque él caminaba hacia la perfección, por el camino ideal, del que no se alejaba un paso. En su tren de vida, él ponía cada cosa en su lugar, sin proferir ninguna palabra inadecuada. Su prudencia lo protegió contra la superstición y las exageraciones odiosas, incitando a su imitación a superiores y monjes”619.

     “No crean que por romper con la gente y con los asuntos del mundo, era por eso indolente y apocado. Más bien, era un hombre inteligente y perspicaz. Su simplicidad tenía raíces en su cristianismo, su piedad, alimentada en la sabiduría; exento de escrúpulos y desórdenes; sin la menor anomalía en su trabajo o en su comportamiento. Por otra parte, aquel que ha gozado de la plena satisfacción de sus superiores, de sus compañeros, de los empleados, de los vecinos y de los visitantes, sin que suscitara una queja hacia su persona, debió haber tenido, sin duda alguna, una sabiduría extraordinaria. Más aún, yo manifestaba, con mucha veneración, cierto temor hacia él, evitando la broma excesiva”620. “Él se destacaba en su relación con Dios, hasta el punto que, en la iglesia, no miraba ni a derecha ni a izquierda, así lo amenazaran con cortarle la cabeza. En cuanto al acatamiento a la autoridad, hacía de ello un objeto extremo. Era puntual cuando se trataba de la liturgia y sus ritos santos. Celebraba, en el eremitorio, con su compañero, a tiempo, diariamente, todas las ceremonias religiosas”621.”Bajo las falsas apariencias de un hombre ingenuo, era inteligente cuando estudiaba en Kfifane”622. “En cuanto a sus mortificaciones y el dominio de su cuerpo, eran rigurosos, continuos y perpetuos. No le causaron enfermedad alguna, lo que demuestra que él lo hacía en su momento oportuno”623. “Sin ser artificial en la práctica de las virtudes, se entregaba a ellas con sencillez, sinceridad y fidelidad”624.

     “Era serio y discreto, de un comportamiento equilibrado, infundiendo su respeto y su estima a todos los que lo conocían. Jamás fue piedra de escándalo para nadie, ni fue persona que se burlara de los otros. Todo el mundo lo tenía por santo, a quien le pedían su bendición”625. Era sabio, pero lejos de la sabiduría del mundo, y sí, de una sabiduría sobrenatural”626.

 

II Relatos y acontecimientos

1-Pidan y se les dará

     “El padre Chárbel tenía una voluntad de hierro muy elevada, que le permitía doblegar sus inclinaciones y emociones. Él  me decía: “Hermano, el mundo es una trampa. Dios conoce todo nuestro interior. El que le pide esa gracia con confianza, no quedará frustrado. Pida lo que usted necesite”.

     “Durante todo el tiempo que yo pasé en el convento de San Marón, ni yo, ni los superiores ni persona alguna, le conocimos algún fallo. Le gustaba que le pidieran un servicio, y no solamente de parte de los superiores y de los cohermanos, sino, también, de los trabajadores del convento. Un obrero le pidió llevar, una vez, los utensilios de trabajo a otra parte. Y él los llevó al campo. Yo mismo soy testigo de las muchas órdenes que le dieron. Nunca oí decir que alguien se haya quejado de él o, bien, lo hubiera acusado ante el superior. Tanto los superiores como los cohermanos lo respetaban y le pedían oraciones en casos de enfermedad o angustia. Su piedad influenciaba mucho en todos”627.

 

2-Aquí no hay ladrones

     “Una vez, vino al convento un hombre, un día domingo, para participar en la misa de los colonos-asociados que se reunían todos los domingos y días de fiesta. Dejó su bastón junto a la puerta, y entró en la iglesia. En ese tiempo, el padre Chárbel no estaba todavía en el eremitorio. Después de la misa, el hombre no encontró su bastón. Comenzó a gritar y a levantar la voz, profiriendo injurias. El padre Chárbel salió de la iglesia y le dijo, dulce y gentilmente: “Hermano, nadie levanta la voz en el convento”. El hombre, en su exceso de rabia, repitió: “Me han robado el bastón. ¿Es que hay ladrones en el convento?”  El padre Chárbel sonrió, y le respondió con serenidad: “No, hermano, aquí no hay ladrones. Mire, allá, esa tina de piedra tallada, colocada desde la construcción del convento; nadie se la ha robado”. El hombre se quedó todo avergonzado. Todos  los allí presentes soltaron la carcajada, pues la tina era una piedra enorme que pesaba dos toneladas y media. Ni veinte hombres eran capaces de moverla”628.

 

3-Un maestro ingenioso

     “Su inteligencia era notable en la precisión con que efectuaba sus trabajos. No recuerdo que algún compañero u obrero que trabajara con él, en el campo, se hubiera quejado de su incompetencia en el trabajo, o que se hubiere dirigido a él, directamente o por tercera persona, para hacerle algún reproche. Había la costumbre, entre los monjes y los obreros que, cuando un hermano era torpe o inhábil, le ayudaran. Pero iban donde el superior a decirle: “Por favor, padre superior, no nos mande a tal hermano, porque él es más lo que estorba que lo que sirve”. Su prudencia se manifestaba, en su más grande esplendor, no dando a los demás algún motivo de que le reprocharan el más pequeño escrúpulo o alucinación; y por medio de la transparencia de su conciencia, que alcanzaba la culminación de la sublimidad de sus virtudes, no dejaba ningún resquicio a los demás de tacharlo de ideas fijas o la menor fobia. Todas las cosas emanaban de él según las normas de la sabiduría. Pero ¡qué prudencia humana podría igualar la del abandonar el mundo! Es verdad que él no hizo estudios especializados, pero fue un maestro ingenioso en las cosas espirituales, más allá de monjes de la orden, los más insignes por su ciencia y experiencia”629.

 

 

 

J: La biblioteca y la cultura de Chárbel

I.Introducción

1-Sus libros

     “Hacía sus meditaciones en los siguientes libros: Reflexión; Preparación a la muerte, de San Alfonso María de Ligorio; Confesiones, de San Agustín”630; “La perfección cristiana”631; la Teología moral; Imitación de Cristo, imprimida en letras siríacas, libro al que estaba apegado con pasión”63. “Leía mucho los libros siguientes: libros de teología”633; “Jardín de los monjes”634; “Biografía de San Antonio, el Grande”635; “La lámpara monástica; las Santas Escrituras”636; “La escala de las virtudes, de  Juan Clímaco; Anacoretismo; San Basilio; San Efrén; Tratados de San Isaac de Nínive; Desprecio de las vanidades del mundo, por el maestro Didokos Stalde, de la orden de San Francisco; Las glorias de María, de San Alfonso María de Ligorio; el Martirologio; las Reglas del novicio y Reglas y Constituciones de 1732”.

 

2-Su cultura

     “El padre Chárbel era un hombre de pura santidad, que uno tomaba por ingenuo, pero, a nivel espiritual, era erudito”638. “Yo, personalmente, sabía que era sagaz e inteligente”639, “versado en teología mística, en siríaco, que él traducía al árabe, además de sus conocimientos del árabe. Sus respuestas eran acertadas y convincentes”640, pues en la teología moral y en la mística él era discípulo del famoso padre Al Kafri”641. En sus diálogos teológicos con los padres, hablaba con agrado”642 de cuestiones sobre teología ascética, tratando asuntos sobre las almas y el misterio de la reconciliación”643, o hablaba de la abundancia de su corazón, inflamado de cosas espirituales y divinas”644.

 

II: Relatos y acontecimientos

1-Charlas espirituales

     “Cuando yo trabajaba en el convento, frecuentaba el eremitorio para ayudarle al padre Chárbel. Y cuando él venía al convento para la elaboración del pan, nos hablaba de cosas espirituales, de las que sacábamos provecho. Él era más claro que los otros en sus respuestas, y con más precisión de conocimientos. Hablaba con dulzura de expresión, lleno de humildad. Y, sabio como era, no respondía sino sólo a lo que le preguntábamos”645. “Conversaba con nosotros de las cosas espirituales, demostrando la profundidad de su fe, y citando versículos de las Santas Escrituras y de libros espirituales. Nos pedía que mencionáramos otro versículo que comenzaba por la letra final de su cita. Después, nos explicaba el sentido”646.

 

2-Lea este capítulo

     “Conocí, personalmente, al padre Chárbel, en septiembre de 1897, en el eremitorio de San Pedro y San Pablo, con ocasión de una visita que hice al convento de San Marón, en Annaya, algunos meses después de mis votos solemnes. Me acompañaba el padre Abraham647 Al Halqani”648, “mi compañero de escuela”649, fallecido más tarde, en olor de santidad. A nuestra llegada”650, “al atardecer”651, “entramos en la capilla del eremitorio donde el padre Chárbel estaba arrodillado, recogido, sin moverse, inmóvil en su posición”652. “Visitamos el Santísimo Sacramento”653, rezamos un momento, observamos al padre Chárbel que persistía en la misma actitud”654. “Después salimos por un corredor estrecho donde había instalada una estufa en piedra tosca, y vimos al otro ermitaño, el padre Macario Sauma de Mechmeche, preparando la comida en una marmita de barro cocido”655. “Los ermitaños no comen sino una sola vez al día, hacia el atardecer. Su comida era un potaje de lentejas, garbanzos, frisoles y  trigo machacado, que se llama “majluta”, una especie de sopa”656. “Nos recibió con una sonrisa radiante y pura en su rostro, que hablaba de su corazón casto, semejante al corazón de un niño. Nos sentamos sobre dos piedras labradas, bajo un arco de piedra”657. Una vez picada la cebolla, llamó al padre Chárbel”658, y lo saludamos. Nos respondió en voz baja, apenas perceptible, mirando hacia el piso, pronunciando una sola palabra: “Paz”. Entonces el padre Macario le dio una sartén metálica en la que había puesto un poco de aceite y la cebolla picada, diciéndole: “Tenga y fría esta cebolla”659. “Él la tomó sin mirarnos. Volvió el padre Macario trayendo una canasta”660 “de mimbre”661 “en la que había puesto dos platos, un poco de pan y verdolaga”662, “perejil, unos panecillos conocidos con el nombre de “hogaza de monjes”, algunos en pedazos, otros quemados. Le dijo al padre Chárbel: “Deshoje esta verdolaga”. Tomó la sartén con el frito, vació el contenido en la marmita de barro, después llenó dos escudillas de barro mientras el padre Chárbel deshojaba la verdolaga, poniendo en un plato los tallos, al lado de la canasta.

     “El padre Macario nos invitó a comer. Le agradecimos, pero no compartimos con ellos. Él se dirigió al padre Chárbel, diciéndole: “Coma”. Él oró y, después, comenzó a comer con cuidado, sentado en el suelo, las piernas cruzadas, silencioso y mirando en frente de sí. Se comió los tallos de verdolaga que el otro no comía. No probó las hojas de verdolaga, sazonadas con sólo aceite. El padre Macario salió al viñedo y nos trajo racimos de uva, de la mejor calidad. Entre tanto, el padre Chárbel ya había acabado su comida. Se quedó en la misma posición, los brazos cruzados, la cabeza inclinada, en silencio, esperando alguna orden. Su compañero le dijo: “Vaya a visitar el Santísimo Sacramento, y vuelva, después, a lavar los platos”. Al anochecer, nos dijimos adiós, conmovidos y muy emocionados. Regresamos al convento, estupefactos por lo que habíamos presenciado.

     “En el verano de 1898, pasé mis vacaciones en el convento de Annaya, en compañía de los hermanos escolásticos. Un día, hacia las seis de la tarde, nos fuimos a visitar al ermitaño. Encontramos al padre Chárbel en la capilla, arrodilladlo, completamente erguido, sobre una estera redonda de mimbre, en el mismo lugar como lo había visto la primera vez, el año anterior, delante del  Santísimo Sacramento. Lo miraba, y lo veía inmóvil, como una estatua, su rosario en la mano, mirando fijamente hacia el altar. Tuve la impresión de que estaba en éxtasis663. Él no nos miró. Nosotros rezábamos, mirándolo, esperando a que él nos viera. Pero no hizo el más mínimo movimiento para voltearse y mirarnos”664. Entonces, salimos al patio, del lado occidental, hablando y haciendo bulla. El padre Chárbel abrió la puerta, y se paró, en silencio, mirándonos”665, con los brazos cruzados y una resplandeciente sonrisa en la cara”666, como diciéndonos: “No hagan bulla, pues me distraen en mi oración y en mi soledad”. Nosotros, llenos de veneración”667, nos acercamos a él para pedirle la bendición y besarle la mano”668. Cuando cada uno se iba acercando para saludarlo, él doblaba la rodilla derecha, inclinaba ligeramente su cuerpo, tocando rápidamente, con la punta de los dedos, a cada uno de nosotros, impidiéndonos que le besáramos la mamo. Nos saludó sonriente, repitiendo una sola palabra, en voz baja, como si balbuciera”669: “Paz”. “Recibidos un minuto por él, lo vimos cerrar la puerta para volver a la oración, en tanto que nosotros nos fuimos al bosque”670, al occidente, caminando sobre la punta de los pies, intercambiando nuestras impresiones, en un cuchicheo, para no estorbar su oración en su soledad. Nos sobrecogió el recogimiento y el gozo de haberlo visto. Después, yo me separé de mis cohermanos y volví solo al eremitorio, a la capilla”671, “con deseos de verlo y hablarle. Abrí la puerta de la capilla, y ya no estaba; fui al corredor, y tampoco672; le di la vuelta al eremitorio, y no lo encontré”673. Entonces me monté a la terraza y, he aquí, que lo vi sentado sobre una piedra cilíndrica674, cerca del muro de la iglesia, como si huyera de nosotros675. Tenía en la mano la biografía de San Antonio, el Grande. Cuando me acerqué a él, me alargó el libro, diciendo: “Lea este capítulo”. Yo lo leí676, de pie, delante de él677, que escuchaba. Apenas terminé la lectura, tomó el libro y se fue sin decir nada678, a la iglesia. Yo pensaba que me había hecho hacer la lectura para comentarla679. Era la manera de recibir a los monjes”680.

 

 

K: La confesión de Chárbel

I.Introducción

1-Revelación de los pensamientos

     “Fuera de la confesión, el novicio debe revelar sus pensamientos al superior o al maestro de novicios, cada noche, si es posible. Chárbel se arrodillaba delante del director espiritual, humilde y devotamente, la cabeza descubierta, besaba la tierra, y decía con todo respeto: “Padre, mi corazón está lejos de Dios. Soy del todo imperfecto y lleno de faltas ante Dios”. Después exteriorizaba sus pensamientos, los buenos y los malos, pidiendo a su director espiritual los consejos pertinentes que él debía cumplir”681.

2-Confesión semanal

     “Aborrecía el pecado y huía de las ocasiones que a ello lo llevaran”682. “Aun le molestaba  recordarlos. Todos los que lo conocieron dan testimonio de que no cometió ningún pecado leve, voluntario.”683. “Lo que todo mundo decía era que, durante su vida, jamás transgredió los diez mandamientos, y los de la Iglesia. Más aún, sufría cuando alguien los cometía”684. “Hacía, también, a diario, un examen de conciencia sobre todos los actos del día, como lo hace el comerciante prudente para saber si ha ganado o perdido. En el primer caso, daba gracias al Señor, pidiéndole más gracias, a fin de hacer  más esfuerzos en el trabajo para incrementar, así, su salario y su recompensa. En el segundo caso, cualquier mínima falta le hacía tomar la resolución eficaz para remediarla y repararla”685. “Sus confesiones eran frecuentes, tanto cuando estaba en el mundo, como cuando se hizo monje y sacerdote”686. “Se confesaba una vez por semana”687. “Él se confesaba semanalmente”688. “Pero los monjes lo hacían los domingos y los días de fiesta”689. “Era de sabiduría y prudencia, sin escrúpulos, dotado de la verdadera ciencia llamada  “discernimiento de espíritus” (que consiste en un conocimiento sobrenatural de los secretos del corazón. Nota del traductor)”690. “No rechazó ningún buen consejo en toda su vida”691.

     “Durante su permanencia en el convento de Kfifane, tenía dos directores espirituales: el padre Naamtallah Al Kafri, elegido, más tarde, superior general, y a San Naamtallah Al Hardini”692. “Al principio de su vida anacorética, el padre Eliseo fue su director espiritual. Muerto éste, lo fue el padre Libaos Al Ramaty, trasladado, más tarde, al eremitorio del convento de Qattara. Y, en fin, hasta su deceso,  fue el padre Macario quien tomó el cargo de su director espiritual”693.

 

3-Al servicio de los fieles

     “El 20 de febrero de 1863 obtuvo, del patriarca Pablo Masaad, la autorización para oír confesiones”694. “Pero él no confesaba a los fieles sino cuando se lo mandaba el superior”695, pues él no estaba designado para tal servicio. Pero confesaba y daba directrices a aquellos que se lo pedían. Éstos dan testimonio y elogian su celo por su bien y la influencia eficaz para sus almas”696. “También todos ponderan el mérito de su sabiduría en sus consejos acertados”697, “no buscando más que la construcción de los demás y su progreso espiritual”698. “Y en casos necesarios no era parco en los consejos que daba a los que lo frecuentaban”699. “Yo mismo, personalmente, viví la experiencia de la fuerza de sus sabias orientaciones, la primera vez que me confesé con él”700 “y muchas otras veces”701.”También lo escogí como director espiritual”702.

     “Él oraba por los pecadores. Les enseñaba directrices salvíficas cuando escuchaba sus confesiones”703. “Los amonestaba enérgicamente por sus pecados, infundiéndoles respeto, muy firmemente”704. Uno de sus penitentes arrepentidos me contó que fue a confesarse con el padre Chárbel, y que sus orientaciones le penetraron en el alma, más que de aquellos otros confesores con quienes él se había confesado antes”705. “Era más clarividente en el espíritu que los doctores”706.

     “Evitaba confesar mujeres, por conservar la virtud de la castidad. Sin embargo, lo hacía sin protestar a una orden del superior”707.

 

II: Relatos y acontecimientos

1-Para derramar la esperanza en sus corazones

     “Su ejemplo ejercía una influencia grande en los demás”708, “monjes y laicos”709. “Se esforzaba para sembrar la esperanza en los corazones”710. “Si un monje enfermaba gravemente, pedía al superior que le enviara al padre Chárbel para administrarle los últimos sacramentos”711, “confesión y comunión”712, y para reconfortarlos y derramar en sus corazones la esperanza, a fin de que pudieran admitir su partida de este mundo con la esperanza de la resurrección”713. “Él se iba a pasar toda la noche a la cabecera del enfermo, sentado en una silla, sin alejarse de él más para rezar el oficio divino, en caso que lo permitiera la situación”714. “Cuando el superior le confiaba misiones, él las cumplía con todo agrado”715.

 

2-Sólo un monje

     “El hermano Sergio de Ehmej falleció de muerte natural, habiendo recibido los últimos sacramentos, en presencia del cura párroco, José Issa y el padre Chárbel de Bqaakafra, el 14 de marzo de 1874”716.

 

3-Un director prudente

     “Él fue, durante toda su vida, un ejemplo de sencillez, en palabras y obras. En sus conversaciones espirituales, se distinguía por la sabiduría  y prudente dirección. Me acuerdo que, una vez, me dijo: “No pronuncie una palabra capaz de causar un pecado. Si es para bien, dígala; si no, absténgase de decirla”717.

 

4-Mi recogimiento después de sus consejos

     “Cuando el padre Chárbel salía de la capilla para ir a su celda, yo lo alcancé para pedirle que me confesara. Él regresó a la capilla, diciéndome: “Sígame”. “Después de la confesión, me puse a mirar el interior de la capilla y vi fisuras en el techo y los muros que podrían causar desagües. Entonces le dije: “Padre, usted pasa toda la noche en esta capilla, y el eremitorio está expuesto a tempestades. Basta un trueno para sacudirlo violentamente, y se derrumbará sobre usted. ¿Por qué no lo restauran?” Él me contestó: “No nos preocupemos de eso”. Le repliqué: “Le advertiré yo mismo al padre superior para que lo reparen”. Él me respondió: “No le diga nada, hijo mío. ¿Dónde puedo yo encontrar un lugar más santo que este altar para morir?”. Me afectó profundamente esta respuesta, tanto como el sentimiento que me asaltó al escuchar sus consejos en la confesión. Después, él se retiró a su celda, y nosotros también nos fuimos”718.

 

5-Reunía todas las cualidades de un confesor

     “Fue famoso por su santidad, en comparación con todos los demás. Era inteligente y competente en sus consejos y sus orientaciones. Regocijaba los corazones de los que se confesaban con él. Yo mismo fui muchas veces a su confesonario. Y ahora deseo, con todo mi corazón, tener la suerte de encontrar un sacerdote como él para confesarme todos los días, hasta el fin de mi vida. Porque el padre Chárbel gozaba de una rara memoria, hasta el punto que el penitente tenía la impresión de que conocía el mundo invisible, de tal suerte que se acordaba de casos de penitentes, cualquiera hubiera sido el tiempo transcurrido sin retornar. Además de su conocimiento y su precisión en la dirección de las almas, conocía, perfectamente, el remedio. Tenía la gracia de atraer al penitente, no obstante el rigor de su amonestación por el pecado cometido y la severa penitencia que le imponía”719. “Reunía todas  las cualidades de un confesor:

-         Muy atinado en sus consejos, sus preguntas y amonestaciones.

-         Un juez versado en teología ascética y mística.

-         Un excelente médico que aplica el tratamiento adecuado.

-         Un padre cariñoso que abre los brazos al pecador, convirtiéndolo en un apasionado por la conversión y la confesión”720.

 

6-Muy  conmovedoras

     “Escuchaba las confesiones de los hombres, estrictamente de los que le pedían que fuera con él. Ordinariamente los mandaba donde su compañero del eremitorio. Sus orientaciones eran muy conmovedoras para aquellos que lo escuchaban en el confesonario. Así me lo contó mi papá que se confesó con él unas siete veces. Tenía, entonces, 25 años”721. “Comprobó que sus consejos eran muy eficaces para la salvación de las almas”722.

 

 

L: Al servicio de todos

I.Introducción

     “Que algunos detalles y  obras de los monjes sean considerados bajos y envilecedores por sus cohermanos, es por lo que algunos de ellos se burlaban de su ingenuidad”724, “cuando él personificaba el ejemplo cristiano por su humildad, esforzándose en ocultar su virtud y esconder  sus buenas acciones. Le disgustaba y temía los elogios que de él hacían los demás”725. “Él representaba la modestia, alejándose de la gente y de sus cohermanos, prefiriendo esconderse, aislarse en el silencio,  humano en apariencia, pero, en realidad, viviendo en el cielo. Cuando las gentes le pedían su intercesión, él les decía, alejándose: “Confíen en Dios. Es Él el que dispone”726.

     “Cuando se le hacía la advertencia de alguna cosa, aun si  él no tuviera la culpa, se arrodillaba con los brazos cruzados, pidiendo perdón, la cabeza clavada hacia tierra, y no se levantaba hasta que no recibiera la orden de pararse”727. “Cuando lo amonestaban, se arrodillaba, de inmediato, en silencio, los brazos cruzados, sin pretender justificarse; y no se levantaba hasta recibir la orden y la bendición del superior para ir al trabajo”728. “Si alguno le decía: “Usted es santo”, él sonreía, movía la cabeza y fruncía el ceño”729. “Se consideraba como el último de los hombres y el más grande de los pecadores. Cuando uno le pedía sus oraciones, respondía” “Yo soy un pecador”730.

     “Él llegó a ser la “humildad personificada, cuidándose de hablar jamás de sí mismo. Era, por tanto, como un muerto en el mundo”731. “Cuando algunos de sus cohermanos se burlaban de él y del rigor de su ascetismo, entre otros, el despensero que le echó agua a la lámpara en vez de aceite”732. “Había gente que lo despreciaba por su vestimenta miserable”733. “Se dejaba humillar hasta el anonadamiento, y hubiera deseado el aniquilamiento total, mostrándose como sin voluntad, sin cerebro, tonto, despreciable por su vestido, por su comer, por su sueño, por su modo de arrodillarse, por su cama, por su celda y por su trabajo extenueante”735. “Se olvidaba de sí mismo”73

      “Aceptaba con agrado los desprecios de los demás y gozaba cuando lo insultaban”736. “No hizo nada que atentara contra el pudor. No obstante ser sacerdote, conocedor de la teología mística, viejo en la orden y modelo de virtudes, se dedicaba a trabajos manuales duros y, sobre todo, a los más bajos. No reclamaba ni funciones ni actividades misioneras que podrían convenir a su estado sacerdotal, sino trabajos”737. “Ni tampoco pidió para sí puestos que lo encumbraran honoríficamente ante los demás. Él escogía siempre la parte más pequeña y el puesto más bajo. Se le oyó decir: “No merezco estar entre mis cohermanos, ni obtener sus consideraciones, pues soy el último de todo el mundo”738. “Se consideraba el más bajo de todos los monjes, en la esencia y en la forma, atribuyéndose toda ruindad”739. “Cuando trabajábamos juntos en el campo, se comportaba como si fuera el siervo de cada uno de nosotros”740, escogiendo los servicios y trabajos más despreciables, como barrer, lavar los platos, servicios que no solían mandarle a sacerdotes”741, y él los hacía al instante y con gusto”742. “Cuando los monjes intentaban besarle la mano y obtener su bendición, se esforzaba para no permitirlo”743.

 

II: Relatos y acontecimientos

1-Extranjero

     “El padre Chárbel era un extraño en el convento. Originario del norte del Líbano, de la región de Yebbe, y no de la región de Biblos, como era el caso de todos los otros monjes. Sin embargo, él estaba sometido a una obediencia especial a la de los que se encontraban con él en el convento. Monjes y laicos le daban órdenes, sea para burlarse o a manera de diversión. Pero él nunca incumplía una orden. Nadie lo defendía ni lo respetaba, fuera del superior que se enfurecía contra los que lo hacían sufrir o se burlaban de él. Él no hacía sino dedicarse al trabajo, a la oración y a la obediencia, sin indignarse contra los burleteros. No hablaba sino raramente, y casi nada, y eso para responder a sus interlocutores”744.

“Jordania, qué de desprecios aquí.

¿No los has soportado por mí?                                                     

De la fierra quisiera desaparecer                                                   

 y por ti, Jesús, la última de todos ser”.

(Poesía de Santa Teresita)

 

2-Que Dios me dé la fuerza para obedecer745

     “Cuando mi tío, Abdu El Ahad Al Hussaini, fue superior del convento de los Santos Sergio y Baco, en Kartaba746, me consagré a su servicio. Un día, fuimos al convento de San Marón, en Annaya, donde los monjes y los empleados estaban dedicados a preparar un horno para hacer la cal. El padre Chárbel se dedicaba a traer la leña. Fue, entonces, cuando al padre Roque Juan de Mechmeche se le ocurrió bromear, delante de todos los presentes con el padre Chárbel. Le dijo:”Todos los monjes, de común acuerdo747, hemos decidido arrojarlo a la hoguera porque falta leña; y el cuerpo humano atiza mejor la madera. El fuego y la carne alimentan bien el horno. Así, la piedra caliza se cocerá más rápidamente”. Apenas oyó eso, el padre Chárbel se puso de rodillas, diciendo: “Que Dios me dé la fuerza para obedecer”. Es como si dijera: “Estoy dispuesto a sacrificar mi vida en aras de la obediencia”. Muy afectado por eso, el padre Elías de Mechmeche, por entonces asistente general748, reprendió al padre Roque, diciéndole: “¡Tenga vergüenza! ¿Por qué bromea de esa manera con el padre Chárbel? ¿No sabe, acaso, que él lleva consigo el espíritu de Dios? Dios nos bendice por su intercesión”. Entonces el padre Roque le pidió perdón. El padre Chárbel respondió: “Que Dios perdone a todo mundo”749.

 

3-Soy el más grande de los pecadores

     “Nadie se daba cuenta de su presencia, a causa de su gran amor a la vida retirada. Cuando los visitantes venían a pedirle su bendición y sus oraciones, él los recibía sin mirarlos, diciéndoles:”Pídanle al Señor que les dé según su fe”. Si uno le decía: “Usted es santo”, se entristecía y contestaba:”Soy el más grande de los pecadores”. En el eremitorio él se dedicaba a trabajos despreciables y a hacer aquellas ocupaciones que lo envilecían. Siendo él el superior del eremitorio, se sometía, no obstante, a su compañero, el padre Macario, más joven que él. Era el padre Chárbel quien lavaba los platos y barría el eremitorio. Si sucedía que el superior amonestaba a algún  monje en su presencia o, bien, le hacía una advertencia, aun no siendo él el culpable, se arrodillaba, según la costumbre monacal, pedía perdón, como si tuviera la culpa, y no se levantaba hasta recibir la orden del superior”750.

 

4-Los sobrados del gato

     “Quiero contarles un hecho que yo vi, con mis propios ojos, y del que quedé muy conmovido. Fue una escena que recuerdo siempre con mucha emoción, respeto y admiración. El padre Chárbel comía con su compañero, en mi presencia. Su plato contenía trigo machacado, cocinado con hierbas del campo. Habiendo terminado el padre Macario, limpió la sartén con un pedazo de pan que arrojó al gato. Éste, no teniendo hambre, lamió el pan sin comerlo. El padre Chárbel, que estaba lavando los platos, volvió para coger el pedazo de pan del pasadizo, donde lo podrían pisar. Lo pasó por la cabeza para sacudirle el polvo, hizo la señal de la cruz y se lo comió, sin notar mi presencia, porque él nunca levantaba la mirada. En ese momento comprobé que él no miraba a nadie. Más aún, él me preguntaba muy a menudo: “¿Quién es usted?” Yo le recordaba mi nombre, y él volvía a preguntármelo otra vez, porque no levantaba la vista para mirarme”751.

 

5-¿Para qué esas cosas?

     “Buscó ser despreciado de todos, durante toda su vida, fija la mirada en el suelo. No miraba ni a sus cohermanos, ni los paisajes naturales. Un día que yo estaba con el padre Nehemtallah de Mechmeche752, mirando a Beirut con unos binóculos, pasó a nuestro lado, el padre Chárbel, armado de una cuerda para amarrar un tercio de leña. Le dije: “Mire con estos binóculos que muestran a Beirut muy cerca de usted”. Me respondió: “No, no; ¿Para qué esas cosas?”. Y continuó hacia su trabajo”753.

 

6-No lo molesten

     “Le oí al padre Elías de Mechmeche advertir a todos los empleados del convento que no molestaran al padre Chárbel, ni de palabra ni de otro modo, diciéndoles: “Es un hombre de Dios. Él tiene consigo el espíritu de Dios. Respétenlo”. El padre Elías lo amaba y lo apreciaba mucho por sus extraordinarias virtudes. Una vez dijo, estando yo presente: “He bregado mucho por evitarle el trabajo tan duro que el padre Chárbel hace en el campo, y por darle una ocupación más suave en el convento, para que descanse. Pero es que apenas acaba el trabajo del convento que le doy, se va, inmediatamente, para el campo”754.

 

7-Insultos: “Dichosos serán ustedes cuando los insulten y los persigan” (Mt.5, 11)

     “Una vez estaba a punto  de rezar el oficio divino, cuando el padre Ignacio de Mechmeche lo llamó, y le dijo, muy severo: “deje de rezar y venga aquí”755. “Él obedeció con toda piedad”756. Soportaba los insultos y las burlas de los demás, con toda humildad, paciencia y alegría”757. “El que se humilla será ensalzado y el humilde de corazón encontrará reposo a su alma. De aquel que digan toda clase de males, será grande su recompensa en el cielo. Es por eso por lo que yo me regocijo, y contento a mi Señor”758 (Santa Teresita del Niño Jesús).

 

-Alégrense y regocíjense porque será grande su recompensa en los cielos (Mt.5, 12)

     “Mientras nosotros recogíamos las uvas en el viñedo del eremitorio, el superior me pidió que fuera a llenar la jarra al pozo del eremitorio. Apenas llegué, amarré la cuerda al asa de la jarra. Con el afán, la tiré, descuidadamente, al pozo, sin darme cuenta que el padre Chárbel estaba detrás de mí mirando, y me dijo: “Hermano, San Antonio escogió el discernimiento. En tanto que usted arriesga quebrar la jarra tirándola con fuerza al pozo. Y eso va contra la pobreza”. Yo le contesté con dureza: “¡Váyase a su iglesia. Usted vive en el eremitorio dándoselas de santo!”. Él me respondió, gentil y dulcemente, con la cabeza baja: “Perdóneme, hermano, por el amor de Cristo”. Y cada uno nos retiramos por nuestro lado; él, a la iglesia y yo, al viñedo”759. “Cada vez que un incidente llevaba a protestas, era él quien se adelantaba  al hermano para decirle: “Perdóneme”760.

 

-Así persiguieron a los profetas que vinieron antes que ustedes (Mt.5, 12)

     “Un día, mientras yo trabajaba  en la viña del eremitorio con algunos obreros del convento, vi al padre Chárbel arrancando las cepas de la viña, del camino de las vacas. En ésas, pasó una vaca y pisoteó una, y la quebró. Intervino el padre Macario diciéndole: “He ahí una cepa quebrada a causa de su negligencia”761.”¿Qué fue lo que hizo? ¿Por qué las dejó  a los pies de las vacas?”762. Inmediatamente se arrodilló, los brazos cruzados, diciendo”763: “Perdóneme, por el amor de Cristo”764. Silencioso, rogaba y pedía perdón por su mala acción”765.

     “Me contó el padre Macario, también, que, un día, el padre Chárbel le respondió: “¡Si yo soy un burro, padre. Téngame paciencia y sopórteme, por el amor de Cristo!”766.

 

        

M: No se oirá en las plazas su voz (Mt 12,19)

I.Introducción

     “El monje debe guardar, con discernimiento, el silencio”767. Por eso “él hablaba muy raramente. No dejaba escuchar su voz sino leyendo el Evangelio, en las palabas de la consagración”768 y “en el coro”769. “No se dirigía ni a hombres, ni a mujeres ni a monjes”770. “Vivía la Regla. No se le veía sino en la capilla o en el trabajo, sin dejar escuchar una palabra. No buscaba el entretenimiento con visitantes o arrieros. En el trabajo no conversaba con nadie”771. “No se distraía, preocupado por las noticias de la gente o de alguna persona en particular. Si alguien le preguntaba algo, respondía amable, calmada y brevemente”772.

     “Pasaba en silencio las reuniones de regocijo, por mortificación. Pero estaba dispuesto a hablar cuando le preguntaban asuntos espirituales o teológicos. Entonces sí, allí se explayaba con agrado en sus respuestas!773. “Si no, su vida sería semejante a la de los enclaustrados que viven en silencio”774. “Su lengua no estaba dedicada más que para vacar en la oración con Dios y meditar en Él”775. “Era un monje contemplativo: sólo trabajo, oración y silencio”776. “Sus palabras eran una lección de humildad profunda”777, de tal suerte, que se tomaban como palabras venidas del cielo, como de un hombre que vivía en otro mundo”778. “Fuera de sus conversaciones con los superiores”779, “no se permitía hablar con los demás, sino de asuntos espirituales”780.

     “En la capilla, como en el eremitorio, se asemejaba a un ángel. No se sentía”781 “sino en la misa”782. “Silencioso en el trabajo”783, “de un mutismo asombroso”784. “Yo me extrañaba cómo podría vivir así, en el silencio, la austeridad, la oración y el trabajo. Yo no comprendía el significado y los detalles de todo eso, como lo entiendo hoy. Terminé por comprender que era santo. Es la palabra que repiten todos aquellos que lo conocieron”785. “La renuncia a hablar era para nosotros un fenómeno extraño. Y el padre Chárbel vivió así cincuenta años, entre el convento y el eremitorio, en el silencio, en el trabajo y en la oración. Austero en el vestir y en el comer, sin conocer el descanso y los gozos humanos”786.

 

II: Relatos y acontecimientos

1-Cuando es necesario

     “Nuestra Regla obliga guardar el silencio después del rezo del oficio de Completas, en el comedor y en la capilla. Durante ese tiempo, él no respondía a los monjes, sino cuando era necesario hacerlo. Los cohermanos lo imitaban y lo presentaban como un modelo para los novicios, durante la vida y después de muerto. De entre todos los monjes, ninguno lo igualó en la observancia de la Regla”787.

 

2-Una mecha que nunca se extingue (Mt. 12, 19)

     “Si alguno de los novicios infringía la Regla, él no lo acusaba ante el superior. Se hacía el sordomudo, sin meterse en nada, ciñéndose, solamente, a las órdenes que le daban”788.

 

3-Me perdí del camino

     “Un día fue a Mechmeche para participar en un funeral, y no volvió hasta el atardecer. Le pregunté por qué había tardado, y me respondió: “Me perdí del camino. La neblina era muy densa y fui a dar a Huyula. Volví a tomar el camino, orientándome, poco a poco, hasta llegar al convento”. Le repliqué: “¿Y fue que no encontró a nadie por el camino?” Me respondió: “Sí, con muchos”. Insistí: “¿Entonces, por qué no preguntó por dónde iba el camino al convento?”  Se quedó callado. En efecto, él no preguntaba ni se dirigía a nadie, así se extraviara del camino. Era un caso particular. Ni místicos ni ermitaños han vivido como él. Nunca he visto un caso parecido, ni antes ni después de él, entre monjes, laicos, sacerdotes y obispos. ¡Dios resplandece entre sus santos! El caso de este monje era extraordinariamente asombroso”789.

 

4-Muy, muy parco en palabras

     “Lo conocí muy, muy parco en palabras. Una vez me preguntó: “¿De dónde viene usted?” Y otra vez me preguntó: “¿Dónde estudia usted?”  Respondí: “En Kfifane”. Él continuó: “Dice el Evangelio: “Ustedes son, en verdad, mis discípulos”. ¿Cuál es la función gramatical de  “en verdad”? Le respondí, según sabía. A mi vez, le hice una pregunta gramatical. Me respondió: “Hermano, yo no sé”790.

 

5-No pronunció ni una palabra

     “Conocí, personalmente, al padre Chárbel, entre 1893 y 1895, pues yo hacía una visita de inspección a los ermitaños de mi orden, en compañía de otros cuatro monjes: el padre Abraham Harfuche, el padre José Guebale, y no recuerdo el nombre de los otros dos. Nos recibió el padre Macario, a quien le pedimos que llamara al padre Chárbel. Vino. Lo saludamos besándole la mano y le pedimos su bendición. Él nos preguntó: “¿De dónde vienen, hermanos?” Le respondimos, y cada uno se presentó diciendo su nombre, su convento y su pueblo natal. Él nos preguntó: “¿Habrá fallecido alguno de nuestros cohermanos en los conventos que ustedes han visitado, para celebrar una misa por el descanso de su alma?” Le respondimos que no. Y él se retiró a su celda, dejándonos con su compañero, quien nos dijo: “Permítanme preparar la comida. Es la hora de comer; y ustedes comerán con nosotros”. Tomó una vasija de barro; metió allí pedazos de pan duro con algunas legumbres y les echó un poco de vinagre, de cebolla y ajo. Después llamó al padre Chárbel a comer, invitándonos a compartir con ellos. Le agradecimos, pero no aceptamos. Mientras comían, el padre Chárbel no pronunció ni una palabra”792. En tanto que el padre Macario continuó conversando con nosotros”793

 

6-¿Practicas tus deberes religiosos?

        “Una vez vino su hermano de Bqaakafra para visitarlo. Tocó a la puerta. Fue el padre Chárbel para ver quién tocaba, sin abrir la puerta. El visitante respondió: “Soy el hermano del ermitaño Chárbel”. El ermitaño le contestó: “Espere un momento para decirle a mi compañero a ver si él permite que le abra la puerta”. Fue donde el padre Macario, y le dijo: “Mi hermano está en la puerta. ¿Me permite que le abra?” “Claro que sí, le respondió. Recíbalo”. Durante su encuentro con él no hacía sino repetir la misma cosa: “¿Cómo está usted? ¿Está usted bien? ¿Practica usted  los deberes religiosos, lo mismo que su familia?” Y poco después lo despidió”794.

 

7-Como San Néstor

      “Él hacía como San Néstor que, en el momento de ingresar al convento, encontró un burro en la puerta. Y se dijo: “Néstor, Néstor, tú y este burro sois iguales. Si el burro pudiera hablar, tú también podrás  hablar en el convento”.

     “Después de mi experiencia personal con el padre Chárbel, me pareció inteligente, conocedor de la teología mística y apasionado por el estudio. En todo caso, se portó como Néstor: un burro en su silencio; un filósofo en su oración y en su tren de vida; y un anacoreta en el convento. Nunca le oí decir: “Estoy cansado; tengo hambre o tengo sed”795.

 

8-A la escucha del amado (Lc. 10, 39)

     “No obstante que el padre Chárbel no era tonto ni malhumorado, y de temperamento taciturno, punto débil de los que odian el trato con la gente, hay que decir que él habría decidido que su lengua no hablara sino para alabar a Dios, contestar a los superiores, por obediencia, y la disponibilidad para cumplir alguna misión de caridad al prójimo, en asuntos espirituales. Es por eso por lo que hablaba tan poco, no tomando la iniciativa en el hablar, sino raramente. Más que todo, no lo hacía sino para responder a una pregunta. Así, que él se distinguía de entre los ermitaños, no solamente por la observancia del reglamento del eremitorio, sino también por su silencio perpetuo y su trabajo continuo. Su vida era una cadena ininterrumpida que constaba de tres eslabones: la observancia a la Regla, la oración y el trabajo, a lo que añadía el silencio. Se parecía a los monjes contemplativos silenciosos, más que a un monje libanés. Todos los otros ermitaños se asombraban de su  perpetuo gran silencio”796.

 

9-No me contestaba

     “Cuando yo le ayudaba a arrancar los arbustos espinosos y los troncos de árbol, no abría la boca ni me dirigía la palabra. Y cuando yo me aburría con tanto silencio, le hablaba, pero él no me contestaba”797.

 

10-Nada lo distraía

     “Frecuenté a los monjes y a los ermitaños, todos venerables, pero ninguno se parecía al padre Chárbel. Los otros ermitaños, los que ya han fallecido, hablaban con nosotros; y los que aún viven, tampoco dejan de dialogar con la gente, cuando los visitan, gustando de tener noticias. En tanto que el padre Chárbel no conversaba con nadie, ni se distraía con nada, ni le miraba la cara a nadie”798.

 

11-La gente lo creía mudo

     “El padre Chárbel era un ángel con cuerpo humano, un filósofo sin teorías, un ideal de santidad y de perfección. Tenía lengua, pero la gente lo creía mudo”799, como un niñito en brazos de su madre; con la sola diferencia de que no se le escuchaba su voz”800.

 

12-Escasamente hablaba

     “Durante el tiempo que pasé en el convento de San Marón, en vida del padre Chárbel, no pude ver en él sino al hombre silencioso, aislado, no solamente de la gente, sino también de los monjes. No se movía sino por orden de obediencia, como si fuera un robot. No me hablaba, por lo que no les puedo contar anécdotas de su vida. No se interesaba por nada, como para poder contarles su trato con la gente”801. “Trabajaba cuatro o cinco horas con los novicios, que charlaban a su alrededor, mientras él permanecía en silencio. No hablaba sino  raramente”802.

 

13-No me conversaba

     “Nunca conversó conmigo, a diferencia de los otros ermitaños que sí me hablaban. Jamás lo vi mezclándose con los visitantes o con otros. Y cuando alguno le pedía que lo bendijera, él lo hacía, asperjándolos primero”803

 

 

N: Voy completando lo que aún falta al total de los sufrimientos de Cristo (Col 1,24)

I.Introducción

     “El monje debe dar gracias a Dios, más por la enfermedad que por la buena salud, confiando que es una prueba para su bien”804. “El padre Chárbel adolecía de atroces dolores de estómago, pero no seguía ningún tratamiento, y ni siquiera tomaba un calmante cuando el dolor se le hacía insoportable, repitiendo siempre: “Que se haga la voluntad de Dios”805. “Soportó cólicos crónicos que se le agravaban en la estación de las nieves, sin quejarse ni hacerse ningún tratamiento. Nunca habló a nadie de su estado de salud, ni pidió que lo visitara algún médico”806, “ni probaba gota de algún refresco en el estío, ni algo caliente en el invierno, a pesar del frío cortante del eremitorio”807. “Jamás dijo que estaba enfermo”808. “Portaba el hábito en verano y en invierno, y no se calentaba al calor del fuego, como lo hacían los otros ermitaños, pasando el tiempo orando en la capilla, arrodillado y a menudo en pleno piso, sin alfombra”809. “Permanentemente llevaba puesto el cilicio”810, “directamente sobre la piel; no sobre la franela”811. “Yo me preguntaba cómo podía soportar eso, sobre todo en verano”812. “Se ponía un cinturón con púas, ceñido directamente a la carne”813. “Según testimonio de sus compañeros, se azotaba”814. “No me entreguéis al mundo ni me seduzcáis con las cosas materiales; dejad que pueda contemplar la luz pura; entonces seré hombre en pleno sentido. Permitidme que imite la pasión de mi Señor”815.

 

II: Relatos y acontecimientos

1-Un cese contra la pobreza sobre mi conciencia

     “Cualquier cosa que viniera, sea de Dios o de los hombres, él lo aceptaba con paciencia y serenidad, como el cólico816 crónico del que fue aquejado. Nunca se hacía un tratamiento médico, soportando sus dolores con una paciencia asombrosa, ocultando sus sufrimientos a los demás, con discreción”817.  “Pues, bien, una vez, mientras nosotros trabajábamos en el viñedo del eremitorio, el hermano Elías Al Mahrini, responsable del campo, el obrero Salomón Al Manzili y yo, y estando también el padre Chárbel y el padre Macario, su compañero del eremitorio, resultó que el padre Chárbel comenzó a agarrarse, a doblar la espalda, a apretar el hacha, dejando escapar un gemido a causa del sufrimiento. Le pregunté al padre Macario: “¿Qué le pasa al ermitaño? ¡Lo veo sufrir!” Me respondió: “Lo cogió una crisis de cólico renal”. Le repliqué: “Que se vaya a reposar. Pediremos otro obrero que lo reemplace”. El padre Macario me contestó: “Él quiere dominarse a sí mismo”. Mientras nosotros continuábamos el trabajo y otro trabajador nos había dejado atrás en el surco, he aquí que el padre Chárbel se dirigió hacia una cepa para desviarla del camino de los bueyes, dando gemidos más agudos que antes, lo que quería decir que el mal se había agravado. Le dije: “Vaya despacio, maestro, yo  atajo los bueyes”. Y me respondió con una voz entrecortada: “Maestro, eso sería un cese contra la pobreza sobre mi conciencia”, siguiendo su trabajo todo el día, a pesar de su dolor. Por la tarde nos fuimos a comer lentejas con ensalada de verdolaga. Yo vi al padre Chárbel recogiendo los tallos de verdolaga, partirlos y comerlos”818. “Al amanecer, noté que él se debatía a causa de un dolor insoportable. A mi pregunta, el padre Macario me respondió: “Le vuelve el cólico”. Entonces tuve compasión de él y le rogué que dejara el trabajo. Él no quiso dejarlo, perseverando todo el día en la labor con aplicación constante, como si gozara de buena salud”819.

 

2-Bañado en lágrimas

     “Acerca de esto, ustedes pueden notar que toda su vida fue una continuación de sufrimientos, hasta el punto que su cuerpo se adaptó a su alma y allí encontró reposo, de tal suerte que sometió completamente sus sentidos al dominio de su espíritu. La negación de sí mismo se volvió en él algo natural, como una escapatoria donde él encontraba satisfacción, tras largos años de practicar la mortificación. Yo me recuerdo que, en mayo de 1897, nosotros estábamos trabajando en el viñedo del eremitorio. Llegó la hora del desayuno. Pero el padre Chárbel continuó en la construcción  de los muros que rodeaban el viñedo. Le pedí a su compañero, el padre Macario, que lo llamara para desayunar. Me respondió: “Él sólo come después de medio día”. A la hora del almuerzo, continuaba su trabajo de los  muros. Volví a pedirle al padre Macario que le ordenara venir a comer con nosotros, por piedad a su fragilidad. Pero me respondió, diciendo: “Él comerá después”. En la tarde llevamos los bueyes a pastar al bosque. Un momento después volví al eremitorio para tomar agua. Entonces vi al padre Chárbel comiéndose los tallos de verdolaga que había recogido y picado. Ante esta escena, los ojos se me llenaron de lágrimas. Le achaqué al padre Macario la responsabilidad sobre el padre Chárbel, diciéndole: “Tenga compasión del ermitaño. Usted le deja comer los tallos de verdolaga después de un trabajo extenuante, su enfermedad y sus dolores. Me respondió “Él es feliz comiéndose eso; déjelo”.  Después me dije a mí mismo: “¿A qué distancia de su virtud estamos nosotros?” Verdaderamente él ha hecho suyas todas las penitencias de los padres del desierto (del alto Egipto). Él superó, y con mucho, todo aquello que leímos en el libro “Jardín de los monjes” y en el de “La perfección cristiana”820.

 

3-Me conmovió de pura piedad

     “Lo vi, una vez, cargar leña sobre sus espaldas, del fondo del bosque hasta el viñedo. Y, además, lo hacía con bultos pesados que subía al eremitorio. Allí me conmoví de pura piedad por  ese anciano que ya pasaba los 65 años. Le eché la culpa al padre Macario, su compañero, quien se disculpó, diciendo: “Así quiere él vencerse a sí mismo”821.

 

4-Arroz y mantequilla en el eremitorio

     “Una vez, el padre Macario le dijo: “Usted sufre de los riñones. Déjeme prepararle una sopa de arroz en mantequilla. Él respondió con una voz muy baja: “¿De arroz en mantequilla en el eremitorio? No”822.

 

5-Dolor  unido a la pasión de Cristo

     “Cuando le preguntaban por qué se amarraba una rama de uva alrededor de su cabeza y pelaje de cabra en su muñeca, algunas veces respondía: “Tengo dolor de cabeza, unido a la pasión de Cristo”823.

 

6-Nadie se daba cuenta de sus padecimientos

    “Oí decir que los ermitaños habían cocinado hierbas silvestres, entre ellas, una muy nociva. El padre Chárbel la comió, y se enfermó, sin quejarse. De todos modos, se le notó su malestar. Era que nadie se enteraba de sus sufrimientos y enfermedades”824.

 

7-Pisaba, descalzo, los arbustos espinosos

     “Cuando él vivía en el eremitorio, lo vi con un hábito deshilachado llevando un bulto de arbustos espinosos que él había amarrado con una cuerda, pisándolo, descalzo, y sangrándole los pies”825.

 

8-Medias de lana

     “Una vez, el superior le mandó ponerse medias, hechas caseramente con hilos gruesos de lana, para protegerse los pies de la humedad, pues él sufría de cólicos estomacales. Las llevó una sola vez, por obediencia, y no volvió a ponérselas en toda la vida”826.

 

9-Se calentaba poco

     “Cuando hacía mucho frio, en invierno, el padre Macario lo llamaba a la cocina para que se calentara. Por obediencia, él lo hacía por breves momentos. Después, se retiraba para irse a dormir a su celda, mientras su compañero dormía al lado del fuego, dado el frío cortante que hacía en el interior del eremitorio”827.

 

10-Me burlé de él

     “Una vez, cuando él arrancaba los arbustos espinosos del campo para plantar un seto del viñedo,  lo vi que se retiró a un lugar aislado, creyendo que nadie la veía. Se quitó el hábito para sacarle las pulgas y los piojos. La curiosidad me llevó a acercarme más para mirarlo sin hábito. Y vi que llevaba el cilicio debajo, sin franela. Comencé a reírme de él, sin comprender el sentido de su austeridad, hasta después de su muerte y las manifestaciones de sus milagros”828.

 

11-No debo darme el lujo de complacerme con dulces

     “Una vez, el padre Macario le propuso hacerle una tisana con hierbas amargas, como un calmante contra los dolores que lo aquejaban. Él aceptó, a condición de que no pusiera azúcar. Su compañero le dijo: “¡Pero si las hierbas son muy amargas, imposible beberlas sin azúcar!”. El padre Chárbel le replicó: “Yo no tengo el derecho de complacerme con dulces! Mi Señor Jesús bebió hiel y vinagre en la cruz, como calmante para su sed y sus dolores”829. “A través de mis lágrimas me sonrío cuando contemplo tu pasión, oh Jesús”830.

 

12-La hemiplejía

     “Le oí contar a mi tía, Rosa, que, cuatro años antes de la muerte del padre Chárbel, fue atacado de hemiplejía, de la que se curó”831

 

 

 

O: Eterna paz

I.Introducción

     “Su fortaleza era excepcional, pues le venía del cielo y no de la tierra. Uno lo veía siempre sonriente y amable como si todo caminara sobre rosas”832. “Jamás oí decir que irrespetara a alguien, discutir o quejarse de algún trabajo, en verano o en invierno”833. “Cuando los rayos se precipitaban sobre el pararrayos del eremitorio, no se movía un ápice en la capilla, donde rezaba”834. “Soportaba todas las dificultades, a pesar las tribulaciones que le causaban, convirtiéndolas en dones sobrenaturales. Se sometía a mortificaciones que no eran obligatorias, como: ayuno continuo, largas vigilias, vivir sin calefacción, no obstante el frío glacial”835.”Soportaba los cólicos que, a veces, lo atacaban durante las horas de trabajo. Su compañero, el padre Macario, le decía: “Váyase a descansar y a orar delante del Santísimo Sacramente”. Él obedecía. No se fastidiaba ni se quejaba de sus dolencias”836. “Realizaba su trabajo bajo el efecto del dolor, en silencio”837, “sin intentar atenuarlo”838, repitiendo: “¡Oh Jesús; oh María!”839.

 

2-Ante las provocaciones

     “Cuando lo llamaban, él se presentaba y saludaba, según su costumbre, empleando la expresión: “¡Gloria a Dios!”. Cruzaba los brazos, y no se sentaba hasta que se lo ordenaran. Si no, se quedaba de pie. Si alguno lo saludaba, diciendo: ¡Gloria a Dios!”840, él respondía: “Que Dios lo bendiga”841. “Era sereno, serio, de carácter dulce, dócil como una paloma”842; “más aún, era la docilidad, la gentileza y la amabilidad en persona. El que lo veía, lo amaba espontáneamente”843. “Si alguien venía a molestarlo, lo soportaba con magnanimidad y afabilidad, también”844. “Al verlo en la oración, en su diálogo íntimo con la Omnipotencia divina, uno se quedaba asombrado ante tal actitud recogida, edificante y ejemplar, que despedía su devoción y su piedad, en todos sus rasgos, todo el  tiempo. Cuando oraba, su rostro resplandecía con una luz celestial”845. “En el eremitorio, cuando él se encontraba con alguien por el largo y estrecho pasadizo, él se pegaba contra la pared, no dejando que su hábito tocara al que pasaba”846.

 

3-En todo

     “Vivía en la presencia de Dios. Exterior e interiormente testimoniaba que él no se preocupaba sino de Dios. En su oración, su misa y su trabajo, estaba con Dios. Que lo alabaran o lo insultaran, que los monjes estuvieran  contentos o no con él, le importaba poco. Él permanecía imperturbable, absteniéndose ante las seducciones del  mundo y sus vanidades, atenido a su comprtamiento”847. “Lo único que le interesaba era cumplir sus obligaciones, sin la menor intención de granjearse la alabanza de los demás, y no permitiéndose halagar a nadie. Si demostraba el interés por algún cohermano, lo hacía solamente en cumplimiento  del mandato de la caridad. Revelaba la simplicidad monástica en sus palabras, sus trabajos y su vestido. No acusaba a ninguno de sus cohermanos o trabajadores ante los superiores, ni se metía con nadie”848.

 

II: Relatos y acontecimientos

1-Dios arregla las cosas

     “No se dejaba llevar de las emociones, como la tristeza, por ejemplo. Cualquier cosa que ocurriera en el convento: tribulaciones de algún cohermano, o cosas divertidas, él guardaba siempre el mismo talante ante todas las situaciones. . Confiando en Dios, repetía esta expresión: “Dios arregla las cosas; es la voluntad de Dios”849.

 

2-Peregrino hacia la eternidad

     “Yo sé que él tenía absoluta esperanza en Dios porque abandonó el mundo y se consagró a su servicio. Toda su vida estuvo repleta de obras, ajenas de todo artificio mundano y de toda vanidad, teniendo sólo por meta la eternidad. No se permitió ninguna satisfacción de cosas mundanas ni se entristeció por cosas terrenas, soliendo decir: “Que se haga la voluntad de Dios. ¿Qué tenemos en este mundo? Aquí no somos más que peregrinos hacia la eternidad”850.

 

3-Corazón y mente en el cielo

     “No hablaba de las cosas de la tierra. Más bien le entretenían las conversaciones sobre el cielo. Nada le atraía de la tierra, ni deseaba más riquezas para el convento, como la posesión de tierras. No manifestaba gozo ante una abultada colecta, o su buena salud o cualquier otro acontecimiento  divertido. Su rostro llevaba siempre el cariz del abandono a la voluntad divina. No hablaba ni de la familia, ni de parientes, ni se atribuía algún trabajo digno de agradecimiento ni de ninguno esperaba ayuda alguna. Nunca anduvo en búsqueda de la satisfacción de un superior llevando a cabo un servicio que le hubiere pedido. En una palabra, su corazón y su mente estaban orientados al cielo. Para él todo aquello que dependiera de lo humano, lo consideraba como un desecho”851.

 

4-Recen por él

     “Manifestaba  una inmensa confianza en Dios. Es por eso por lo que, cuando los padres de un enfermo venían a suplicarle, pidiéndole que rezara por la curación de su enfermedad, él respondía, a veces: “Su hijo enfermo goza de salud. Recen por él”, como si la voluntad de Dios le hubiera inspirado que les comunicara eso. Otras veces les replicaba: “Imploren, recen por él”. Al decir esto, él se unía a su oración y les recomendaba confiar en Dios. En otras ocasiones, los consolaba con el consejo de armarse de paciencia y abandonarse en las manos de Dios. Esto que acabo de relatar, lo dije para resaltar el cumplimiento de sus obligaciones, de su observancia a la Regla y su extraordinaria ascesis, para mostrarles la virtud de su esperanza en sus más bellas manifestaciones. No se regocijaba si a alguno de los sacerdotes lo ascendían, ni tampoco se entristecía por la muerte de algunos de sus cohermanos, ni se preocupaba de la pobreza o la riqueza de sus familiares. En definitiva, vivía la ecuanimidad interior, tanto en el gozo como en la tristeza y en la tribulación como en el bienestar”852.

 

5-Que se haga su voluntad

     “No se confiaba de nadie, sino de sólo Dios. Para él, la vida no valía nada. No se apegaba ni al dinero, ni a las propiedades ni a la familia. Ante los desastres, no se alarmaba, repitiendo su habitual expresión: “Que se haga su voluntad”. Jamás se juntó con los demás. Su trato con los superiores era para lo estrictamente necesario: se le ordenaba, y él obedecía sin vacilar. Supe que, una vez, vinieron sus familiares para visitarlo, y él ni los miró”853.

 

6-El reguero de las brasas

      “Le oí decir al padre Simeón de Ehmej, ermitaño, que vivió algún tiempo con el padre Chárbel en el eremitorio del convento de San  Marón, que el padre Chárbel era un monje ejemplar en sus mortificaciones, en su oración, en su pobreza, en su obediencia y en sus virtudes monásticas. Según el padre Simeón, los ermitaños debían celebrar sus misas separadamente. El padre Chárbel ayudaba las misas de sus compañeros. El padre Macario de Mechmeche y el antes mencionado, el padre Simeón de Ehmej, a cambio, le ayudaban  su misa, por turno. De esto los eximió a los dos el frío del invierno. Un día, cuando hacía un frío glacial y se acumuló una nieve muy compacta, el padre Chárbel les ayudó sus misas, los cuales, justo acabada sus misas, se fueron a calentarse al fuego, mientras el padre Chárbel se preparaba para celebrar la suya. Estos dos ermitaños, al calor del fuego, se adormecieron. Cuando, de pronto, la estufa se chocó contra la pared. Brincaron las brasas y la ceniza que se regaron sobre los durmientes. Se despertaron aterrorizados, y salieron a toda carrera hacia la capilla, donde encontraron al padre Chárbel revestido para la misa, de pie, delante del altar, esperando que alguien viniera a ayudársela. A su llegada, no manifestó ninguna contradicción. No pronunció ni una palabra de protesta. Ellos tomaron el incidente de las brasas como una advertencia para que se despertaran, a fin de ayudarle la misa a su compañero anacoreta”856.

 

7-Trabajaba para que los monjes descansaran

     “No se preocupaba de complacer a los monjes y a los que lo conocían sólo por granjearse elogios  y en busca de alabanzas. En lo que hacía, no deseaba otra cosa que el descanso de los monjes y el bien del convento, convencido que con ello glorificaba a Dios y trabajaba por la salvación de su alma. Cuando un cohermano le mandaba efectuar un trabajo, como la elaboración del pan, por ejemplo, o bien, cualquier otro trabajo, pensaba que era porque se encontraba fatigado y necesitaba descanso. Entonces, él pedía permiso a su compañero para reemplazarlo y efectuar por él el trabajo, hasta media noche, si era el caso, no permitiéndose abandonar a los otros trabajadores hasta cumplida enteramente la misión confiada, y siendo que él estaba en ayuno”857. “A cualquiera que le pedía un servicio, le respondía: “A sus órdenes, hermano”858.

 

 

P: Nadie les podrá arrebatar la alegría (Jn 16,22)

I.Introducción

1-Alegre

     “Era siempre dócil y alegre”859, “feliz en Dios”860, “afable”861, “contento de vivir así. No se aburría ni con el frío ni con el calor”862, “no se quejaba de nada”863. “Era sobrio”864, “paciente, alegre, exento de aburrimiento, de tristeza, de problemas y de aflicciones”865. “Vivió en una ascesis espontánea, fácil y gozosa hasta el último día de su vida”866, “con asiduidad y llena su alma de alegría”867; “alegría en todos los trabajos que hacía”868, “sin interrupción, a tal ritmo que no muchos podían seguirlo. Siempre feliz y risueño”869, “en progreso continuo, rápido y fácil”870. “No vacilaba ni renegaba”871. “Llevaba su tren de vida con equilibrio y gozo”872.

 

2-Servía con gozo

     “Se consideraba servidor de los demás, haciendo gozosamente no sólo lo que le mandaban los superiores, sino también, lo que los otros le pedían, comprendidos  los novicios y los empleados. Se comportaba con ellos como el asno con su dueño”873. “Obedecía con gozo y vivacidad a un empleado o sirviente del convento”874; “amable y respetuoso con todo el mundo. Manifestaba satisfacción en todos los servicios que le pedían, aun de los subalternos, como los empleados”875 “y los obreros que trabajaban en el convento o en el viñedo del eremitorio”876, “servicios que él realizaba a la perfección, con facilidad y alegría”877, “igual que todos los servicios y trabajos”878. “Encontraba satisfacción cuando le mandaban hacer un trabajo difícil por otro cohermano. Lo realizaba con afabilidad”879.

     “Cuando el superior lo mandaba a visitar enfermos para orar por ellos y bendecirlos, lo hacía con disponibilidad y gozo. Tenía gran celo por la salvación de la gente, recibiendo gentilmente a los hombres que quisieran confesarse con él, haciendo lo mejor posible por llevarlos a la conversión”880.

 

3-Los gozos del alma

     “Cuando uno le hablaba de un gran acontecimiento o de un hecho risible, respondía brevemente con una sonrisa amable”881, “pues raramente uno lo veía reír. Diferente era cuando se encontraba forzado, por obediencia, a hacer alguna charla teológica. Tomaba una postura afable882, dirigiéndose a cada persona con amabilidad”883. No paraba mientes en el interés que uno le ponía, para que no fuera un obstáculo en su amor a Dios. Gozosamente realizaba sus obligaciones”884. “Nunca se aburría con las cosas espirituales; más aún, encontraba satisfacción en ellas”885. “Ante el Santísimo Sacramento lanzaba profundos suspiros que expresaban su intenso amor a Dios, oculto en el Sagario”886. “Cuando comía y bebía  el cuerpo y la sangre de Cristo, parecía que participara del banquete más placentero del mundo, comiendo y bebiendo en una mesa celestial”887. “No disfrutaba, ni descansaba ni gozaba sino en la capilla, delante del Santísimo Sacramento”888,  “en la misa y en la oración”889.

 

4-Una felicidad contagiosa

     “Yo sentía un gozo enorme cuando le ayudaba la misa, sin saber por qué. ¡Loado sea Dios!”890. “Algunas veces, después de media noche, yo rezaba el rosario con él, en la capilla. Lo rezaba de rodillas, con todo el gozo y el ardor que lo inundaba, y a mí me penetraba. Yo anhelaba, con todas las veras de mi alma, que me llamara para participar con él el rezo del rosario”891, “pues junto con él, un ardor inusual invadía mi alma892. Silencioso como era, comprometía a todo el mundo en el silencio, e imponía moderación en las conversaciones. Todos eran felices trabajando con él”893.

 

II: Relatos y acontecimientos

1-La delicia misma

     “Apenas llegué al eremitorio, le mostré al padre Chárbel la autorización del superior general, dirigiéndose a él, para que me predicara unos retiros espirituales antes de mi ordenación sacerdotal. El padre Chárbel me dijo: “¿Eres maestro en Israel894 y necesitas de uno como el padre Chárbel para predicarte unos retiros? En fin, estoy a su disposición en lo que usted desea”. Hubiera querido que esos retiros hubieran durado más de una semana. Al escuchar sus palabras, tenía la impresión de estar saboreando el maná895 con miel, porque sus palabras taladraban las rocas. Para su oyente, eran la delicia misma. Por eso me prometí pasar todas mis vacaciones con él, en el eremitorio, él tiempo que él viviera. Después de haber tomado esta resolución, pasé con él mis vacaciones durante cuatro años seguidos. Cada vez él me recibía con una amabilidad angélica”896.

 

2-Respondió sonriendo

     “Muy a menudo, nos acompañó para sembrar el trigo con nosotros, al pedírselo el responsable del trabajo, y con el permiso del superior del convento. Un día, todos, novicios y trabajadores, después de haber terminado la siembra de un campo, más arriba de la fuente, pasamos a otro campo y transportamos inmediatamente todas las herramientas y las cosas necesarias. Unos trabajadores y yo nos encargamos de los bueyes y del arado, mientras que los otros, novicios, el padre Chárbel y el resto de los trabajadores, debían transportar todo lo que se necesitara”897. “Nosotros sabíamos hasta qué punto el padre Chárbel profesaba la obediencia. Por curiosidad, quisimos ponerle a prueba esa virtud”898. “En honor a la verdad, debo decir que el siguiente hecho sucedió delante de mí”899. “Juntamos los picos, la jarra del agua, el botijo, la canasta grande con las semillas y el cubo de la comida”900. “A manera de diversión, le pedí que llevara todas esas cosas. Él respondió: “A sus órdenes”901. “Comenzamos a cargarle todo eso, pieza por pieza, cosa que él aceptó gustosamente. Se terció los picos al hombro, y sobre el otro se puso la canasta; la jarra en una mano y el cubo por el brazo hacia el codo”902. “Le dijimos: “lleve, también el botijo”. Nos respondió: “¿Y cómo lo llevo?”. Le replicamos: “Tómelo con el dedo meñique”. Él obedeció”903. “Quedaron por tierra algunas cosas que ya no podía llevar. Y nos comenzamos a reír. Él nos miró y nos dijo, sonriendo: “¡Ay de aquellos que cargan fardos pesados sobre los demás, y ellos mismos no están dispuestos a moverlos con un dedo”, y partió satisfecho y contento con su carga. Nosotros llevamos el resto”904.

 

3-Con gozo y alegría

     “el padre Chárbel no sólo renunció a los bienes y a los honores del mundo, sino que también inmoló su voluntad, que es lo que más le cuesta al hombre.  La repudió con menosprecio, siguiendo el mandato e Cristo, que dijo: “El que no renuncia a todas las cosas y aun a sí mismo, es decir, a su propia voluntad, no puede ser mi discípulo”. De allí, su ciega sumisión al superior, como la de un niñito a sus padres. Él se sometió a los cohermanos, aun al más joven de ellos, y no solamente en lo que fuera  agradable y útil, sino también, en aquello que contradecía su opinión. Se prestaba a realizar las órdenes sin preguntar ni rechazar. Más aún, con gozo y alegría. Todo el mundo sabía que cuando terminaba el trabajo confiado por su compañero o por un trabajador del eremitorio, se paraba, los brazos cruzados, y decía: “Padre, o hermano, ya terminé el trabajo. ¿Qué quiere que haga, ahora?”905



 

Q: Un amor asombroso (Jn 1,13)

I.Introducción

1-Su corazón en Dios

     “En el juicio final, el pecador no se preocupará por la severidad del juicio sino por la asombrosa admiración ante la grandeza del amor divino. Cualquiera que comparezca vacío de amor ante el Señor, morirá de vergüenza”906. Es que  “él demostraba lo que sentía en su corazón. Decía: “Para ti es mi corazón, Dios mío”. Él se lo ofreció enteramente, sin dejarse arrastrar ni un día por el amor terreno”907. “Su alma se inflamaba del fuego del amor de Dios. El tiempo que pasaba delante del Santísimo Sacramento le enternecía demasiado su corazón. No es de extrañarse, pues el amante vive fascinado de estar a la sombra del amado y gozar de su compañía. El corazón del hombre está allí donde se encuentra su tesoro”908. Lo dice el libro de los Proverbios. El padre Chárbel pasaba gran parte de su tiempo, sin despreciar el más mínimo momento libre, delante del Santísimo Sacramento, de rodillas y en éxtasis, sin inmutarse, como el día aquel en que un rayo cayó en el eremitorio”909.

     “Prefirió su amor a Dios al suyo propio, que entregó a Dios. A nada se apegó: ni al vestido, ni a la comida, ni al descanso, sacrificándolo todo por amor al Altísimo. Tal punto alcanzó su amor a Dios, que deseaba despreciarse y considerarse una nada”910. “Durante toda su vida jamás se interesó por ganar la admiración del superior o la amistad de algún cohermano”911, “ni tener noticias de su familia, ni de los demás ni de los propios monjes”912. “Nunca se dejó arrastrar por una conversación con los que lo rodeaban”913, “ni tampoco se afanó en algún trabajo por complacer a alguien o complacerse a sí mismo. Lo realizaba por obediencia”914. “No existía para sí mismo sino, enteramente, para Dios”915. “En su amor a Dios alcanzó un grado de sublimación tan elevado, que nos será muy difícil comprenderlo. No tenía voluntad sino para vivir siempre en la presencia de Dios, en la capilla, todo el tiempo que la autoridad le permitiera, para estar en meditación con Jesús, su amado”916.

 

2-Un corazón para todos

    “Prestaba ayuda al prójimo con sus oraciones, sin pretender ganarse su alabanza”917. “No tenía amistades particulares”918, “ni prefería a uno más que a otro de los cohermanos, sino que a todos los consideraba hermanos suyos, en Cristo”919, “bien que se inclinaba por los más virtuosos. No experimentó un sentimiento puramente humano”920. “Reemplazaba a sus cohermanos en los trabajos penosos, para procurarles descanso físico”921, haciendo él los oficios más humildes”922. “Cargaba las cajas de uvas sobre sus espaldas, lo mismo que la leña, sin que fuera mandado por el superior, sólo llevado del amor hacia los demás”923, “porque él estaba allí para amar a Dios y al prójimo, y no para odiarlos. Él vino para  padecer y ser despreciado, y no para ser alabado y descansar. Ha venido para servir y no para ser servido”924.

     “Oraba por la conversión de los pecadores y por el retorno a Dios de los extraviados del camino. No tenía enemigos”925. A veces atrasaba su misa para que los pastores de cabras, que venían de lejos, pudieran participar de la Eucaristía, especialmente los domingos y los días de fiesta”926.

     “Manifestaba cariño y piedad hacia los pobres y los enfermos. Les permitía, a los hombres, entrar a calentarse y a secarse sus ropas empapadas por la lluvia. Las mujeres no venían en los días fríos y lluviosos, pues sabían que el padre Chárbel no las dejaría entrar al eremitorio”927. “Era caritativo con todo el mundo, pobres y ricos”928, hablando con los visitantes de cosas espirituales. A su compañero le dejaba la carga de la recepción de la gente y la comida. Y cuando los visitantes venían al eremitorio en su ausencia”929, “ofrecía”930 a un pobre o a algún hambriento”931 su propia comida, bien frugal, y él se quedaba en ayunas”932. “De esto he sido testigo muchas veces”933. “Lo hacía a ejemplo de Cristo, de quien se dijo: “Oh carpintero libre, cuya abnegación fue tu tesoro; generoso, diste tu pan a los menesterosos”934.

II. Relatos y acontecimientos

1-La familia de Chárbel (Mt. 12, 46-50)

     “Una vez, su hermano  y su hermana vinieron a visitarlo al eremitorio. Su compañero, el padre Macario, le avisó de su llegada. Él respondió: “Usted es mi hermano y mi hermana. Ofrézcales de comer y de beber. Luego despáchelos para que regresen al pueblo; y dígales que rezo por ellos para que se libren de las trampas del mundo”. Y no los recibió. Es de saber que, desde su entrada al convento hasta su muerte en el eremitorio, nunca volvió a la aldea donde su familia”935.

 

2-¿Quiere almorzar?

     “El reverendo padre Benito Masaad, de Aachkut, me contó que, una vez, vino al eremitorio a la hora del almuerzo de los ermitaños. Los dos le preguntaron si quería almorzar. Él aceptó. Pero sólo había comida para dos personas. Discretamente, el padre Chárbel se retiró, dejando su parte al visitante, y contentándose, después, con el raspado de la olla. Los ermitaños sólo comen una vez al día”936.

 

3-Esfuércense por conseguir el alimento que perdura (Jn. 6, 27)

     El padre Chárbel rezaba mucho por los enfermos y por la conversión de los pecadores. Daba consejos encaminados a conseguir la salvación. Consejos específicos para cada circunstancia particular. No dejo de recordar las palabras que él me dijo una vez: “No se preocupe por nada de este mundo, sino por el más allá y por el juicio, pues el que nos ha de juzgar conoce todo. No necesita que nadie se lo diga”. Se apiadaba por las almas del purgatorio, en particular, por aquellas que no tenían a nadie en la vida. Rezaba e invitaba a los otros a orar por ellas”937.

 

4-Se compadeció de ella

     “Una vez, cuando yo era un niño, acompañé a mi mamá, en noviembre, para participar en su misa del eremitorio. Ya de camino, nos cogió un diluvio y nos empapamos todo. Entré a la capilla y comencé a preparar las cosas para la misa del padre Chárbel. Me vio todo empapado de agua, de pies a cabeza. Me mandó ir a la cocina para secarme la ropa. Como yo no quise, él se compadeció de mí y me trajo un par de zapatos que me quedaron muy grandes. Al comienzo de la misa él dio la vuelta para incensar, y vio a mi mamá, de pie, al otro lado de la puerta, participando en la misa, bañada en agua de la lluvia. Él se compadeció de ella y me mandó  que la hiciera entrar a la capilla para que siguiera la misa, desde el fondo. Fue un caso raro, pues él no permitía que las mujeres entraran en la capilla. El frío glacial y el viento impetuoso lo hicieron compadecerse, y la mandó entrar”938.

 

5-Caridad con sus cohermanos

     “Una de sus más esclarecidas virtudes fue la caridad con sus cohermanos. No acusaba a nadie; era severo consigo mismo, pero clemente con los demás. Durante su largo período de vida monástica, en el convento de San Marón, en Annaya, fue querido por todo el mundo, extraños o no, viendo su imparcialidad y su discreción con unos y otros. En el convento se entregaba a realizar toda clase de trabajos inconclusos. Por aquella época, el superior, el padre Antonio de Mechmeche, dijo: “Tengo en el convento dos monjes excelentes, no solamente los mejores de nuestra Orden, sino, también, de entre todas las órdenes de la Iglesia. Son el padre Chárbel y el hermano Elías Al Mahrini”939.

 

6-Su caridad con el prójimo

     “Su caridad se manifestaba en los consejos que daba a los que se lo pedían y a los que venían de lejos a confesarse. Consejos encaminados a su salvación. Era cariñoso con los enfermos y con los que sufrían. Les bendecía el agua, toda la que quisieran, para el alivio de sus males y para asperjar el campo. Cuando el superior le confiaba misiones, él las cumplía aun fuera del convento o del eremitorio. Algunas veces salía de noche para orar a la cabecera de los enfermos y curarlos por su intercesión. Era amable con todo el mundo, cuando daba consejos y directrices a sus cohermanos, sirvientes y colonos asociados. Les ayudaba en sus trabajos”940.

 

7-Como la madre que mira por su bebé

     “Antiguamente había la costumbre de que, cuando un monje envejecía o se enfermaba, si había otro monje en el convento, pariente suyo o del mismo pueblo, éste se encargaba de cuidarlo. El padre Chárbel se limitaba solamente a visitarlo, como los otros monjes. En cambio, se le dedicaba, día y noche, a atender a los enfermos viejos que no tenían cohermanos de la familia o del mismo pueblo, como una mamá que cuida a su bebé. Me acuerdo que había en el convento de San Marón un monje llamado Moisés de Ehmej941 que estaba enfermo y era viejo y minusválido. Había un monje de su pueblo, el padre Eliseo942, pero ya viejo y chocho. Entonces el padre Chárbel, que se encargó de cuidarlo, no se separaba de él. Por la noche se acostaba a sus pies, en pura tierra. Un día que salió de la celda de su enfermo para ir a la capilla a orar y a celebrar la misa, noté que su sotana estaba llena de gargajos en la espalda. Le llamé la atención, y le dije: “Es indigno celebrar la misa con el hábito sucio. Fue y se lo cambió. Era que el enfermo escupía toda la noche, mientras el padre Chárbel dormía, por tierra, cerca de él”943.

 

8-Chárbel “el amante apasionado”

     “Tu amor es mi único sufrimiento, y cada vez que lo siento en mí, mi alma te desea más ardientemente. Déjame morir, Jesús, por amor a ti”944. “El corazón del padre Chárbel estaba enamorado de Jesús, y no concebía vivir sin él. Por eso repetía siempre: “Dios es mi amor, y eso me basta”945. “Todo lo que hacía lo realizaba por amor a Dios. El que ama, se entrega. De ahí, el sacrificio de su cuerpo, su voluntad, su mente y sus sentimientos al amor divino. Por Él, purificó su corazón del amor de su familia y de parientes; abandonó las glorias del mundo; se privó de sus delicias; no se resentía, no juzgaba, no descansaba y no se entregaba a otro gozo más que el de la capilla, delante del Santísimo Sacramento. En los días que nevaba y hacía frío, haciéndose imposible el trabajo exterior, y no habiendo nada que hacer adentro, pasaba su tiempo con Dios en largas visitas al Santísimo Sacramento. El que ama, piensa siempre en el amado y gasta las horas en su presencia. Toda la vida del padre Chárbel estuvo llena de Dios. Cuando alguien le dirigía la palabra, era como si lo despertara de un profundo sueño. Durante su trabajo, él estaba siempre inmerso en meditación con Dios. Yo no pienso que se haya apegado a algo de este mundo, o que hubiera dicho: “esto es mío, quiero aquello”. Su corazón jamás se inclinó por alguien. Cuando el amor de Dios alcanza su máxima intensidad, el cuerpo languidece y se derrite de pasión por el amado. Así, el padre Chárbel se gastó hasta quedar en sólo huesos con piel”946.

 

9-Déjeme hacerlo por usted

     “Su amor por el prójimo no tenía nada de atracción humana. Cuando veía a un empleado o a un cohermano efectuar un trabajo subyugante, él corría a decirle: “Déjeme hacerlo por usted”. Y se afanaba por hacer el trabajo duro, así no estuviera obligado a hacerlo, como la elaboración del pan y otros trabajos. Para ello pedía permiso al superior, y venía a ayudarnos, sin tener preferencia por este o aquel trabajo. A todo mundo le brindaba devoción, como si todos fueran su superior. No se juntaba con los visitantes. Se contentaba con rezar por su intención. Por orden del superior, iba a visitar los enfermos para orar por ellos”947.

 

10-Por el amor de Dios

     “Por el amor de Dios, él se sacrificaba con alegría y gozo, y daba pruebas de este amor fundamental cuando soportaba los trabajos extenuantes en lugar de sus cohermanos y trabajadores, para aliviarles su fatiga. En compensación, lo hacía por amor a Dios y al prójimo. Amaba a todos por igual, sin distinguir entre superior, súbdito, sirviente o cohermano. Evitaba molestar a los otros. Más aún, se empeñaba en reemplazar a los demás para aliviarlos de un trabajo penoso a fin de que descansaran. Oraba, también, por ellos  para obtener gracias del cielo y la salvación de su alma. Nunca rechazaba a alguien que viniera a pedirle ayuda espiritual”948.

 

11-Amor ilimitado

     “A mí y a los novicios que éramos de su mismo pueblo, no nos mostraba afecto especial. Por el contrario, se abstenía de hablar con nosotros. Una vez, el superior del convento, el padre Elías de Mechmeche, le dijo: “Padre Chárbel ¿es que usted no se inclina, en especial, hacia los novicios que son de su mismo pueblo, más que hacia los otros? Es una propensión natural del hombre”. Como de costumbre, respondió: “No; ni interior ni exteriormente. Todos los cohermanos son iguales para mí”949. “Sobre todo, se aplicaba a los trabajadores del convento, a los que jamás les daba órdenes. Al contrario, les obedecía cuando le mandaban hacer un trabajo”950.

 

12-No nos miraba

     “”El padre Efrén y yo951, ambos de Bqaakafra, fuimos al convento de Annaya para ingresar en la Orden, creyendo que allí seríamos felices y afortunados de tener la presencia del padre Chárbel que nos cuidaría y protegería. Y, he aquí, que fue todo lo contrario. Ni siquiera nos miraba ni conversaba con nosotros. No tuvo el menor gesto de cariño hacia nosotros que éramos de su mismo pueblo”952.

 

13-Lloró por un chiíta (Lc. 19, 41)

     “Al padre Chárbel le interesaban mucho las almas, y sufría a causa de su extravío, lejos de Dios. He aquí que el padre José Beiruti, de la aldea de Qartaba, actualmente cura de una parroquia en la localidad de Baalbek, me contó que, una vez, entró al eremitorio y halló al padre Chárbel llorando amargamente, golpeándose la cabeza con las manos y presa de un dolor infinito. Le preguntó el motivo de su lamento, y no respondió. Le preguntó por segunda y por tercera vez. Ante la insistencia, le contestó: “Lo que le voy a contar es confidencial. A nadie se lo cuente hasta después de mi muerte. Hoy ha muerto un hombre de Ilmat (chiíta). Se fue al infierno”953. Un momento después, se escucharon tiros de fusil, venidos de Ilmat; y se regó la noticia de que un hombre rico, venido de América, había muerto”954.

 

14-Aun los animales

     Cogen las serpientes con las manos (Mc. 16, 18)

     “Durante el tiempo de la poda de las vides, subí a la viña del eremitorio para trabajar allí con todo el personal del convento, monjes y obreros. Vimos una tremenda serpiente moteada. Todos nos precipitamos para matarla. No pudimos, a pesar de nuestros esfuerzos, pues la víbora serpeaba por la parcela, dando unos silbidos odiosos y asustadores. A veces levantaba la cabeza y otras, la cola. Sin  poder hacer nada, y muerto del miedo, grité: “¿Dónde está el padre Chárbel? Llámenle. No lo veíamos porque él estaba trabajando en la ladera de otro campo. Cuando oyó, vino y se plantó, justo delante de la serpiente. Nos dijo: “No se acerquen a ella”, pues todos estábamos armados: uno, de una piedra; otro, de un pico; un tercero, de una picana. Él se volvió hacia la serpiente, y le dijo, tendiendo la mano: “Vete de aquí”. Ella se deslizó delante de él que seguía haciéndole señas con la mano, hasta que desapareció. Después, él volvió a su trabajo. Le dimos gracias a Dios de habernos librado de ese peligro. Según su costumbre, el padre Chárbel no mataba ni animales, ni insectos venenosos, ni hormigas ni escorpiones. Era muy sensible. Yo he leído biografías de santos que, algunos de ellos, no mataban insectos o animales, convencidos de que si Dios los había credo, los utilizaba por algo”955.

 

-El niño juega con la víbora

     “Una vez estábamos trabajando en un viñedo cercano al eremitorio. A la hora de comer, llamaron al padre Chárbel para que fuera a comer con los ermitaños. Una tremenda víbora apareció y se metió por el muro. Nos lanzamos, listos a tumbar el muro para matarla. El padre Chárbel no nos dejó, diciendo: “No permito que la maten. Todas estas criaturas, venenosas o no, fueron creadas por Dios para un fin útil; así que no hay por qué matarla”957. Luego le mandó, diciendo: “Vete, oh bendita”. Y ella salió del muro, pasando por en medio de nosotros, y salió por la puerta del viñedo. Éramos unos ocho obreros que ayudábamos a los ermitaños en el trabajo de la viña”958.

 

-Habitará el lobo con el cordero (Is. 11,6)

     “Cuando yo era estudiante, pasé, una vez, mis vacaciones en el convento de Nuestra Señora de Maifuq. Yo compartía mi cuarto con el hermano Bartolomeo de Áitu. Vi chinches sobre el colchón y la cama, delgados y flacos. Caminaban por mi cara y mis manos, sin picarme. Admirado, pregunté a Bartolomeo sobre cosa tan extraña. Me respondió: “¿No ves agua bendita en la botella, bendecida por el padre Chárbel? Cuando asperjo mi cuarto con esta agua, los chinches enflaquecen y se vuelven impotentes para picar”959.

 

-¡La pobrecita!

     “Había una colmena de abejas cerca del eremitorio. Tres abejas cayeron en el cubo de agua para beber. El padre Chárbel comenzó a sacarlas del agua, una por una, en la punta del dedo, poniéndolas al sol para que se secaran. Una de ellas lo picó. Él se quitó el aguijón del dedo, y puso la abeja al sol para que secara sus alas y pudiera volar. Le dije: “Maestro, la abeja morirá sin el aguijón”. Me respondió: “Es verdad, ¡pobrecita!” Y entró a la capilla”960

 

 

R: Libertad y audacia de Chárbel

I.Introducción

     “Si permanecen fieles a mi palabra, conocerán la verdad, y la verdad los hará libres. Todo el que comete pecado, es esclavo del pecado (Jn. 8, 32-33). A tenor de esta enseñanza, “nada le interesaba de este mundo”961, “ni las intimidades con los demás. Él se dedicaba a cumplir sus obligaciones, no buscando, jamás, la complacencia de nadie”962. “En especial, gozaba de una audacia absoluta en su observancia a la verdad divina”963, “sin quejas ni preferencias, de cara a los demás. No le daba ningún valor a la dignidad. Se gozaba cuando lo insultaban, y permanecía indiferente ante alabanzas y desprecios de la gente. Una frase suya llegó a hacerse célebre: “El que recibe la recompensa no es aquel que se alaba o es alabado por la gente, sino aquel a quien Dios alaba”964. “No se afanaba por recibir a los obispos y a las dignidades cuando venían de visita. En resumen, vivía en la tierra, pero su pensamiento y su corazón estaban en el cielo, despreocupado de lo que pasaba a su alrededor, como si viviera solamente un exilio sobre la tierra, seguro de que su patria era el cielo”965.

 

II: Relatos y acontecimientos

1-No se apegaba a nada

     “Su corazón no se apegaba a nada, aun a sus devociones personales u obligaciones espirituales. A la orden de la obediencia, dejaba el oficio divino, o no importa qué ejercicio espiritual estuviere haciendo. Y lo dejaba con gozo. Me recuerdo, a título de ejemplo que, una noche, él rezaba con su compañero el oficio de media noche, en la capilla, cuando un mensajero vino a decirle: “Lo llama el superior”966. Sin dudarlo, suspendió el oficio de coro, y se fue por el campo donde el superior que lo mandaba bendecir el agua y asperjar las cabras, aquejadas de un ataque a la vesícula biliar”967. “Asperjado el rebaño con el agua bendita, sanaron las cabras”968. “A pesar de la insistencia del superior para que durmiera en el convento, él pidió permiso y volvió al eremitorio”969.

 

2-¿Por dónde le puede penetrar el pecado en el alma?

     “El padre Chárbel era un hombre que observaba bien la Regla. En la panadería, él guardaba silencio, mientras los otros bromeaban. Algunas veces, a pesar de su mutismo permanente, no perdía la oportunidad para dar alguna lección espiritual, con un sello profundo de sabiduría para no herir al prójimo”970. “Sus respuestas eran raras, pero perspicaces en el conocimiento de situaciones que atañen a la Orden y fuera de ella. Los monjes contaron que, una vez, en invierno, mientras él ayudaba en la panadería, vino el sacerdote Juan Chehade, natural de la aldea de Mechmeche. Era el vicario patriarcal de la región de Biblos, honrado en su posición, de una familia noble y rica, y reputado por sus conexiones con las grandes personalidades del país. Era muy pagado de sí mismo, corpulento, que llevaba una vida asaz incompatible con el estado sacerdotal, y que tampoco iba con la pobreza de las gentes. Sobre su sotana llevaba una capa de gruesa piel que solamente usaban los príncipes y los nobles. Entró en la panadería para ver qué hacían allí. Después, conversando con los monjes, salió a colación el tema sobre el pecado”971| “y sus causas. El sacerdote felicitó a los monjes por estar lejos de esos problemas”972. “Entre tanto, el padre Chárbel guardaba su silencio habitual, atento al diálogo. Sus manos, ocupadas en el trabajo y en el silencio, daban consejos y predicaban más elocuentemente. De repente, todo mundo se volvió hacia él, que tomó la palabra, contrario a su costumbre. Lanzando furtivas miradas al sacerdote Juan, dijo con una ligera sonrisa “Y a usted ¿por dónde le puede penetrar el pecado en el alma?”974.”Con ese vestido de piel gruesa que usted lleva puesto, no puede atravesarlo”. Todos rieron cambiando sus miradas y recogiendo como filigrana la lección que daba el padre Chárbel a dicho sacerdote. Por otra parte, este suceso fue una prueba de que el padre Chárbel, en su aislamiento del mundo, en su silencio y su abstención de todo lo que pasaba fuera de la Orden, comprendía, al vuelo, a partir de una palabra escuchada, lo que pasaba entre sus contemporáneos y lo que hacían. Se colige su desagrado por las comodidades del sacerdote”975.

 

3-Allá, donde es precepto, que se anuncie la fiesta

     “Una vez, el superior, Roque de Mechmeche, dijo al padre Chárbel, antes de la misa: “Celebre la misa solemne, y anuncie que la fiesta de la Ascención, la semana entrante, es un día de precepto”. Él obedeció inmediatamente. Pero, he aquí, que terminó la misa sin anunciar el día de fiesta. El superior le dijo: “¡Usted no anunció la fiesta de la Ascención para el jueves entrante! ¿No sabe, acaso, que es un día de precepto? Hágalo mañana, si los colonos-asociados vienen a la misa”. El padre Chárbel respondió, amable y humildemente: “Mi padre, es un día de fiesta de precepto en otra parte. Pero para los que no tienen día de precepto, ni los domingos ni los días solemnes, es inútil anunciárselo. Que se anuncie allá donde el día sí es de precepto”. Al decir esto aludía a la decisión del superior de hacer trabajar a los novicios los domingos y días de fiesta para sufragar y remediar, con los múltiples trabajos, las necesidades del convento, ante la carestía de la vida que reinaba ese año.

     Desde luego, el padre Chárbel no se plegó a las medidas tomadas por el superior. Y ninguno se atrevía a llamarlo a trabajar durante esos días santos, por respeto a su virtud y su santidad. Lo que él dijo fue por defender el derecho y la ley divina que es necesario conservar, sin tener miedo de nadie. Por su parte, el superior captó perfectamente la intención del Padre Chárbel y se dio cuenta de su error, señalado por el ermitaño  de una manera suave y que él consideraba como una insinuación profundamente justa. A raíz de eso, suspendió sus medidas tomadas de hacer trabajar a los novicios y a los empleados los domingos y días de fiesta. Todo el personal consideró ese aviso como portador de la voz de Dios, y se alegró.”976.

 

4-Ciudadano del cielo (Filip. 3, 20)

     “Profeso, hacía poco tiempo, le puse a prueba su virtud, diciéndole: “Sígame a la terraza”. Él obedeció. Allí le di unos binóculos mandándole que mirara a Beirut. Me respondió: “Mírelo usted solo”. Y se fue”977

 

 

 

S: Un adorador justo

I.Introducción

1-Vuelto hacia su Señor

“Estaba capacitado para practicar a la perfección los actos de adoración que la creatura debe al Creador”978. “Estaba atado a sus leyes y mandamientos”979 “con un corazón siempre elevado y las manos extendidas hacia Él, dando testimonio de la veneración que le es debida”980, “con perseverancia hasta la muerte”981.

 

2-Hacia el prójimo

     “A nadie ha perjudicado”982, “ni faltado a la justicia con nadie, ni a nadie molestado. Más aún, se consideraba el servidor de todos  y de su fiel Señor”983. “Observaba minuciosamente sus votos, por lo que imponía un respeto a todos los cohermanos, respeto que le manifestaban con devoción, cuando venía al convento. Se reunían a su alrededor y le saludaban besándole la mano. Por su parte”984, él los trataba de la mejor manera”985, “prodigándoles una amabilidad extrema”986. “A nadie hacía mal, ni de frente ni a sus espaldas, ni en sus bienes ni en su reputación”987.

 

II: Relatos y acontecimientos

1-En la capilla, hasta que todos salieran

     Después del oficio divino de Completas, él se iba para su celda, y no sé si dormía o pasaba el tiempo en oración. Al sonar la campana a media noche, se apresuraba, antes que todos los demás monjes, para ir a la capilla”988. “Después del oficio de media noche, los monjes se volvían  acostar, hasta que sonara la campana para el oficio divino de Laudes, mientras que él prolongaba su  vigilia, a la luz de la lámpara del Santísimo Sacramento, sumergido en la meditación hasta el amanecer, en que volvían los monjes para el oficio de Laudes. Y después, era el último en salir”989.

 

2-Vigilia de rodillas

     “El padre Chárbel aparentaba dormir, mientras los otros monjes lo hacían realmente. Se levantaba a la misma hora de los demás. La verdad era que dormía muy poco, pasando las noches en oración. Se los digo porque, a menudo, uno lo veía en la capilla, mientras los otros monjes dormían. Casi todo el tiempo él era el encargado de tocar la campana a media noche”990. “De hecho, él no dormía en la noche. Cada vez que yo me despertaba, en la noche, veía su celda iluminada, y él, sentado o arrodillado, rezando en sus libros”991. “Nunca se acostaba después del oficio divino de la media noche. Se quedaba de rodillas, sobre una estera de mimbre, para más mortificación, el resto de la noche”992.

 

3-Oración por los novicios

     “Me acuerdo que, en 1888, el superior del convento del noviciado, en Naame, les hizo una visita a los ermitaños, entre ellos al padre Chárbel, que estaba sentado con sus compañero comiendo una ensalada de tallos de verdolaga. De regreso a Naame, el superior nos dijo que había pedido a los ermitaños que rezaran por los novicios. Lo prometieron”993.

 

4-“Rezaba, también, por las almas del purgatorio”994

     “El padre Chárbel se persignaba repetidamente. Le pregunté: “Padre Chárbel, ¿por qué se persigna tantas veces, contrariamente a su costumbre? ¿Se saca gran provecho de ello?” Y con una mirada de gozo, me respondió: “Hoy es el día de los difuntos. El signo de la cruz, ese día, es un rico tesoro de indulgencias que, al ganarlas, se pueden ofrecer como sufragios para aliviar a esas pobres almas de quien nadie se acuerda. Cada vez que uno hace la señal de la cruz, con fe, y estando en estado de gracia, se ganan 50 días de indulgencia. Si uno entra a la capilla o sale de ella, tomando agua bendita y haciendo la señal de la cruz, también en estado de gracia, se ganan 100 días de indulgencias. Cada vez que se pronuncia el nombre de “María”, se ganan 25 días de indulgencias. Si, por ejemplo, se hace el signo de la cruz 20 veces al día, se ganan mil días de indulgencias que, ofreciéndolas por el descanso de una o varias almas que sufren en el purgatorio, ¡cuánto se habrá aliviado su sufrimiento. Y cuánto uno habrá ganado, en cambio, como compensación, por hacerlo muchas veces! ¿Es que eso le fatiga? No.

     El hombre que se fatiga en labrar su tierra, la riega con el sudor de su frente y, después, espera un año, o casi, para sacar un poco de cosecha. Si la recolección es abundante, se llenará de gozo. O, mejor, vuela a invocar a la Virgen, llamándola por su nombre y diciéndole con devoción “María”, cien veces por día. Y, he aquí, que se ganará 2.500 días de indulgencias, sin fatigarse, sin molestarse. Y, después, puede continuar su trabajo normalmente, sin que nada le interrumpa. Así mismo será el beneficio y se asegurará el descanso de las almas del purgatorio y se acortará el tiempo de su sufrimiento. Y, además, parapetado tras ese gran nombre, se fortificará contra toda tentación satánica. Si el hombre se habituara al signo de la cruz y a la invocación de la Virgen, disminuiría toda suerte de tentación. Es que el signo de la cruz es un medio eficaz para rechazar los demonios. El nombre de la Virgen los vence y los lanza al abismo de la muerte. Si usted quiere escucharme, practique siempre la devoción de ayudar a las almas del purgatorio. Haciendo eso, es como prestarle a Dios. Las santas Escrituras dicen: “El que da a un pobre, le presta a Dios”, que no deja de dar la recompensa por un vaso de agua fresca, ofrecido en su nombre. Cuánto más será la recompensa al bienhechor del alma más querida para él, que sufre. Su salvación estará garantizada; y ella tiene necesidad de acortar el tiempo de su purificación”995.

 

        

T: Por fidelidad al amado

I.Introducción

     “Todo el que mira con malos deseos a una mujer, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón” (Mt. 5, 28). “La gente tiene la tendencia de buscar la felicidad en el pecado (el adulterio). Pero el pecado no les da sino pesadumbre, tristeza, miseria y vacío. Sólo Jesucristo puede darle la verdadera felicidad”996. En eso “el padre Chárbel ha observado una castidad angélica que practicó en sus mortificaciones, su desinterés con respecto a la comida, la bebida y el vestido. Su hábito gastado era claro testimonio que hablaba de su castidad”997, “de su desprecio por la vida confortable”998. “Que yo sepa, jamás se lavó los pies999. Su capucha le cubría los ojos. Practicó de tal manera la mortificación, que se convirtió en una sombra, débil y enclenque. Con muchos otros podemos decir: “No era ya una figura humana, sino un ángel terrestre: de tal manera mortificaba sus pasiones1000 humanas”1001. “No miraba a nadie, quien quiera que él fuese”1002. “Su mirada era siempre baja, hacia la tierra, evitando frecuentar la gente para consagrarse enteramente al Creador”1003. “Si tenía que hablar con los hombres, era por pocos minutos”1004, sin mirarlo. En la capilla bajaba los ojos y se quedaba en una actitud meditabunda”1005. “A las mujeres no las miraba en absoluto”1006. “El monje debe eliminar absolutamente sus sentidos”1007.

     “Uno nunca veía mujeres en el eremitorio y sus alrededores. Él las ahuyentaba aunque vinieran decentemente  y con la simplicidad de su vestido de la época y del lugar”1008. “Muy a menudo, encontraba mujeres en la ruta principal o en el camino que conduce al viñedo, o cuando iba por agua potable a la fuente. Entonces, cambiaba inmediatamente de camino. Pero, para su bien, por respeto a él, eran ellas las que se quitaban del camino cuando lo veían”1009. “Todas sabíamos que allí se encontraba un ermitaño llamado padre Chárbel, que eludía encontrarse con una mujer, quien quiera que fuera”1010. “Si me acuerdo bien, nunca recibió a una mujer que visitara el eremitorio”1011, “quitando, así, toda causa capaz de herir su pureza”1012.

 

II: Relatos y acontecimientos

1-La misa del domingo

     “Nunca permitía entrar a las mujeres al eremitorio. Si no había más remedio, cuando sabía que ellas no habían podido participar en la misa del domingo, en ninguna parte, las dejaba entrar al corredor adyacente, al lado de la puerta de la capilla. Y cuando los visitantes venían acompañados de sus mujeres, él se retiraba a su celda, y no salía hasta que se hubieren ido”1013.

 

2-Empleo del género masculino

     “Yo sé que cuando las mujeres venían al eremitorio a pedir agua bendita, o cualquier otro servicio, él les respondía desde la ventanilla de su celda, pero empleando en género masculino: “¿Qué desea usted?”1014  (el árabe distingue los dos géneros para “usted”). “Sabiendo el objeto de la visita, los enviaba a su compañero”1015.

     “Una vez que subí al eremitorio, vi allí a una mujer, de pie, fuera de la clausura. Le pregunté quién era. Y me respondió que era la hermana del padre Chárbel. “Dígale, me dijo, que venga a verme”. Entré y le avisé la visita de su hermana. Él me respondió: “Dígale al padre Macario”. Éste le ordenó que la recibiera. Entonces se puso detrás de la puerta cerrada, dándole la espalda, y diciéndole: “¿Cómo está usted?”1016 (usando el género masculino). “Y luego se retiró a la capilla. Lo que no entiendo es por qué usó el término masculino”1017.

 

3-Levánteme el canasto

     “Una vez, durante la vendimia, el padre Chárbel transportaba, a las espaldas, los canastos llenos de uvas, desde el viñedo hasta el lagar, mientras hombres, mujeres y niños cogían los racimos. Volvió el padre Chárbel por otro canasto lleno, colocado lejos del muro. No habiendo hombres para ayudarle a cargarlo sobre las espaldas, se quedó de pie, los ojos bajos, esperando la llegada de un hombre para que le ayudara. Habiendo esperado buen rato, volvió la espalda, cuerda en mano, y habló con una voz apenas oíble: “Levánteme1018 el canasto”. Una mujer se acercó y le ayudó. Mis compañeros y yo (éramos todavía unos niños) nos extrañamos de que el padre Chárbel se dirigiera a las mujeres usando el género masculino, como si fueran hombres”1019.

 

4-¿Dónde está la hija del Señor Beik?

     “Mi mamá, hija del Señor Rachid Beik Al Juri, prefecto de la región, me contó que, una vez, fue con sus amigas, parientes nuestras, de visita al eremitorio. Después de visitarlo, salimos al patio, frente a la ermita, para descansar y almorzar. Poco después, escucharon que tocaban la puerta desde el interior, y gritaban: “¿Dónde está la hija del Señor Beik?” “Soy yo, respondió mi mamá, ¿qué desea?” Entonces se abrió la ventanilla practicada en medio de la puerta, sacó la mano al exterior, sin mirar, y le dio un plato de miel. Para mi mamá, fue la única vez que oyó la voz del padre Chárbel, a pesar de sus visitas frecuentes al eremitorio”1020.

 

5-Las bendijo

     “Una vez que yo estaba en el eremitorio, había un grupo de hombres y mujeres en la capilla. Vino el padre Macario a decirles a las mujeres que se salieran, pues el padre Chárbel iba a celebrar la misa. Al salir, ellas pidieron la bendición al padre Chárbel. Se colocaron debajo de la ventanilla, baja la cabeza y cubiertas con mantillas. El ermitaño sacó la mano por la ventanilla y las bendijo”1021.

 

6-El cuerpo se parece a un burro

     “Los monjes le oyeron repetir siempre: “Este cuerpo se parece a un burro. Si uno lo sacia de comida, se sacude; si lo hace aguantar hambre, se vuelve dócil”1022.

 

7-Pongan las botellas en el piso y retírense

     “Cuando las mujeres venían para que le bendijera las botellas de agua, y él se encontraba en el eremitorio, les respondía desde el interior: “Pongan las botellas en el piso y retírense”. Después él llenaba las botellas con agua bendita, las volvía a poner en su sitio y desaparecía. Cuando una mujer lo encontraba por el camino, él se asustaba, cambiaba de camino y corría entre los espinos, sin mirar a nadie”1023.

 

8-Quédese afuera

     “Cuando las mujeres traían sus niños para que el padre Chárbel los bendijera, él le pedía al otro ermitaño que lo acompañara, y les decía a las mujeres: “Quédense afuera”. Después, él rezaba y bendecía a los pequeños. Cuando un niñito no quería desprenderse de los brazos de su mamá, él enviaba a su compañero, diciéndole a la mamá que se alejara”1024.

 

9-Hasta que él se hubiere ido

     “Las mujeres estimaban sobremanera al padre Chárbel, tanto que cuando  sabían de antemano que él iba a pasar por el sitio donde ellas estaban, desaparecían hasta que él se hubiere ido”1025. “Yo vi la escena con mis propios ojos”1026. “Me acuerdo que, una vez, estando yo en el campo con el responsable del trabajo, el hermano Elías Al Mahrini y el trabajador Salomón Al Manzili, al suroeste del convento, cuando vimos a las mujeres que salían del convento, después de la misa, corriendo y escondiéndose detrás de los árboles y las rocas. Le pregunté al hermano Elías por qué corrían, y me respondió: “Puede ser que el padre Chárbel viene del eremitorio al convento”. Como ellas sabían que el ermitaño evitaba ver las mujeres, ellas se escondían por respeto a él. Efectivamente, un rato después, se acercaba el padre Chárbel al convento. Apenas desapareció, ellas retomaron el camino hacia sus casas”1027.

 

10-Me acosó una tentación

     “El padre Chárbel se encontraba, una vez, en una propiedad del convento, entre Annaya y Laqluq, para celebrarle la misa al hermano Pablo de Mechmeche, responsable de los trabajos del campo. Mientras el hermano trabajaba la tierra, escuchó al padre Chárbel, que trabajaba un poco más lejos, gritar como un niño pequeño, pidiendo socorro. El hermano dejó su trabajo y corrió para ver qué le pasaba. Lo encontró sano y salvo. Le dijo: “¿Qué le pasa? Él respondió: “Nada”. Después, apenas el hermano retornó a su trabajo, volvió a escuchar los gritos. Se acercó a él y le dijo: “¿Usted está loco? ¿Por qué esos gritos? Dígame1028,¿Qué le pasa?”1029 “Él respondió, calmadamente y en voz baja: “Me acosó una tentación1030,  perdóneme  y ruegue por mí”1031.

 

11-¿Por qué esta manía?

     “Su amor por Dios aniquiló cualquier otro amor terreno en su corazón, aun el amor a su familia. Le pertenecía al Altísimo para ocuparse enteramente de su amor. Purificó su corazón del amor a los suyos. Como yo pasaba el verano en el convento de San Marón, en Annaya, me fui a hacerles una visita a los ermitaños. Estando cerca del eremitorio, encontré cierto número de mujeres que esperaban. Me saludaron y me dijeron: Estamos aquí desde hace mucho rato. Venimos de Bqaakafra, a un  día de marcha, para ver al padre Chárbel que no quiere recibirnos”. Les pregunté: “¿Quiénes son ustedes”. Me dijeron: “Ésta es su hermana, y nosotros la acompañamos. Le rogamos, padre, que lo convenza para que sólo le permita a su hermana besarle la mano. Lo echa de menos, pues hace mucho tiempo que no lo ve”. Me conmoví y me apresuré a ver al padre Chárbel que estaba en la capilla. Le supliqué que atendiera a su pobre hermana, venida desde tan lejos, para satisfacer su cariño, aunque sólo fuera un guiño. Me respondió: “No salgo”. Después volví a pedirle: “Su hermana le suplica que saque la mano por la ventanilla para besársela y se volverá a su casa. Me lo ha prometido”. Me contestó: “No sacaré la mano por la ventanilla”. Por tercera vez le supliqué, diciendo: “Su hermana le ruega, entonces, que coja su pañuelo, toque con él las imágenes de San Pedro y San Pablo”. Me respondió: “Hágalo usted mismo, y dele su pañuelo”. Yo proseguí: “¿Y por qué esta manía?”. No me respondió. Entonces tomé mi pañuelo en la punta de un largo bastón, lo pasé por las imágenes, colocadas muy alto, y se lo di a su hermana que partió triste, con lágrimas en los ojos. Yo me quedé estupefacto de tal comportamiento tan cruel, sin poderle encontrar sentido. Cuando el padre Chárbel salió de la capilla, me puse a discutir con él. Le dije: “Usted no debió hacer regresar a su pobre hermana toda desolada. ¿Dónde está el cariño por los suyos? ¿Dónde está su piedad?” No respondió nada. Es ahora cuando comprendo el por qué de su silencio. Y es que en su corazón no había lugar para amores terrenos. En el suyo sólo latía el amor a Dios”1032.

 

12-Con su sobrina, también

     “Una vez, cuando yo tenía diez años, y no obstante mi enfermedad, acompañé a mi mamá para ir a visitar al eremitorio. El padre Chárbel me tomó de la mano y me entró. A mi mamá y a una señora enferma que nos acompañaba para pedirle su sanación, no las recibió. Sólo habló con ellas de detrás de la puerta”1033.

     “Otra vez, mi mamá fue al eremitorio para visitar a su tío, el ermitaño.  Él le habló brevemente desde el interior, sin verla. Como mi mamá insistía en asistir a su misa, él le permitió seguirla a través de la ventanilla de la puerta de la capilla. Pero cuando tomó el cáliz para bendecir, levantó los ojos por miedo de mirarla a ella”1034.

 

 

U: Prisionero1035 de su amado

I.Introducción

     “No hacía nada por su propia iniciativa, sino por obediencia a la autoridad, que representaba a Dios, y por merecer el premio que se da al que obedece”1036. “El monje debe ver a Cristo en su superior”1037. Por eso era extrañamente asombrosa su obediencia, tomando por costumbre no comenzar un trabajo sino después de haber recibido la orden de trabajar”1038. “Era una obediencia ciega, proverbial. Cuando el superior lo llamaba para no importa cuál oficio, abandonaba, al instante, lo que estuviere haciendo, para obedecer”1039, sin tardar un segundo. No recuerdo jamás haber visto al padre Chárbel enfadarse o entristecerse al recibir una orden, o que lo contrariara. No. Era un instrumento mudo en las manos de sus superiores”1040.

     “Cuando estaba en oración, se quedaba orando hasta que su compañero le ordenara ir a trabajar. Y allí se quedaba hasta que venía a decirle: “Basta ya”. No empezaba a comer hasta que no le dijeran: “Coma”1041. “Y le obedecía al más joven y a un obrero”1042. “En resumen, toda su vida se puede expresar en esta frase: “Se le mandaba, y  él obedecía”1043. “En el convento, se sometía al superior; en el campo, al capataz del trabajo, cualquiera que fuese, así fuera un peón; en el eremitorio, a su compañero o a su reemplazante. Si un obrero le decía “haz esto”, él lo hacía. Nadie sabía qué le gustaba o qué le repugnaba. Cuando se le pedía abandonar la oración  para realizar una misión fuera del eremitorio, lo hacía de la misma manera que si le mandaran ir a orar o efectuar una actividad espiritual en la que se gozaba. Nunca hizo nada por propia iniciativa”1044.

     “su sometimiento no era porque fuera tonto o por simple costumbre, sino por devoción y virtud”1045, y hasta hubiera deseado someter a la obediencia sus pulsaciones arteriales”1046.

 

II: Relatos y acontecimientos

1-Está muy bien hecho

     “Una vez, puestos los ornamentos, comenzó la misa. Y como ya todos los monjes habían celebrado la suya, vino el superior a atajarlo, diciéndole: “Espere, que hay gente que va a venir a participar en la misa”. Él obedeció, de pie, junto al altar, como una hora. Después me llamó para que le ayudara la misa, y a preguntarme si la gente que debía venir a la misa ya había venido. Le respondí: “Déjeme avisarle al superior y pedirle permiso. Me contestó: “Eso está muy bien hecho”. Se quedó, así, esperando, hasta que vino el superior a decirle: “Continúe la misa”. Y era que él nada hacía por su propio gusto, ni siquiera comer. Esperaba la orden del otro ermitaño o, bien, del hermano encargado de los asuntos del eremitorio”1047.

 

2-Dígale al padre Macario

     “Cuando le pedíamos comida, él nos respondía:”Yo no sé; vayan a comer con el padre Macario”. Si queríamos comer uvas, nos enviaba, también, donde su compañero”1048. “Si un obrero le pedía un racimo de uvas, le respondía: “Yo no sé; vaya a pedírselo al padre Macario”. No daba ni una hoja de uva por su propio parecer, ni jamás pedía permiso al superior para dar cualquier cosa a alguien”1049.

 

3-Con la herramienta levantada

     “Yo hacía mis retiros espirituales para mi ordenación en el convento de San Marón, en Annaya. Estando parado en el extremo del eremitorio, vi al padre Chárbel trabajando en el viñedo. Me dio lástima de él y le pedí al padre Macario que lo llamara a descansar y a comer. El padre Macario  estaba preparando el almuerzo junto a mí. Listo el almuerzo, su compañero lo llamó: “¡Padre Chárbel!”. No oyó. Entonces lo llamó, otra vez, más fuerte. Apenas escuchó, se quedó con la herramienta levantada para atender la orden. Cuando su compañero le dijo que viniera a comer, de una, dejó la herramienta, y vino”1050.

 

4-Nadie me lo ha mandado

     “Recuerdo haber escuchado a los que trabajaban con él que, una vez, los monjes y los obreros suspendieron el trabajo para ir a almorzar, olvidándose de él. Él continuó trabajando. Por azar, pasó por allí el superior del convento y le preguntó si ya había comido. Los otros estaban cerca. Él respondió: “No, todavía no he comido”. “¿Y por qué?, continuó el superior. “Porque nadie me lo ha mandado”, respondió. Entonces el superior preguntó a sus compañeros: “¿Por qué no lo han invitado a comer? “Se nos olvidó”, respondieron”1051.

 

5-Obedecía a los novicios

     “Una vez los novicios estaban trabajando, cuando sonó la campana para la oración. Ellos suspendieron el trabajo y se pusieron a rezar, sin llamar al padre Chárbel que siguió trabajando. Cuando le preguntaron que por qué no rezó con ellos, contestó: “Ustedes no me lo mandaron”. Creyeron que se estaba burlando de ellos, y se enfadaron. El segundo día tampoco lo llamaron a la oración, y él continuó trabajando. Entonces comprendieron que él no hacía nada sin que se lo ordenaran. En efecto, al tercer día, cuando lo llamaron a compartir con ellos la oración, dejó todo y obedeció”1052.

 

6-Sólo por broma

     “Un día le dijo el padre Chárbel a su compañero, el padre Macario: “En el convento necesitan leña, y aquí no hay1053. ¿Dónde quiere que la vaya a cortar? El padre Macario, con cierto arrebato1054, le contestó, a título de broma: “Pues vaya al bosque de Al-Mahal”, a tres horas de camino. Y el padre Chárbel fue a la montaña indicada, en donde cortó la leña y la transportó al eremitorio, desde el medio día”1055 “hasta la noche”1056, llegando “con un bulto1058, fatigado y empapado de sudor”1057. “El padre Macario le preguntó: “¿A dónde fue a buscar leña? ¿Por qué ha tardado tanto y viene todo cansado?” Él respondió: “De la montaña Al-Mahal, como usted me lo mandó”. El padre Macario le dijo: “Pero por qué ha ido hasta allá, teniéndola aquí, alrededor del eremitorio?” Y Contestó: “¿No me mandó usted ir a Al-Mahal? Usted me lo ordenó, y yo obedecí”1059. “El padre Macario se asombró de ese tormento que debió haber soportado”1060.

 

7-No dice “no”

     “El Señor Rachid Al-Juri, prefecto de la región, solicitó al superior que le enviara al padre Chárbel para bendecir agua y asperjar los campos donde hacían estragos las langostas. En efecto, el ermitaño gozaba de la reputación de rechazar las langostas con sus oraciones. El superior, pues, le mandó que fuera. Él, sin preguntar el motivo de la orden y sin objetar nada, se puso en marcha hacia Ehmej. Ya en el lugar, y en presencia de todos los habitantes del pueblo, bendijo el agua, y se regresó. En cuanto a nosotros, los monjes de la Orden, en donde encontramos monjes venerables, conocidos por su devoción y observancia a la Regla, protestamos, a veces, una orden del superior, ya sea por razón de salud o por un motivo cualquiera. En tanto que el padre Chárbel nunca rehusaba nada, bajo ningún pretexto, ni por salud ni por otra causa, aun cuando fuera evidente para todo mundo que debiera excusarse”1061.

 

8-Pómgase de acuerdo con el padre Macario

     “Le pedí, una vez, que celebrara una misa a mi intención, y le ofrecí el estipendio de la misa. No lo quiso recibir. Me mandó donde el padre Macario, diciéndome: “Póngase de acuerdo con el padre Macario. Si él me lo ordena, diré la misa a su intención”. Y así hice”1062.

 

 

V: Su esperanza, sedienta del amado

I.Introducción    

     “Era firme su esperanza en Dios. Consideraba la vida, y todo lo que contenía, como una basura, con tal de ganar a Cristo. Cuando había cambios en la Orden”1063, no demostraba ni alegría ni tristeza. No se preocupaba por saber si los monjes más cercanos a él ocupaban cargos importantes, para contar con ellos. No se disgustaba tampoco por los cambios de categoría de los responsables y de los empleados, o la destitución de aquellos por los cuales él tenía cierto interés”1064. “Cualquiera que fuera el acontecimiento que sucediera en la Orden, no influía en su vida espiritual o en su trabajo”1065. “No se interesaba por los asuntos del convento, sino sólo lo que la obediencia le mandara hacer. Cuando veía algún fallo en algo que la autoridad no le hubiere encargado, no intervenía para nada. No manifestaba gozo por el progreso material del convento, ni tampoco tristeza por pérdidas”1066. “No hablaba de compras de terrenos, ni de asuntos políticos que interesaran a la Orden. En el eremitorio y en el convento vivía como si no existiera”1067. Todos sus pensamientos estaban dirigidos a Dios. Nadie le oyó hablar de asuntos de la vida, o de sus deseos, o de algún cohermano, ni tampoco de sus parientes, ni de una alegría por algún hecho ni de nada del mundo. No le paraba mientes a nada, pasara lo que pasara”1068. “Toda su preocupación iba dirigida a la salvación de su alma y la de los demás. Su única inquietud era complacer a Dios. Por este anhelo de la salvación de su alma, soportó tribulaciones y dificultades y se impuso un rigor extremo”1069.

 

 

II: Relatos y acontecimientos 

1-Más capaces que yo    

     “Nunca puso su confianza en lo humano. Me acuerdo que, una vez, le dije que el consejero general1070 quería nombrarlo superior. Él, admirado, respondió: “En la Orden hay muchos monjes más capaces y aptos que yo. Ya es bastante generoso de parte de la Orden recibir a un holgazán como yo”1071.

 

 

2-Trabajen por la gloria de Dios   

      “Hacía sus trabajos para glorificar a Dios y para obtener la felicidad eterna. Nos repetía: “Trabajen por la gloria de Dios, y su recompensa será la felicidad eterna”.  Esa esperanza en él lo impulsaba a despreciar las cosas de esta vida perecedera y a practicar las mortificaciones y la austeridad”1072. “Me repetía siempre esta frase: “Esta vida es perecedera. Nada nos puede dar”1073.

 

 

 

3-Las luces del cielo son más bellas    

     “El padre Chárbel poseía la virtud de la esperanza hasta la heroicidad, pues había abandonado todo para encerrarse en el convento y, después, en el eremitorio, donde llevó una vida rigurosa, llena de ascetismo, de vigilias, de mortificaciones perpetuas, en un ambiente muy riguroso, sobre la cima de una montaña, sin flaquear ni desperdiciar cosa alguna en el curso de los años. Y aún iba siempre más lejos, hasta el punto de que nadie lo pudiera igualar, como no fuera que gozara de una esperanza sin límite en Dios. Oí decir que un monje lo llamó una noche y le dijo: “Mire cómo brillan las luces de Beirut”. Y sin voltear a ver, respondió: “Las luces del cielo son mejores y más bellas”. Y entró en su celda”1074.

 

 

4-Un asunto que yo no sé    

     “Se desinteresaba del éxito obtenido por su familia y de las pérdidas que sufrieran. Una vez, su compañero, el padre Macario, me contó que su hermano había venido para visitarlo, y quiso ponerlo al corriente de la casa y de las cosechas. El padre Chárbel le respondió: “Son asuntos que yo no sé y de los que no me interesa hablar”. Y tomó el pico para irse al trabajo en el viñedo. Era un hombre que existía sólo en cuerpo en esta vida, pero su corazón y su mente vivían en el cielo. No lo afectaba ni el gozo ni la tristeza”1075.

 

 

5-Dios proveerá    

     “Siempre tenía los ojos cerrados, como si quisiera apartar su mirada, su mente y su corazón de las cosas de la vida. Vivía en oración continua, en el cielo, solamente. Cuando los rayos de una tempestad caían en el eremitorio, situado en la cima de una montaña, o una desgracia ocurría en el convento, su reacción era el abandono en las manos de Dios: “Dios lo permite; es su voluntad”1076. “Siempre que uno le hablaba de un enfermo o de cualquier problema o necesidad, él decía: “Dios proveerá. Confiemos en Él”1077. “Cuando alguien le pedía alguna cosa, él lo convencía de que se refugiara en Dios y se lo pidiera”1078.

 

 W: Refugio de fieles y pobres

I.Introducción   

      “Cuando yo lo conocí, él era ya ermitaño. Pero antes, había oído hablar de su reputación, de boca de monjes y laicos y aún de chiítas”1079, que afluían en número hacia él, llevando los niños para que rezara por ellos, y con botellas de agua en la mano para que se las bendijera”1080. Las llevaban a casa para sanar las enfermedades, alejar de ellos todos los desastres, conservar sus animales y sus propiedades”1081 de enfermedades y epidemias, para aumentar la fertilidad de sus cosechas”1082, “y para asperjar sus casas”1083. “Nada hacía él sin ser mandado por su compañero”1084. “Entonces, por obediencia, recibía a la gente con cariño, amor  y amigablemente, compadeciéndose por su situación y orando por ellos”1085. “Les bendecía el agua”1086, “de donde salía como una fuerza prodigiosa”1087. “Después, él volvía a lo suyo, dejando los visitantes al cuidado de su compañero, quien repartía el agua bendita”1088. “El padre Macario nos daba el agua bendecida por el padre Chárbel”1089.  

     “Los enfermos, los lisiados, los afligidos, los desafortunados venían a él, en gran número, de todas partes, para pedirle favores a Dios por su intercesión, pues ellos creían en su santidad, y que Dios los auxiliaría por su oración”1090. “No se juntaba con los visitantes, pero oraba por ellos”1091.    

     “Su devoción influía mucho en los laicos que lo requerían para que fuera a visitar sus enfermos y orara por su salud”1092. “Cuando el superior le ordenaba visitar un enfermo y orar por él”1093, obedecía, sin esconderse detrás del pretexto de que era ermitaño, y cumplía la orden en silencio”1094, como era su costumbre. Oraba por la salud de su cuerpo y, en especial, le daba más importancia a su alma. En estos casos rechazaba cualquier ofrenda monetaria o regalos. Estos servicios los prestaba por amor a Dios”1095. “El mayor servicio que él prestaba al prójimo era su oración perpetua, para obtener la gracia de la salvación de su alma. A nadie que vino a él a pedirle auxilio espiritual, lo devolvió sin atenderlo. Todo visitante que entraba en el eremitorio, salía de él dando testimonio de la santidad del ermitaño, feliz de haberlo encontrado y fascinado de su visita”1097.

 

 

II: Relatos y acontecimientos 

1-En silencio    

     “Todos creemos que él es santo, en quien nos refugiamos en caso de enfermedad o desgracia.  Muchos llevan su nombre para obtener su bendición. Yo, personalmente, creo que Chárbel es un gran santo en el cielo. Intercede por nosotros en silencio, sin darnos cuenta del bien que nos hace, como lo hacía cuando estaba en vida”1098.

 

 

2-Todos a la imagen de Cristo    

     “El padre Chárbel no se juntaba con los demás. Pero era caritativo con todo el mundo. Oraba por los enfermos, por los viajeros y por los necesitados. Se compadecía e intercedía con fervor para que el Señor tuviera piedad de sus siervos enfermos. En cuanto a su relación con sus cohermanos en el convento, en el eremitorio y con todo aquel que se relacionara con él, ninguno de ellos ignoraba que su corazón los abrazaba a todos por igual, sin distinción, brindándoles su caridad. A todos consideraba como hermanos, a la imagen de Cristo, venerando a unos y a otros”1099.

 

 

3-Regalaba su comida    

     “Se compadecía de los pobres, en la medida de sus posibilidades. Cuando recibía a un pobre en el eremitorio, le pedía a su compañero que le diera su comida. En invierno, cuando hacía frío, entraba a los hombres al eremitorio para que se calentaran al fuego”1100.

 

 

4-Soy un pecador    

     “A la gente que pedía oraciones, les decía: “Yo soy un pecador. Que la oración de los santos les alcancen lo que piden”1101. “Cuando alguien le pedía que orara por él y le demandaba una gracia espiritual, respondía:”Yo soy el más vil; un pecador”1102.

 

 

5-Tú puedes ser santo    

     “Cuando alguien le pedía que rezara por él, le respondía “Ore usted, también. ¿Qué diferencia hay entre usted y yo? Dios lo escucha a usted como me escucha a mí”. Y al que le decía que él era santo, le contestaba: “Somos iguales. ¿Qué importa ser santo?”1103.

 

 

6-Confía en Dios    
    
“Cuando le pedían una oración, decía tranquilamente: “Que la oración de los santos lo acompañe”1104. “Refúgiese en Dios; Él proveerá de sus cosas”. Y se alejaba de ellos”1105. “A los visitantes que le pedían su bendición y su oración, él lo hacía sin mirarlos, diciendo: “Pídanle al Señor que les dé lo que desean, según su fe”1106.

 

 

7-Su oración curaba a los enfermos    

     “Cada vez que el señor Rachid Al-Juri, prefecto de Ehmej, se enfermaba, mandaba llamar al padre Chárbel para que rezara por su sanación, pues él creía en su santidad. También lo hacían los habitantes de la localidad”1107 “que pedían su oración en casos de enfermedad o adversidades. Mucho influía su oración”1108 “sobre todo mundo, pues él curaba las enfermedades por su devoción”1109. “Habitualmente, cuando alguien de Ehmej  se enfermaba, los habitantes mandaban a traer agua bendecida por el padre Chárbel”1110. “Muchos de ellos le pedían sus oraciones, pues eran efectivas para sanar las enfermedades y aliviar las desgracias. Los enfermos que no podían ir al eremitorio, se proveían de agua bendecida por él, y se curaban”1111. “Quien quiera se asperjaba o bebiera de esa agua, se curaba”1112.

 

 

 

 

X: Su pasión por la oración

I.Introducción 

1-Confidencias con el amado    

     “Siempre se adelantaba  a sus cohermanos al ir a la capilla, y era, después, el último en salir”1113. “Cuando se levantaba, se dirigía inmediatamente a la capilla, donde se quedaba hasta cinco horas”1114 “arrodillado, hasta el punto que se le endurecían las rodillas”1115, “bien erguido, infatigable, sin apoyarse en nada”1116, “sin mirar a derecha o a izquierda”1117. “Nunca lo vi sentarse en la capilla”1118. “Participaba en la oración, junto al atril, compartiendo todas las oraciones”1119 “y las inflexiones repetidas”1120. “No recuerdo que haya faltado jamás a la oración comunitaria, salvo el caso en que la obediencia le hubiere mandado hacer algún trabajo”1121. “Se entregaba a la oración mental, además del oficio divino”1122,  que lo rezaba a tiempo. Su oración vocal, tres horas diariamente, la hacía, una parte, en el día; la otra, en la noche”1123. “Su oficio divino lo recitaba palabra por palabra”1124. “La oración en el coro, la hacía en el breviario extenso, según lo ordenara su compañero, concienzudamente, como si estuviera en presencia de un rey”1125, “y como en éxtasis”1126. “De día, jamás lo vi recitar el oficio sentado, sino arrodillado”1127, “orando con mucha devoción”1128. “Cuando trabajaba en el campo, oraba de rodillas”1129, apoyándose en los talones, con el breviario delante, por tierra, y él, de brazos cruzados”1130.

     “Jamás faltaba al oficio de la media noche, que lo hacía con su compañero. Prolongaba sus vigilias en la oración”1131. “Cuando yo ayudaba las misas y después fui monje, lo veía, muchas veces, de rodillas, todo erguido, orando en la capilla”1132,  “durante gran parte de la noche”1133, “según el reglamento del eremitorio. Después se iba a reposar, algunas veces, durante una hora, para volver a la meditación, la oración y la lectura”1134. “Su estado llegó a ser tan sublime, que se hizo íntimo de Dios y confidente de los ángeles, pasando la mayor parte de la noche en oeración”1135. “Según la costumbre, los monjes se levantaban a media noche para el oficio divino. Después, algunos volvían a dormir. En tanto que otros, como el padre Naamtallah el Hardini y el padre Chárbel, no se acostaban, ocupando su tiempo en la oración, hasta la hora de celebrar la misa. Después, cada uno se iba a sus ocupaciones. En seguida, se iban al trabajo”1136. “Él pasó su vida en la meditación, la oración y demás deberes religiosos”1137. “Era cosa de todos los días, no de manera ocasional. Su oración  estaba cimentada sobre un intenso amor a Dios que le robaba el pensamiento y el corazón, de tal manera que Dios vivía presente en su mente, durante la oración, en el trabajo, a la hora de comer y durante el sueño. Para resumir, él no vivía ya para sí mismo, sino para Dios”1138, “no hablando de cosas de la tierra, no dejando entrar en su alma más que las cosas espirituales”1139. Vivía en el convento como si estuviera en retiros espirituales”1140. “Parecía un hombre, pero vivía en el cielo”1141.

 

 

2-Amaba tiernamente el misterio del amor

     “El que ama una cosa o a una persona, piensa en ella, habla a menudo de ella y de lo que hace, la busca siempre para estar permanentemente con ella. Así era el padre Chárbel. Siempre silencioso, con sus pensamientos puestos en Dios, su amado. Raras fueron sus frases pronunciadas que no tuvieran el nombre de Dios. Aprovechaba cualquier resquicio de tiempo para irse a la capilla, para estarse en unión con el misterio de Dios. En su corazón no había sitio para algo que no fuera Dios”1142, sobrepasando, con mucho, a los otros ermitaños, en sus vigilias nocturnas, ante el Santísimo Sacramento. Muy a menudo yo lo veía, humilde y recogido, delante del Santísimo Sacramento”1143, “meditando”1144, “con la mirada fija en el tabernáculo, durante horas, sin moverse, como una estatua”1145.    

     “La mayor parte de sus vigilias las pasaba en la capilla”1146, “visitando al Santísimo”1147. “Siempre que se perdía, uno lo encontraba en la capilla”148, “delante del Santísimo Sacramento, en actitud extática”1149.    

     “Desde que sonaba la campana, a media noche, él se levantaba y precedía a todo mundo en la capilla, y era el último en salir de ella”1150. “Allí permanecía hasta la mañana, arrodillado ante el Santísimo Sacramento. Uno lo escuchaba suspirar y gemir incesantemente”1151, y canturrear su oración. Su rostro, con unos rasgos capaces de derretir las rocas, imprimían en los que lo miraban, la piedad y el respeto”1152. “Verlo delante del Santísimo Sacramento era reavivar el corazón en el amor divino, y arrepentirnos plenamente de nuestras faltas… No tenemos otra voluntad sino la tuya, oh Jesús”1153. “Mi cielo está escondido en una pequeña hostia donde Jesús, mi esposo, se oculta por amor. En esta hoguera divina voy a sacar la vida, allí donde mi dulce Salvador me escucha, noche y día”1154 (Sta. Teresita).

 

 

3-Amaba tiernamente el rosario    

     “Desde su infancia, José rezaba el rosario”1155. “Estando ya en la Orden, en sus idas y venidas al trabajo del campo, él continuaba rezándolo”1156, “con la mirada baja”1157. “Todo el mundo sabía que el padre Chárbel no tenía otra pasión que por el oficio  divino, su capilla”1158, y su asiduidad en rezar el rosario, después de media noche”1159.    

     “Algunas veces, porque él me lo pedía, yo lo acompañaba en el rezo de su rosario y en sus visitas al Santísimo Sacramento. Él se arrodillaba, todo erguido, inmóvil, las manos cruzadas sobre el pecho, poniendo las rodillas sobre una estera de mimbre que él mismo fabricaba. En esa misma postura se quedaba todo el tiempo que durara el rosario, al que seguía, sin pausa, la visita al Santísimo Sacramento. Era profundamente devoto del Santísimo Sacramento y de la Virgen María”1160. “Yo lo acompañaba al rezo del rosario”1161.

 

 

II: Relatos y acontecimientos 

1-El escapulario de Nuestra Señora del Carmen    

     “El padre Chárbel me manifestó, una vez, el deseo de que le enviara un escapulario de tres piezas: el cordel, la imagen de la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora y la pasión de Cristo1162, para colgárselo a cuello. Lo hice, y se lo envié con un hombre de Aarabat, Kozhaya, que tenía que ir al convento de San Marón, en Annaya. Le recomendé que le pidiera al padre Chárbel que me mandara un papel mencionando tres nombres de sus parientes de Bqaakafra, y me lo trajera a su regreso para asegurarme de que el escapulario sí había llegado a su destinatario. Le manifesté al mensajero, además, que me trajera del padre Chárbel una bendición o un recuerdo. De regreso, el hombre me dio un pedacito de papel, plegado a manera de sobre, y me dijo: “Fuera del papel, el ermitaño no  envió nada más”. Abrí el papel en el que vi algunas palabras escritas a mano: “El padre Chárbel, ermitaño de San Marón, en Annaya, monje de Kozhaya1163, al que le pide una bendición o un recuerdo. Que la bendición de San Pedro y Dan Pablo descienda sobre usted”. Fue eso lo que me mandó. Me puse contentísima con este papel que llevaba un escrito de la mano del ermitaño. Las palabras estaban escritas en árabe, con mala caligrafía. Mi superiora, en aquel tiempo, la Madre Sara de Ghosta, me aconsejó que lo guardara bien, pues “ese papel que lleva la escritura del ermitaño, es una reliquia. Guárdala contigo”. “Yo envolví el papel en una tela, la cosí y me la colgué al cuello. Más tarde, cuando mi hermana viajó a América, se la ofrecí para que la preservara de los peligros del mar.    

     “En otra ocasión, le envié al padre Chárbel, con un habitante de  Aarabat que debía ir al convento de Annaya, diez escapularios de Nuestra Señora y otros de Kozhaya, para colgar al cuello. Esto lo hice de mi propia iniciativa. Le pedí al hombre que me trajera una botella de agua bendecida por el ermitaño. De regreso, el hombre me dijo: “Le entregué los escapularios, y aquí tiene el agua bendecida por él. La cogí y me fui a mi cuarto, la destapé para asperjarme con ella, pues yo sufría de reumatismo. Antes de asperjarme, una idea se me vino a la cabeza. Me dije: “El mensajero  no entregó los escapularios al ermitaño, ni esta botella viene de él”, como si la duda fuera inspirada.    

     “Un día, la mamá del mensajero vino al convento de Al-Qarn, y le dije, con astucia: “Su hijo no dio los escapularios al ermitaño. Se los guardó para él. Después llenó la botella con agua de la fuente Al-Fuskain, en Al Aarabat”. Me respondió que era verdad. Que él se los había llevado consigo para América, pero que le enviaría el precio de ellos y el de la botella. Entonces me dije: “Fue el padre Chárbel quien me inspiró lo que el hombre había hecho, pues nadie antes me lo había contado”1164.

 

 

2-Soy yo (Mr. 6, 50)    

     “Antes de hacerme monje en este convento, ayudaba las misas y era el sacristán. Entré a la capilla, una vez, hacia la media noche, para ver si la lámpara del Santísimo seguía aún prendida. Me puse a buscarla a tientas. Comencé a tantear en la oscuridad para volverla a encender, cuando me tropecé con alguien y me entró miedo. Él me dijo: “No tema, soy yo”. Reconocí su voz. Era el padre Chárbel que estaba arrodillado en la capilla, meditando, a media noche”1165.

 

 

3-¿Qué ocurre a su alrededor?    

     “Estaba siempre ocupado en su oración mental, pensativo, unido al cielo, especialmente durante la celebración de la Eucaristía. Quien lo viera, se daría cuenta de que todos sus sentimientos, todo su cuerpo y todas sus facultades estaban en Dios, ignorando todo lo que fuera terreno. A fuerza de concentrar todos sus pensamientos en Dios, se olvidaba de que aún existía en este mundo. Estaba siempre en silencio y en sosiego, de tal manera que no sabía lo que pasaba a su alrededor. La pregunta que me hizo, un día que trabajábamos en el viñedo, da testimonio de ello. Me preguntó cuántas parejas de bueyes trabajaban en el viñedo. Le respondí: “Tres. Usted trabaja con nosotros todo el día ¿y no se ha dado cuenta del números de bueyes que trabajan?” Y guardó silencio1166.

 

 

4-Fusionado con los ángeles, se dirigía a Dios    

     “Durante la oración, lo veía como fuera de sus sentidos, extasiado en Dios, insensible a todo lo que lo rodeaba: personas y cosas, de tal suerte que no se daba cuenta que había alguien que lo acompañaba en su oración. Cuando a mí me tocaba responder, y lo hacía en voz baja, seguía la oración él solo. Yo me lo figuraba ya en el cielo, entretenido con Dios, frente a frente, todo oídos y de corazón a corazón, como si su cuerpo no fuera ya de este mundo. Pero su alma, me daba la impresión de que estaba fusionada con los ángeles, tributando con ellos la gloria y la alabanza a Dios”1167.

 

 

5-Semana Santa 

     “Si el superior o el cocinero la llamaban para ayudar en la elaboración del pan, se daba prisa, en silencio, para hacer su trabajo. Lo mismo cuando se le mandaba participar en el oficio divino, durante la Semana Santa, en el coro, pues tenía buena dicción y leía con soltura”1168.

 

 

6-Entréguese a Dios    

     “Un día, mi  hijo, Jorge, estaba muy mal de salud. Fui al eremitorio y le pedí agua bendita al padre Chárbel. Él me dijo: “Siéntese, un momento. Dios dispone las cosas”. Como yo le insistiera en mi pedido, me contestó: “Cálmese. Entréguese a Dios, y Él lo recompensará”; y no me dio el agua bendita. Me regresé triste y extrañado de haberse negado a darme el agua bendita, contrario a su costumbre. Cuando me acercaba al pueblo, oí los gritos y el llanto que salían de mi casa. Fue, entonces, cuando comprendí que mi hijo había muerto. En ese momento me recordé que el padre Chárbel me había dicho: “Siéntese, un momento… Dios lo recompensará”, y por qué me había negado el agua bendita, como si él  hubiera sido inspirado por el Espíritu de la muerte de mi hijo, y no me lo quiso decir”1169.

 

 

7-Ya no es necesario    

     “Mi hermano, Jorge, estaba gravemente enfermo de tifoidea, y los médicos lo habían desahuciado. Mi abuelo, Miguel Pedro Ramia, recurrió al ermitaño, pues creía en la eficacia de su oración. Entonces me dio una piastra otomana que le enviaba al ermitaño para que dijera una misa a la intención de mi hermano. Tomé el dinero y me fui al eremitorio donde encontré al padre Chárbel arrodillado en la capilla, orando, y le dije: “Mi abuelo me envía a darle a usted este dinero para una misa por la sanación de mi hermano”, Él me respondió: “Ya no es necesario. Dele el dinero a mi cohermano”. Lo dejé en el piso, delante de él, y me fui. Al llegar al pueblo, escuché el llanto y las lamentaciones que salían de mi casa. Había muerto mi hermano”1170.

 

 

8-Que Dios lo bendiga   

      “Mi hijo mayor, Antonio1171, cayó repentinamente enfermo, cuando apenas  tenía mes y medio. Mi hermano, Pedro, fue donde el ermitaño a traer agua bendita. Cuando se la pidió, él le dijo: “Que Dios lo bendiga”. Antes de volver mi hermano a la casa, ya había muerto el niño”1172.

 

 

Y: La fe de Chárbel

I.Introducción    

     “La fe de Chárbel se reflejaba en su misa”1173, que celebraba  como si viera a Cristo detrás de las formas, hablándole de corazón a corazón”1174, celebrándola con mesura, recogimiento y respeto extremos, como si Dios estuviera delante de él”1175. “Derramaba abundantes lágrimas  durante la misa”1176, “para la que se preparaba largo rato con la meditación y la oración, arrodillado y bien erguido, delante del Santísimo Sacramento”1177. “Cuan larga era su preparación, así era su acción de gracias, después”1178. “Cuando pronunciaba  las palabras de la consagración y el “oh Padre de verdad”1179, se llenaba de respeto profundo y reverencia extrema”1180. “Cuando celebraba la misa, se presentaba con hábitos limpios, signo evidente de su creencia en la Encarnación del Hijo de Dios y su presencia sobre el altar. No se lavaba las manos sino sólo para celebrar su misa1181.    

     “Su fe se reflejaba en la manera como hacía sus oraciones, en el tiempo dedicado a sus meditaciones, en su buena pronunciación en el oficio divino”1182, que rezaba palabra por palabra, en voz baja y candorosa”1183. “Dedicaba la mayor  parte de su tiempo a la oración y la meditación. Siempre que no tenía un trabajo manual, se iba para la capilla”1184 “para meditar en Dios y sus perfecciones, de tal manera absorto, que le hacía falta algún tiempo para que volviera a la realidad, al sentir que alguien le hablaba”1185. “Yo me decía: “Es un ángel y no un hombre”1186 “Cuando se ponía a hablar de cosas espirituales. Se inflamaba de celo. Hablaba de la abundancia de su corazón y con el fervor de su fe. En toda su vida no se le vio un signo de aburrimiento, de retroceso, de pereza ante las cosas espirituales, sino que se entregaba a ellas con fervor, como si se gozara en las cosas que amaba su corazón”1187.    

     “Su obediencia al superior o a su reemplazante, nos muestra una prueba evidente que veía a Dios en la persona del superior y a través de su voz. En su voz oía la voz divina”1188. “Tenía un respeto infinito por sus superiores”1189, sin considerar si éste o aquél eran dignos o no”1190.    

     “En su trabajo, el espíritu de fe se mostraba en su mismo comportamiento, como si estuviera celebrando la misa”1191. “Nada hacía por su propia voluntad, pues su fe estaba cimentada en la autoridad, la única que hablaba por Dios. Esta obediencia se basaba en una fe viva que se revelaba en todos sus movimientos: en la misa, en la oración, en el comer, en el dormir”1192. “Todos sus actos eran cincelados con cuidado y vivacidad, dando auténtico testimonio de una ferviente fe”1193. “Todos los que lo conocían y lo contemplaban celebrando su misa o recitando su oficio divino, salían emocionados de su piadosa actitud, pues veían la calidad de la devoción y la piedad, reflejados en su rostro radiante de una luz celestial. Era la más grande prueba de su enorme fe en Dios”1194, “fe que resplandecía en sus trabajos, que imponía respeto a su adoración a su Dios, delante del cual se arrodillaba sobre una ruda estera de mimbre, por largas horas, en la capilla, bien erecto e inmóvil como una piedra”1195.     

     “Dios lo premió con el don de discreción de espíritu ante su fe tan viva, como lo atestiguan los acontecimientos. Era, por tanto, una hoguera ardiente de fe”1196. “Todo aquel que frecuentó al padre Chárbel, entendió que él vivía más en la fe que en su propio cuerpo. La vida no le interesaba más. Todo su ser, sus pensamientos, sentimientos y latidos del corazón, todo eso estaba dirigido hacia el cielo. Mortificó su cuerpo con la austeridad, privó su vista de todos los encantos del mundo, todo en él desembocaba sobre la meditación. Al contemplarlo durante la misa y sus oraciones, uno leía sobre su rostro lo que había de fe en su corazón”1197.

 

 

II: Relatos y acontecimientos 

1-El rayo    

     “Un día, el padre Chárbel estaba de rodillas, muy erguido, en la capilla, absorto en su oración, delante del Santísimo Sacramento, cuando un violento rayo cayó en el eremitorio, quemando una casulla nueva, tejida con hilos de plata, que estaba puesta sobre el altar. El rayo atravesó por mitad de la capilla, pasó al lado de él, quemándole el borde del hábito, sin hacerle daño. Los monjes del convento y yo, corrimos al eremitorio para ver qué había pasado allí. Comprobamos que el rayo había caído en el lado sur, derrumbando piedras de los muros de contención de un trozo del viñedo. Después penetró en la capilla, quemando los manteles del altar y las casullas que allí estaban, arrojando el cáliz a otro sitio, dañando las imágenes, abriendo las puertas y derramando un olor que mareaba a los dos compañeros del padre Chárbel, a los que encontramos en la cocina, casi desmayados. Se estaban calentando al lado del fuego. Vueltos en sí, creyeron que el padre Chárbel se encontraba muerto. Corrieron a la capilla, donde él rezaba, como si nada hubiera pasado. Entonces el superior le dijo: “Al menos, padre Chárbel, ¿no podía apagar el fuego sobre los manteles y las casullas?” Él respondió:”Mi padre, ¿apagar qué? Tan pronto como comenzó, tan pronto acabó”. Es decir, que todo se realizó por la velocidad del relámpago, no pudiendo hacer nada. Y siguió su oración”1198.

 

 

2-Gusanos de seda, salvados de la muerte    

     “Cuando yo era el superior del convento de San Sergio, en Qartaba, la sequía, ocho años seguidos, extinguía los gusanos de seda que, una vez llegados al cuarto grado y nueve días, morían. Envié a uno de los monjes al ermitaño Chárbel, del eremitorio de Annaya, para que trajera agua bendecida por él. Al llegar, asperjamos los gusanos. Así se salvaron las cosechas durante mi trienio y los años siguientes”1199.

 

 

3-Mi cosecha fue inmejorable aquel año    

     “Una vez, la epidemia atacó los gusanos de seda en mi casa, a causa de la enfermedad que les entró a las hojas de morera. Los gusanos se ponían amarillos, se ponían sobre los bordes de las bateas y caían por tierra. Corrí al eremitorio, traje agua bendecida por el padre Chárbel, y en cuanto asperjaba los gusanos de seda, se restablecían inmediatamente, volviendo sobre las bateas y comiendo las hojas de mora. Escuchaba el zumbido peculiar que hacen al comer. Ese año mi cosecha fue inmejorable, gracias al padre Chárbel”1200.

 

 

4-No se lo diga a nadie (Mt. 1, 44)    

     “Sebastián Agustín Obeid, de Ehmej, me contó que, un año, los ratones se multiplicaron tanto en la casa, que terminaron por atacar los gusanos de seda de su casa, casi a punto de exterminarlos. Trajo agua bendecida por el padre Chárbel y asperjó los gusanos. Al día siguiente vino a ver las bandejas, y encontró los ratones muertos. Alguien fue y  le contó al padre Chárbel lo sucedido. Y él le respondió: “No se lo diga a nadie”1201.

 

5-Como si se dirigiera a un personaje importante    

     “Yo lo veía arrodillado, rezando su oficio divino que él hacía, en el coro, muy a menudo, con la comunidad, alrededor del atril. Cuando se encontraba solo en la capilla, se ponía delante del atril y recitaba el oficio en voz alta, pronunciando cuidadosa y claramente las palabras, como si se dirigiera a una persona muy importante, visible a simple vista, yendo lentamente, sin mirar ni a derecha ni a izquierda. Uno lo escuchaba canturrear con recogimiento y respeto reverncial”1202, “y recitando su oficio divino en el breviario, cuando su compañero le ordenaba hacerlo en el coro. Lo recitaba concienzudamente, como en presencia de un rey de muchísima importancia. La fe, el recogimiento y la piedad, parecían encarnarse en el acto que él realizaba”1203.

 

 

6-La mula del convento    

     “Una vez, la mula del convento tuvo un cólico. Se tiró por tierra, los ojos desorbitados, a punto de morir. Los monjes y el mulero ensayaron muchos remedios para salvarla, pero en vano. Al fin, llamaron al padre Chárbel que se colocó al lado de su cabeza y oró. Apenas terminó su oración, la mula, de un salto, se puso de pie!1204.

 

 

7-Aleja las langostas     

     “Me recuerdo bien que, a la edad de doce años1205, las langostas invadieron el país; entre otras zonas, la población de Ehmej. El prefecto de la región1206, en aquél, entonces, el señor Rachid Al-Juri, fue donde el superior del convento de San Marón, en Annaya, para pedirle que les enviara al padre Chárbel a Ehmej para alejar las langostas por medio de su bendición. El ermitaño obedeció. Los habitantes habían ya llenado los jarros de agua. En mi presencia, él bendijo el agua que los habitantes llevaron, y se pusieron a asperjar sus viñedos y sus campos. Las langostas cesaron de dañar sus tierras. Eso lo vi yo con mis propios ojos”1207.

 

 

8-¿Acaso soy un Dios para impedir la muerte?    

     “Un hombre de mi familia, Chmuti, de Batrún, poseía un rebaño de ovejas que fue atacado de una epidemia mortal: fiebre amarilla. A causa de ello perdió gran cantidad. Habiendo oído hablar de la reputación  del padre Chárbel, fue a pedirle agua bendita, explicándole la enfermedad de sus ovejas. El ermitaño le dijo: “¿Acaso soy un Dios para impedir la muerte?” El hombre volvió la espalda para regresarse. Entonces, el padre le dijo: “¿Tienes un recipiente para llenarlo de agua?” Después bendijo el agua con la que se asperjó el rebaño, y se alivió. Más tarde, notó que los gusanos de seda disminuían mucho en su casa. Volvió donde el padre Chárbel, trajo agua bendita y los asperjó. Encontró, después, insectos, ratones, erizos y una gran serpiente muertos cerca de los gusanos de seda”1208.

 

 

9-El arca de Noé (Jn. 17,15)    

     “Todos los habitantes de mi aldea, Ehmej, y los chiítas de Almat, nuestros vecinos, cuentan que las langostas, un año, invadieron en gran número la región, acabando con todo. El superior del convento, Elías de Mechmeche, ordenó al padre Chárbel ir a asperjar los terrenos del convento para impedir que las langostas entraran en ellos. Él obedeció. Sólo se le olvidó un terreno situado entre las propiedades de los chiítas. Las langostas entraron en la región y devoraron todo lo que había, verde y seco, menos las propiedades del convento que fueron asperjadas, a excepción del terreno que fue olvidado. Éste quedó arrasado totalmente”1209. “Todo el mundo, y también los chiítas, no se cansan de repetir el extraño suceso, maravillados de ver todos los valles, montes y colinas, despojados por completo, menos los terrenos del convento, que permanecieron verdes, salvos del perjuicio, como el arca de Noé en medio  de una devastación todal”1210.

 

 

10-El viñedo pertenecía a la iglesia  parroquial de Ehmej (Jn. 15, 15)    

     “Cuando las langostas invadieron el país, hace más de treinta años, mi papá envió a mi hermano, Pedro, donde el padre Chárbel, rogándole que bendijera agua para asperjar el viñedo de la iglesia, del que mi papá era encargado. No me acuerdo bien de los detalles. Es mi hermano el que los conoce mejor que yo. Lo que sí sé es que el viñedo y las sementeras asperjados se escaparon del perjuicio de las langostas, que arrasaron con todo, aquel año. Los habitantes de Ehmej venían a ver este viñedo, y también el padre Elías de Mechmeche, superior del convento del que yo era trabajador”1211.

 

 

11-Las posibilidades de los santos    

     “En mi tiempo de noviciado, cuando leía las biografías de los santos, en especial el libro de la “Perfección cristiana”, del padre Rodrigo, jesuita, yo ponía en duda algunos hechos y virtudes que les atribuían a ermitaños y a santos, creyendo que en eso había mucha exageración. Eran cosas que superaban la capacidad humana. Pero, a fuerza de frecuentar al padre Chárbel y de testimoniar sus virtudes, ahora tengo la certeza de que la gracia divina hace prodigios en las almas, y que lo que han dicho y escrito en las biografías de los santos es poco comparado con lo que yo he visto, con mis propios ojos, en este gigante que es el padre Chárbel. Gigante en la austeridad y la mortificación de sí mismo”1212.

 

 

Z: Su misa, el grado máximo de su amor

 

I.Introducción 

1-En el convento   

      “El sacerdote, en la misa, es el vicario de Cristo. La ofrenda es verdaderamente el cuerpo y la sangre de Cristo. Durante la misa hay tres adoraciones: contemplación de la pasión de Cristo, la ofrenda a Dios Padre y la comunión. Y para la comunión se requieren seis cosas: una confesión sincera, un acto de fe, la esperanza de que todos los pecados del mundo se perdonen por una gota de su sangre, un acto de amor, un acto de contrición por nuestra indignidad, y agradecimiento después de la comunión”1213.    

     “Después de las misas de sus cohermanos sacerdotes, en las que él participaba, celebraba la suya. Muchas veces yo le ayudé sus misas1214, tanto en el altar de San Jorge, incrustado en el muro sur, como en el de Nuestra Señora, recostado en el muro norte, y algunas veces  en el altar mayor, cuando el superior se lo mandaba. Celebraba su misa con esmero y recogimiento, armado de tres pañuelos negros que colgaba de un candelero, a la derecha del altar. Con uno se sonaba la nariz, sobre todo en invierno; después del evangelio, con el segundo; y el tercero era para después de la consagración, si fuere necesario”1215. “Su misa tardaba una hora, y a veces más, en una íntima confidencia con el Todopoderoso divino. A pesar de la duración de su misa, nadie se aburría, concienzudamente como celebraba. Uno comprendía palabra por palabra la lectura del Evangelio, sin que levantara mucho la voz”1216. “Sin embargo, algunos evitaban ayudarle la misa, pues la prolongaba por el cuidado que en ella ponía”1217. Después de la misa volvía  a su puesto, detrás de la puerta, de rodillas, bien derecho, durante unas dos horas, sobre el piso, en verano y en invierno. Después lavaba los pañuelos antes de ir a trabajar al campo”1218.

 

 

2-En el eremitorio    

     “Yo iba al eremitorio para participar de su misa y, algunas veces, se la ayudaba. Tanto en el convento como en el eremitorio, su misa era la misma en todos sus detalles, ya en los días de fiesta como en los días de trabajo”1219, “celebrando con recogimiento extremo, en presencia de un gran número de fieles que participaban para recibir su bendición”1220. “Yo lo veía, después del oficio divino, arrodillado, erguido, junto a la puerta. En invierno  se arrodillaba sobre una estera de mimbre para protegerse de la humedad.  Y en verano, en la tierra escueta. Yo salía de la iglesia mientras él permanecía arrodillado, erguido, absorto en la acción de gracias”1221. “Cuando le ayudaba la misa, yo observaba  su pulcritud en los gestos, su voz baja, el cuidado y el aspecto reverencial. Los domingos y los días de fiesta decía la misa a las diez. Los días de trabajo, en la mañana. Después de la misa yo me iba a trabajar y él, después de la acción de gracias, se iba al viñedo. Así, nunca podía saber cuánto tiempo prolongaba su acción de gracias, pero puedo asegurar que toda su vida era una preparación a la misa y una acción de gracias”1222, absorto en la meditación, como en éxtasis”1223.

 

 

3-Cara a cara    

     “Estaba siempre en éxtasis durante sus devociones religiosas, en particular, cuando invocaba al Espíritu Santo, en la comunión  y en la elevación de los sacramentos, durante la misa. Allí se ensimismaba profundamente  en meditación y oración, dirigiéndose a la misericordia de Dios, insensible a todo movimiento o ruido que se produjera junto a él”1224. “Después de las palabras de la consagración, miraba al Santísimo Sacramento con una mirada intensa”1225, “un aspecto reverencial, como si viera al Dios de la Gloria, cara a cara”1226 “y mirara, a simple vista, al Dios encarnado y oculto”1227, “dirigiéndose a una persona sumamente poderosa, viéndola con sus propios ojos”1228, “contemplando a Dios, arrebatado por el Espíritu”1229, “como si él palpara con sus sentidos la vida del mismo Hijo de Dios”1230. “Cuando elevaba el Santo Sacramento, recitando: “Padre de la verdad”, parecía exaltado por el Espíritu  como si mirara a Dios, cara a cara”1231.

 

 

4-Su pulcritud en la misa    

     “Se preocupaba por la limpieza para celebrar la misa”1232. “Con este fin, tenía un hábito y un par de zapatos convenientes que guardaba sólo para la celebración eucarística, los que se quitaba inmediatamente después de la misa”1233. “Lo mismo que la toalla y jabón, que no utilizaba en otras ocasiones, por respeto a las celebraciones divinas”1234. “No se lavaba sino los labios. Se lavaba las manos antes de la misa, de manera admirable”1235. Fuera de eso, nunca metía las  manos en el agua”1236. “Tenía un cuidado, fuera de lo común, por los objetos de la iglesia”1237.

 

II: Relatos y acontecimientos 

1-Como un imán   

      “Cuando yo era casi una niña, venía de Ehmej con mis padres al eremitorio para participar en la misa de los domingos y días de fiesta. Muy a menudo participábamos en la misa del padre Chárbel. Yo no lo veía sino en la misa. Nuestra familia cuenta que los cimientos del eremitorio fueron puestos por un miembro de nuestra familia, y por eso era por lo que nosotros le teníamos una predilección  especial. Más aún, una pasión, pues nos recordaba a nuestro tío. Una razón más era que nosotros vivíamos en Uwaini, cerca al eremitorio, aldea donde no había iglesia. Y, por otra parte, la santidad del padre Chárbel atraía las almas como un imán. Era también frecuentado por numerosos visitantes, todos los domingos y días festivos. Todos los que participaban en la misa del padre Chárbel, salían emocionados, no queriendo salir de la iglesia. Sobre todo cuando pronunciaba las palabras de la consagración, uno se sentía abrasado por su recogimiento y su triste voz. El fervor, el cuidado y la manera reverencial, le daban ritmo a todos sus movimientos. Después de la misa, él se arrodillaba sobre el mero suelo, todo erguido y la cabeza baja, como una estatua. Cuando incensaba la asamblea, no miraba a nadie”1238.

 

 

2-¿Toma usted sopa de cereales?    

     “El padre Chárbel era un sacerdote respetuoso que impresionaba  a las almas por su aspecto venerable y su recogimiento, particularmente durante la misa. Su compañero, el padre Macario, me contó que si un sacerdote venía al eremitorio para celebrar la misa con rapidez, el padre Chárbel se le acercaba y le decía, después de la liturgia: “¿Por qué se apresura tanto? ¿Toma usted sopara de cereales?” Era un ángel en cuerpo humano. Nunca oí decir de su vida religiosa en el convento, que fuera menos santo y menos virtuoso que en el eremitorio”1239.

 

3-Comulgue    

     “La primera vez que le hice una visita en el eremitorio, a la edad de quince años, fue por acompañar a mi mamá, Rosa, que quería ver al padre Chárbel. No quiso recibirla. Cuando ella le manifestó su deseo de besarle la mano, él le respondió desde el interior de la capilla, con la puerta cerrada: “Comulgue en la misa, y tendrá en la boca y en su corazón al mismo Hijo de Dios, y eso le bastará. ¿Para qué besar mi mano cuando el Hijo de Dios está en su corazón?” Al ayudarle la misa, no me cansaba de mirar al ermitaño, de pie, en el altar, durante una hora y  media. Después nos regresamos, dejándolo a él en la capilla, sin que mi mamá pudiera besarle la mano o verlo cara a cara”1240.

 

 

4-Le corrían las lágrimas    

     “Su amor abrasaba de fuego ardiente. En el altar, su pecho parecía un horno encendido. Sus ojos brillaban, las lágrimas corrían, enrojecían sus mejillas y los suspiros se escapaban de su pecho como un vapor caliente”1241, “como si viera a Cristo con sus ojos. De eso doy testimonio porque le ayudaba la misa muchas veces”1242. “Cuando pronunciaba las palabras de la consagración: “Esto es mi cuerpo; ésta es mi sangre”, vi que le salían lágrimas de los ojos, en dos ocasiones. Una vez, una lágrima cayó sobre el corporal. Después de consumir el cuerpo y la sangre y hacer las abluciones, vio la mancha de su lágrima, y se conturbó creyendo que era una gota de sangre que había caído. Yo le dije: “¿Qué le pasa? Es una lágrima caída de sus ojos, después de las palabras de la consagración”. Pero él siguió perturbado y tomó el corporal para mostrárselo al superior a fin de tranquilizar su conciencia”1243.

 

 

5-Cogía el cáliz con sus dientes    

     “Al final de su vida, mientras consumía la preciosa sangre, tomaba el cáliz largo rato entre los dedos. Sus oraciones en la capilla dejaban ver a un hombre enamorado con frenesí del amor divino. Ese amor se notaba en la misa, a través de sus lágrimas, en especial cuando tomaba la preciosa sangre, asiendo tan fuertemente el cáliz entre sus dientes, que dejaba en él impresas sus huellas”1244.

 

       Referencias
  304                       Al-Tannuri, p. 4.

305                       Al-Tannuri, p. 6.

306                       Según los papeles que  tomé del padre Pedro Abi Yunes, escritos a máquina, p. 110, aparecidos en el periódico “-Taillar”, testimonio de Al-Hasruni.

307                       Simón Gata, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 2.

308                       Según los papeles que tomé de Pedro Abi Yunes, escritos a máquina, p. 110, aparecidos en el periódico “Al- Taillar”, testimonio de Al-Hasruni.

309                       Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de oro Kfifane, Padre Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.

310                       Sebastián Al Uwaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 4

311                       Simón Gata, Positio de la santidad de Chárbel, p. 2.

312                       Según los papeles que tomé de Pedro Abi Yunes, escritos a máquina, aparecidos en el periódico “Al-Taillar”, testimonio de Al-Hasruni.

313                       Simón Gata, Positio de la santidad de Chárbel, 1826, p. 2.

314                       Padre Juan Andari, testimonio 18/6/1951, Convento de oro Kfifane, Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.

315                       Simón Gata, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 2.

316                       Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de oro Kfifane, padre Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.

317                       Camino de la santidad, año 1, p. 208.

318                       Hermano Elías Mahrini, Ebrio de Dios, p. 148.

319                       Padre Simón Ehmej, Ermitaño de Annaya, p. 34-35.

320                       Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de oro Kfifane, padre Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.

321                       David David, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 67.

322                       Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de oro Kfifane, padre Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.

323                       David David, Positio de la santidad de Chárbel,, 1826, p. 67.

324                       Es decir, que camina rápido.

325                       Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, p.35.

326                       Sebastián Al-Uwaini, Positio de la santidad de Chárbel, p. 4.

327                       David David, Positio de la santidad de Chárbel, p.67.

328                       Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de oro Kfifane, padre Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.

329                       Padre Efén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1826, p.124.

330                       Antes de la muerte de su tío, el hermano Eqlimos de Ehmej, el 4/3/1869, Monjes de nuestra aldea, p. 180-181.

331                       Sebastián Al-Uwaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 4.

332                       Alrededor de 1880.

333                       Simón Gata, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 2.

334                       Positio de prohibición de veneración, p. 18.

335                       Comentario del doctor Geffray, profesor de la facultad de medicina de Beirut.

336                       Padre Luis Blaibel, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 139-140.

337                       Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 50.

338                       Pedro Moisés, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 84.

339                       Tomaba el agua de enjuagar los platos por amor a Jesús. Es como la mamá que se come los sobrados de su niño. Algo así como dos amantes, el uno de la boca del otro. La época del padre Chárbel era un tiempo señalado de pobreza y de ignorancia, comparado con nuestro tiempo. La casa era construida de tierra, sin baños, ni conductos de agua, ni electricidad ni cocina. Los utensilios de la cocina eran de barro; los platos, las ollas y las cucharas eran de madera. No había detergentes para lavar. El agua y la ceniza eran su jabón. Se enjuagaban los platos con agua pura, pues las comidas solían ser de cereales cocinados con aceite de oliva. Se utilizaba un caldero y todo se cocinaba con leña.

340                       Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, p. 87-88.

341                       Según los papeles de Pedro Abi Yunes, p. 103-105, aparecidos en el periódico “Al-Bairaq”, 1950, como conocí al monje Chárbel, en su eremitorio, memorias Najle Chaker Kanaan, hace 53 años.

342                       Moisés Moisés, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 69.

343                       Padre Roque Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 80.

344                       Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, página  105.

345                       Padre Antonio Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1855, p. 228.

346                       Padre Roque Mechmech, Positio de la saantidad de Chárbel, 1926, p. 105.

347                       Padre Efén Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 55.

348                       Padre Antonio Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 236.

349                       El  cura párroco Gabriel Gabriel, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, página 203.

350                       José Jalife, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 280.

351                       El cura párroco Miguel Ramia, Ermitaño de Annaya, p. 45.

352                       Iid Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 117; Ermitaño de Annaya, p. 68-69.

353                       Registro No. 1 bautismos, Annaya, 1843-1904, p. 33.

354                       Registro No. 2 bautismos, Annaya, 1871-1944, p. 2, No. 2.

355                       Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 23.

356                       Monje de la Orden Libanesa Maronita, Muerto vivo, Líbano 1987, p. 68 rúbrica.

357                       Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 23. Esta visita se efectuó después de los votos del hermano Pedro Hawad de Mechmech en el convento de Kozhaya, el 7/11/1896, Monjes de nuestra aldea, p. 181.

358                       Monje de la Orden Libanesa Maronita, Muerto vivo, Líbano, 1987, p. 68, rúbrica. El padre José Aún, hijo de Abdallah José Aún, nacido en 1927, registro 18 Gadras, me contó: “Desde su tierna edad, mi padre era activo. Esta cualidad  permitieron al dirigente Paz Al-Dahdah y a su hermano, el obispo Nehemtallah Al-Dahdah  y al conde Rachid Al-Dahdah confiarle la misión de ir a pedir al padre general la autorización para que el padre Chárbel viviera un mes en el palacio del prefecto de la región de Kesruwan; estadía que fue seguida de una segunda vez en otra ocasión. Mi padre lo acompañaba día y noche. Él decía la misa en la capilla del palacio, como era la costumbre  los domingos  y días de fiesta. Algunas veces, y con la autorización de Monseñor Paz Al-Dahdah, el hermano del prefecto, celebraba la misa en las casas”.

359                       Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 23.

360                       El cura párroco Miguel Ramia, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 71.

361                       Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 23.

362                       Padre Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 55.

363                       Padre José Jalife, Positio de la santidad de Chárbel, p.276.

364                       Padre Simón Ehmej, Ermitaño de Annaya, p. 29.

365                       Hermano Elías Mahrini, Ermitaño de Annaya, p. 35-36.

366                       José Abi Yunes, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 149.

367                       Padre Elías Ehmej, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 168.

368                       El cura párroco Miguel Ramia, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,   página 71.

369                       Padre Elías Ehmej, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 168.

370                       El cura párroco Miguel Ramia,  Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 71.

371                       Padre Elías Ehmej, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 168.

372                       El cura párroco Miguel Ramia, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 71.

373                       Padre Elías Ehmej, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 168.

374                       Fuad Juri, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 264.

375                       Padre Antonio Chebli. Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 245.

376                       Fuad Juri, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 264.

377                       Juan Jater, Ermitaño de Annaya, p. 108.

378                       Fuad Juri, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 264.

379                       Juan Jater, Ermitaño de Annaya, p. 108.

380                       Fuad Juri, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 264.

381                       Padre José Ehmej, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 68.

382                       El cura párroco Gabriel Gabriel, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 206.

383                       El padre del sustituto de Aley.

384                       El tiempo para recorrer la distancia a pie.

385                       Fuad Juri, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 268-270. Padre José Ehmej, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 68 y Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.53. Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 22. Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1855, p50-51. Padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 43. Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 45. Hermano Pedro Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.39. El cura párroco Gabriel Gabriel, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 205.

386                       Al-Tannuri, p. 10.

387                       Hermano Pedro Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 39.

388                       Al-Tannuri, p. 10.

389                       Chebli Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 196.

390                       Fuad Juri, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 270.

391                       El cura párroco Gabriel Gabriel, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 205

392                       Regla de los novicios, p. 100, 102 y 103.

393                       Sebastián Uwaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 4.

394                       El cura párroco Miguel Ramia, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 71.

395                       Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 45.

396                       Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de chparbel, 1926, p. 57.

397                       Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 64.

398                       Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 65.

399                       José Salomón, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 100.

400                       Padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 42.

401                       Padre Juan Jai, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 45

402                       Padre Antonio Alwan, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 129.

403                       Padre Bernardo Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 136.

404                       Padre Efrén Nakad,  Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.126.

405                       Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 68.

406                       Padre José Salomón, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 100.

407                       Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 56.

408                       Hacia el año 1880,

409                       Simón Gata, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.2.

410                       Padre Nehemtallah Nehmeh, Ermitaño de Anaya, p.54.

411                       Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 37.

412                       Pronunció sus votos en 1853 (Monjes de nuestra aldea, p. 180); muerto el 13/3/1903 (Diario de Annaya. 56).

413                       Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 125.

414                       Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 125.

415                       Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 75.

416                       Marón Abbud, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 98.

417                       José Salomón, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 100.

418                       Marón Abbud, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 98.

419                       Reglas de los novicios, p.110.

420                       Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 123.

421                       “Palabras de San Chárbel”

422                       Padre Antonio Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 238.

423                       Constituciones 1732, la pobreza.

424                       Padre Pablo Sibrini,  Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 31.

425                       Padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 42.

426                       Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 46.

427                       Hermano Elías Mahrini, Positio de la Santidad de Chárbel, 1926, p. 60.

428                       Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1026, p. 91.

429                       Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.78.

430                       Padre Elías Mahrini, Ermitaño de Annaya, p. 36.

431                       Padre Luis Blaibel,  Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.140.

432                       Padre Nehemtallah Mechmech,  Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.78.

433                       Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926. p. 77.

434                       Hermano Pedro Hawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, página 37.

435                       Padre José Ehmej, Positio de prohibición de veneración, p. 24.

436                       Reglas de los novicios, p. 105.

437                       Al-Tannuri, p. 5.

438                       Lo oculto develado, p. 132-133.

439                       Padre Elás Ehmej, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 163.

440                       Padre Roque Mechmech,  Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 105.

441                       Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 123.

442                       Padre Antonio Alwan, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 134.

443                       Eso significa que Chárbel entró al eremitorio antes del trienio del padre Roque de Mechmeche, 2n 1871.

444                       Lo oculto develado, p. 123.

445                       Padre José Hasruni, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 113.

446                       Todavía no se había ordenando sacerdote.

447                       Padre Antonio Alwan, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 133.

448                       Padre José Hasruni, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 113.

449                       Padre José Hasruni, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 109.

450                       José Salomón, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 100.

451                       Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 24.

452                       Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 66.

453                       Hawchab Nakad. Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 182.

454                       Iid Nakad, Ermitaño de Annaya, p. 71.

455                       Su muerte no se registra en los libros de Bqaakafra. Se señala otra fecha del fallecimiento, el mismo día, pero en 1898, y no en 1897. Rosa Majluf, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 292.

456                       Eliseo Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, p. 3.

457                       Fuad Juri, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, 262-263.

458                       Iid Nakad, Ermitaño de Annaya, p. 71.

459                       Constituciones 1732, pobreza.

460                       Padre Nehemtallah Nehme, Ermitaño de Annaya, p. 52.

461                       Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 23-24.

462                       Constituciones 1732, el hábito de los monjes.

463                       José Salomón, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 100.

464                       Ermitaño de Annaya, p. 30.

465                       Sebastián Uwaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 7.

466                       Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,p. 18.

467                       Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 44.

468                       Padre Pedro Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 30.

469                       Hermano Pedro Hawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1026, página 35.

470                       Hermano Francisco Qartaba, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 102.

471                       Moisés Moisés. Positio de la santidad  de Chárbel, 1026, p. 69.

472                       Padre José Hasruni, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 112.

473                       Padre Francisco Sibrini,  Positio de la santidad de Chárbel, 1026, p. 18.

474                       Sacos enormes; el más grande contenía 130 kilos de trigo.

475                       Hermano Pedro Hawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, página 35.

476                       Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.44.

477                       Constituciones 1732, hábito de los monjes.

478                       Padre Nehemtallah Mechmech,  Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 75.

479                       David David, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 67.

480                       Hermano Pedro Hawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, página 35.

481                       Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 18.

482                       Ermitaño de Annaya, p. 36.

483                       Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 18.

484                       Padre Francisco Sibrini,  Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 19.

485                       Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 18-19.

486                       Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 88.

487                       David David,  Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 67.

488                       Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 19.

489                       Padre Pablo Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 30

490                       Padre Pablo Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 30.

491                       Padre Roque Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 105.

492                       Ermitaño de Annaya. p. 30.

493                       Ermitaño de Annaya, p. 39.

494                       Marón Abbud, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 98.

495                       Negligencia y falta de cuidado de su cuerpo, ocupémonos del alma…es un pensamiento monástico del tiempo de Chárbel.

496                       Reglas de los novicios, p. 104.

497                       Pedro Moisés, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 85.

498                       Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 18.

499                       Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.44.

500                       Padre Ignacio Mechmech,  Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 64.

501                       Moisés Moisés, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 70.

502                       Positio de prohibición de veneración, p. 36.

503                       Positio de prohibición de veneración, p. 36-37.

504                       Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 44.

505                       Positio de prohibición de veneración, p. 37.

506                       Padre Ignacio Mechmech,  Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 63.

507                       Positio de prohibición de veneración, p. 37.

508                       Padre Juan Jaji, Positio  de la santidad de Chárbel, 1926, p. 44.

509                       Padre Antonio Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 238.

510                       Padre Benito Tabet, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 7.

511                       Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 63.

512                       Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 57.

513                       Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 44.

514                       Padre Roque Mechmech,  Positio de la santidad de Chárbel, p.105.

515                       Al-Tannuri. p. 3.

516                       Padre José Hasruni, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 109.

517                       Padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 42.

518                       José Jalife, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 281.

519                       Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1026, p. 50.

520                       Al-Tannuri. p. 5.

521                       Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 57.

522                       Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 57.

523                       Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 74.

524                       Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 44.

525                       Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1826, p. 18.

526                       Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 74.

527                       Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 44.

528                       Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 50.

529                       Hermano Pedro Hawad Mechmech,  Positio de la santidad de Chárbel, 1926, página  34.

530                       Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 57.

531                       Hacer la siesta.

532                       Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 49.

533                       Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 18.

534                       Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, 49-50.

535                       Como los juegos de cartas.

536                       Hermano Pedro Hawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,  página 34.

537                       Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 88.

538                       Pronunció sus votos en Maifuq en 1868, muerto en el convento de Bsurma en 1919; Monjes de nuestra aldea, p. 146.

539                       Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 123 y Ermitaño de Annaya, p. 80-81.

540                       Constituciones 1732, comedor.

541                       Padre Antonio Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 232.

542                       Camino de la santidad, año 2, p. 466.

543                       Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 49.

544                       Marón Abbud, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 98.

545                       José Salomón, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 100.

546                       Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 120.

547                       Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 123.

548                       Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 17.

549                       Chebli Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 192.

550                       Padre Antonio Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 238.

551                       Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 57.

552                       Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 63.

553                       Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 57.

554                       Padre José Hasruni, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 112.

555                       Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 57.

556                       Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 60.

557                       Padre Elías Ehmej, Causa de la santidad de Chárbel, 1855, p. 164.

558                       Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 44.

559                       Padre José Ehmej, Causa de la santidad de Chárbel, 1855, p. 74.

560                       Hermano Pedro Hawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, página 34.

561                       Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 17.

562                       David David, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 67.

563                       El cura párroco Miguel Ramia, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 71.

564                       Marón Abbud, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 98.

565                       Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 63.

566                       Padre Simón Ehmej, Ermitaño de Annaya, p. 30.

567                       Padre Antonio Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 242.

568                       Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 23.

569                       Ermitaño de Annaya, p. 30.

570                       Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 18.

571                       Padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 41.

572                       Padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 41.

573                       Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1826, p. 44.

574                       Padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 41.

575                       Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 126.

576                       Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 126.

577                       Chebli Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 191-192.

578                       Una mezcla de garbanzos, lentejas y trigo machacado.

579                       Simón Gata, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 2.

580                       Chebli Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 193.

581                       Jorge Sassine,  Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 96.

582                       Regla de las novicios, p. 96.

583                       Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 29. Y hermano Francisco Qartaba, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 102.

584                       Padre Antoni Alwan, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 128.

585                       Chebli Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 191.

586                       Hermano Francisco Qartaba, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 102.

587                       Padre Antonio Alwan, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 127. Y Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 129.

588                       Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 49.

589                       Padre Pedro Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 29-30-

590                       Padre Simón Anunciación, Ermitaño de Annaya, p. 86.

591                       Fue designado superior del convento entre 1891-1893, Monjes de nuestra aldea, p. 251; fallecido en el convento de Hub en 1899, Monjes de nuestra aldea, p. 73.

592                       Padre Pablo Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 30.

593                       Padre Antonio Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 243.

594                       Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 75.

595                       Padre Pablo Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 30.

596                       José Jalife, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 283.

597                       Padre José Hasruni, Camino de la santidad, año 2, p. 11.

598                       Testimonio de Sofía, la nuera del padre Ramia.

599                       Padre Pablo Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 75.

600                       Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 77.

601                       Al-Tannuri, p. 75.

602                       Padre Antonio Alwan, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 132.

603                       Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 50.

604                       Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, p. 76.

605                       Padre José Ehmej, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 283.

606                       Padre Pablo Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 30.

607                       Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955; y padre Antonio Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 232.

608                       Chebli Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1855, p. 193.

609                       Padre Antonio Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 193.

610                       Chebli Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 193.

611                       Padre Pablo Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 30.

612                       Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 22.

613                       El cura párroco Gabriel Gabriel, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 204.

614                       Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 45.

615                       Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 59.

616                       Padre José Hasruni, Historia de los conventos de la región de Jebbeh, notas, página 417.

617                       Padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1826, p. 42.

618                       Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 51.

619                       Padre Ignacio Mechmech,  Positio de la  santidad de Chárbel, 1926, p. 65.

620                       Padre Roque Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 105.

621                       Al-Tannuri, p. 5

622                       Ermitaño de Annaya, p. 64.

623                       Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 44.

624                       Padre José Ehmej, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 74.

625                       Padre Antonio Alwan, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 130.

626                       Padre Elías Ehmej, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 162.

627                       Padre José Ehmej, Causa de la santidad de Chárbel, 1955. p. 68.

628                       Padre Pablo Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 30-31.

629                       Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 77.

630                       Padre Antonio Nehme, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 214-215.

631                       Padre Antonio Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 231.

632                       Ermitaño de Annaya, p. 33.

633                       Al-Tannuri, p. 3.

634                       Padre José Hasruni, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 110.

635                       Padre Juan Al-Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 35.

636                       Padre Juan Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 44.

637                       Para todos los detalles sobre esta biblioteca, ver el artículo del superior general Elías Jalife, “Fuentes de la espiritualidad en la Orden Libanesa Maronita en Hojas monásticas, año 26, número 77, 2004, p. 5-12.

638                       El cura párroco Miguel Ramia, Ermitaño de Annaya, p. 44.

639                       Padre José Hasruni, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 105.

640                       Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 22.

641                       Padre Roque Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 105.

642                       Padre Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 57.

643                       Padre Antonio Alwan, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 145.

644                       Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 76.

645                       Padre Antonio Alwan, Positio de la santidad de Chárbel, 1026, p. 129.

646                       Padre Antonio Alwan, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 129.

647                       Visitó los enfermos de viruela, muy extendida, para consolarlos y administrarles los sacramentos;  Los monjes en el Líbano, p. 78.

648                       Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 33.

649                       Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de ordo Kfifane, Padre Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.

650                       Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 34.

651                       Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de oro Kfifane, Padre Pierre Saade, t, 2, 2001, p. 204.

652                       Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 34.

653                       Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de oro Kfifane, Padre Pierre Saade, t, 2, 2001, p. 204.

654                       Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 34.

655                       Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de oro Kfifane Padre Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.

656                       Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 34.

657                       Paddre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de oro Kfifane, Padre  Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.

658                       Padrw Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 34.

659                       Padre Juan Andari, testimonio eo 18/6/1951, Convento de oro Kfifane, Padre Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.

660                       Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 34.

661                       Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de oro Kfifane, Padre Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.

662                       Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 34.

663                       Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de orp Kfifane, Padre Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.

664                       Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 34.

665                       Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de oro Kfifane, Padre Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.

666                       Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 34.

667                       Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de oro  Kfifane, padre Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.

668                       Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 34.

669                       Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de oro Kfifane, Padre Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.

670                       Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 34.

671                       Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de oro Kfifane, Padre Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.

672                       Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p 34.

673                       Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de oro Kfifane, Padre Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.

674                       Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1055, p. 34..

675                       Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de oro Kfifane, Padre Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.

676                       Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 34.

677                       Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de oro Kfifane, Padre Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.

678                       Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 34.

679                       Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de oro Kfifane, Padre Pierre Saade, t. 2, p. 204.

680                       Ebrio de Dios, p. 137.

681                       Reglas de los novicios, p. 137.

682                       Padre Antonio Alwan, Causa de la santidad de Chárbel, p. 105.

683                       Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 42.

684                       Al-Tannuri. p. 4.

685                       Lo oculto develado, p. 133

686                       Al-Tannuri, p. 3.

687                       Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 127.

688                       Constituciones 1732, confesión.

689                       Archivo Bkerke, Patriarca Juan Hage, fol. 17, No. 5227, p. 24.

690                       Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 127.

691                       Al-Tannuri, p. 4-5-

692                       Padre José Hasruni, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 105.

693                       Padre Elías Ehmej, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 158.

694                       Lo oculto desvelado, p. 120.

695                       Padre Antonio Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 228.

696                       Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 43.

697                       Padre Juan Andari,  Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 44.

698                       Padre Antonio Nehme, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 217.

699                       Al-Tannuri, p 5.

700                       Padre Benito Tabet, Causa de la santidad de Chárbel, 1955. p. 12.

701                       Padre Elías Ehmej, Causa de santidad de Chárbel, 1955, p. 159.

702                       Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 62.

703                       El cura párroco Gabriel Gabriel, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 203.

704                       Padre Antonio Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 234.

705                       Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 73-74.

706                       Padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 105.

707                       Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel,. 1926, p. 105.

708                       Padre Antonio Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 231.

709                       Padre Simón Ehmej, Camino de la santidad, año 2, p. 467.

710                       Padre Antonio Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 235.

711                       Ermitaño de Annaya, p. 31.

712                       Padre Simón Ehmej, en Camino de la santidad, año 2, p. 467.

713                       Padre Antonio Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 235.

714                       Ermitaño de Annaya, p. 31.

715                       Padre José Hasruni, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 111.

716                       Diario de Annaya, p. 50.

717                       Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, página 36.

718                       Padre Benito Tabet, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 105.

719                       Ermitaño de Annaya, p. 43.

720                       El cura párroco Miguel Ramia,  Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 72.

721                       Fuad Juri, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 262.

722                       Padre Elías Ehmej, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 161.

723                       Constituciones 1732, Humildad.

724                       Padre Benito Tabet, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 17.

725                       Sebastián Uwaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 7.

726                       Padre Pablo Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 31.

727                       Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, página 37.

728                       Reglas de los novicios, p. 99.

729                       Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, página 37.

730                       Padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 43.

731                       Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 60.

732                       El cura párroco Miguel Ramia, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 72.

733                       Lo oculto develado, p. 131.

734                       Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1026, p. 91.

735                       Padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 42.

736                       Lo oculto develado, p. 131.

737                       Padre Nehemtallah Mechmech, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, página 161.

738                       Padre Benito Tabet, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 20-21.

739                       Padre Juan Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 46.

740                       Padre Antonio Alwan, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 135.

741                       Padre Antonio Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 243.

742                       Padre Elías Ehmej, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 167.

743                       Chebli Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 193.

744                       Juan Hussaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 137.

745                       Obras completas, Teresa de Lisieux, cerf y ddb, 1992, p. 713.

746                       Según el parecer del ermitaño, el Padre Juan Jawand: “la expresión significa que eso es imposible. Los monjes la utilizan cuando se les pide una cosa imposible”.

747                       Entre 1871-1875, Monjes de nuestra Aldea, p. 250.

748                       Es decir, los monjes y los obreros trabajaban en el horno.

749                       Designado consejero general los dos años 1876 y 1878, Monjes de nuestra aldea, p. 209.

750                       Juan Hussaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 137; y padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p 78.

751                       Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 24.

752                       Padre Bernardo Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 131.

753                       Ordenado sacerdote en 1891, muerto En Nuestra Señora del Socorro en 1944, Monjes de nuestra aldea, p. 181.

754                       Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 49.

755                       Juan Hussaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p 137 y padre Bernardo Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 136.

756                       Sebastián Uwaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 6.

757                       Padre Juan Andari, Causa de la canonización de Chárbel, 1955. 48.

758                       Lo oculto develado, p. 130.

759                       Hermano Francisco Qartaba, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 103.

760                       Constituciones 1736, Humildad.

761                       Hermano Pedro Jawad Mechmech, Ermitaño de Annaya, p. 39

762                       Ebrio de Dios, p. 138.

763                       Hermano Pedro Jawad Mechmech, Ermitaño de Annaya, p. 39.

764                       Ebrio de Dios, p. 138.

765                       Hermano Pedro Jawad Mechmech, Ermitaño de Annaya, p. 39.

766                       Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, página 37.

767                       Constituciones 1732, Silencio.

768                       Pedro Moisés, Ermitaño de Annaya, p. 56.

769                       Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 88.

770                       Moisés Moisés, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 69.

771                       Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 55.

772                       Hermano Pedro Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 30.

773                       Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, p. 74.

774                       Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 57.

775                       Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 50.

776                       Marón Abbud, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 98.

777                       Padre Antonio Alwan, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 128-129.

778                       Hermano Elías Mahrini, Ermitaño de Annaya, p. 57.

779                       Pedro Moisés, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 85.

780                       Padre Antonio Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 235.

781                       José Salomón, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 100.

782                       María Chamún, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 95.

783                       Padre Roque Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 105.

784                       Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 123.

785                       Padre Bernardo Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 133.

786                       José Salomón, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 100.

787                       Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 90.

788                       Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 127.

789                       Padre Efrén Nakad, Positio de la  santidad de Chárbel, 1926, p. 126.

790                       Padre Bernardo Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 131.

791                       Padre Benito Tabet, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 6.

792                       Constituciones 1732, Silencio.

793                       Padre Benito Tabet, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 6.

794                       Padre Simón Ehmej, Ermitaño de Annaya, p. 31.

795                       Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 127.

796                       Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 63

797                       Moisés Moisés, Positio de la santidad de Chárbel, 1926p. 70.

798                       Pedro Moisés, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 70.

799                       Padre Elías Mahrini, en Camino de la santidad, año 2 p. 466.

800                       Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, página  76.

801                       Padre Antonio Alwan, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 129.

802                       Padre Bernardo Ejmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 132.

803                       David David, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 67.

804                       Constituciones 1732, Enfermos.

805                       Padre Pablo Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1826, p. 30.

806                       Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, p. 78.

807                       Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 87-88.

808                       Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 56.

809                       Padre Antonio Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.231-232.

810                       Padre Francisco Sabrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 18.

811                       Padre Juan Jai, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 44.

812                       Pedro Moisés, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 85.

813                       Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 23.

814                       Chebli Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 192.

815                       San Ignacio de Antioquía, Carta a los romanos, 6-7.

816                       Puede ser que fuera el cólico renal.

817                       Padre José Hasruni, Positio de la santidad de Chárbe, 1826, p. 109.

818                       Padre José Hasruni, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 106-107.

819                       Padre José Hasruni, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 109.

820                       Padre José Hasruni, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 109-110.

821                       Padre José Hasruni, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 110.

822                       Padre Bernardo Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 132.

823                       David David, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 67.

824                       Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 88.

825                       Moisés Moisés, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 69.

826                       Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, página 37.

827                       Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 78.

828                       Moisés Moisés, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 69.

829                       Carta del padre José Abraham Al-Hasruni al periódico “Al-Tayyar”, según los papeles que estaban en posesión del padre Pedro Abi Yunes, p. 110.

830                       Obras completas, Teresa de Lisieux, p. 684.

831                       Rosa Majluf, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 290.

832                       Padre José Ehmej, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 57.

833                       Padre Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 56.

834                       Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, página 36.

835                       Padre Juan Andari, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 47.

836                       Padre Antonio Alwan, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 133.

837                       Padre Elías Ehmej, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 165.

838                       Padre Antonio Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 238.

839                       Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, página 36.

840                       Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 91.

841                       Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 57.

842                       Ermitaño de Annaya, p. 34.

843                       Padre Salomón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 42.

844                       Padre Antonio Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 236.

845                       Ermitaño de Annaya, p. 35.

846                       El cura párroco Miguel Ramia, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 71.

847                       Marón Abbud, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 98-99.

848                       Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 59.

849                       Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 21.

850                       Padre José Ehmej, Positio  de la santidad de Chárbel, 1926, p. 50.

851                       Padre Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 58.

852                       Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 64.

853                       Padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 42.

854                       El padre Simón Ehmej cuenta una historia semejante que nos ha dejado antes Chebli, publicada en su libro, Ermitaño de Annaya, p. 32-33.

855                       Eso demuestra que el padre Simón de Ehmej fue ermitaño de Annaya, durante un cierto tiempo, antes de ir a Maifuq.

856                       Padre Juan Andari, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 35.

857                       Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 22.

858                       Padre José Ehmej, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 76.

859                       Padre Antonio Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1855, p. 243.

860                       Ermitaño de Annaya, p. 39.

861                       Al-Tannuri, p. 5; Padre Juan Andari, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 46.

862                       Hermano Pedro Hawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, página 36.

863                       Ermitaño de Annaya, p. 39.

864                       Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 59.

865                       Al-Tannuri, p. 5.

866                       Elías Ehmej, Causa de canonización de Chárbel, 1955, p. 165.

867                       Padre José Ehmej, Causa de canonización de Chárbel, 1955, p. 75.

868                       Padre  José Ehmej, Causa de canonización de Chárbel, 1955, p. 77.

869                       Chebli Chebli, Causa de canonización de Chárbel, 1955, p. 194.

870                       Padre Antonio Nehme, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 219.

871                       Padre Antonio Alwan, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 136.

872                       Padre José Hasruni, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 117.

873                       Padre José Hasruni, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 105-106.

874                       Ermitaño de Annaya, p. 30.

875                       El cura párroco Gabriel Gabriel, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, página 204.

876                       Fuad Juri, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 268.

877                       Padre Antonio Nehme, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 219.

878                       Padre José Ehmej, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 68; Padre Benito Tabet, Causa de la canonización de Chárbel, p. 20; Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 60.

879                       Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, página 75-76.

880                       Padre Juan Andari, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 42-43.

881                       Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 21.

882                       Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 88.

883                       Reglas de los novicios, p. 102.

884                       Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 21.

885                       Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 45.

886                       Padre José Hasruni, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 110.

887                       Padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 42.

888                       Padre Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 58.

889                       Padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 42.

890                       Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, página 34.

891                       Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 57-58.

892                       Padre José Hasruni, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 110.

893                       Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 77.

894                       Hace alusión  a propósito de Jesús con Nicodemo, (Jn. 3,9).

895                       Algunas cosas deliciosas.

896                       Al-Tannuri, en Camino de la santidad, No. 10, 1957, p. 666-667.

897                       Padre José Hasruni, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 114.

898                       Padre Antonio Alwan, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 129.

899                       Padre José Hasruni, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 114.

900                       Padre Antonio Alwan, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 129.

901                       Padre José Hasruni, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 114.

902                       Padre Antonio Alwan, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 135.

903                       Padre Pedro Juri Juan Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, página 112.

904                       Padre Antonio Alwan, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 129.

905                       Al-Tannuri, p. 5.

906                       “Palabras de San Chárbel”.

907                       Padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 42.

908                       Lo oculto develado, p. 135.

909                       Padre Juan Andari, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 42.

910                       Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 50.

911                       Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 76.

912                       Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, página 35.

913                       Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 76.

914                       Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, página p. 36.

915                       Padre Antonio Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 235.

916                       Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 76.

917                       Padre Pablo Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 30.

918                       Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 76.

919                       Padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 42.

920                       Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 22.

921                       Padre Elías Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 88.

922                       Padre Elías Ehmej, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 161.

923                       Padre Juan Andari, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 43.

924                       Reglas de los novicios, p. 106-107.

925                       Padre Elías Ehmej, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 161.

926                       Padre Elías Ehmej, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 160-161.

927                       Padre Antonio Nehme, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 216.

928                       Padre Elías Ehmej, Causa de canonización de Chárbel, 1955, p. 160.

929                       Lo oculto develado, p. 138.

930                       Fuad Juri, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 261.

931                       Lo oculto develado, p. 138.

932                       Fuad Juri, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 261.

933                       Lo oculto develado, p. 138.

934                       Oficio divino, tiempo de Navidad, oración de la tarde (vísperas), de la mañana (laudes), USEK, Líbano, 1977, p. 131.

935                       Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 22.

936                       Padre Antonio Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 236.

937                       Padre José Ehmej, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 73.

938                       Padre Elías Ehmej, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 161; y Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 88.

939                       Padre José Hasruni, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 110.

940                       Padre Antonio Nehme, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 215.

941                       Pronunció u votos en Hub en 1822, murió en 1881 en el convento de Annaya, Monjes de nuestra aldea, p. 38-39; diario de Annaya, p. 54.

942                       Pronunció sus votos en Hub en 1819, a la edad de 21 años, muerto en 1877 en el convento de Annaya, Monjes de nuestra aldea, p. 38-39; diario de Annaya, p. 53.

943                       Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 125.

944                       Obras completas, Teresa de Lisieux, p. 714.

945                       Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 45.

946                       Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 58-59.

947                       Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 59.

948                       Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 64-65.

949                       Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 123; Ermitaño de Annaya, p. 80.

950                       Padre Benito Tabet, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 12.

951                       Es el padre Rafael Nakad el que cuenta.

952                       Padre Antonio Nehme, Ermitaño de Annaya, p. 53.

953                       Padre José Hasruni, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 111.

954                       Padre Pedro Yunes quien da testimonio delante de nosotros.

955                       Ermitaño de Annaya, p. 53-54.

956                       Jorge Sassine, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 96.

957                       Padre Roque Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 105.

958                       Jorge Sassine, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 96.

959                       Padre Simón Asunción, Ermitaño de Annaya, p. 85-86.

960                       Jorge Sassine, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 96.

961                       Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 88.

962                       Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 50.

963                       Camino de la santidad, año 2, p. 467.

964                       Al-Tannuri, p. 6.

965                       Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, página p. 35.

966                       El padre Nehemtallah Nehme.

967                       Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 21.

968                       Padre Nehemtallah, Nehme, en Camino de la santidad, año, 1, p. p. 507-508.

969                       Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 21.

970                       Padre Pedro Juri Juan Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, página p. 112.

971                       Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 90.

972                       Padre Pedro Juri Juan Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, página p. 112.

973                       Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 90.

974                       Padre Pedro Juri Juan Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, página 112.

975                       Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 90.

976                       Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 90; y padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 124-125; y padre Antonio Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 237.

977                       Padre Roque Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 105.

978                       Padre Antonio Alwan, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 131.

979                       El cura párroco Gabriel Gabriel, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, página 204.

980                       Chebli Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 191.

981                       Padre José Hasruni, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 112.

982                       Padre Antonio Alwan, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 131.

983                       Padre Elías Ehmej, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 164.

984                       Chebli Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 191.

985                       El cura párroco Gabriel Gabriel, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, página p. 204.

986                       Padre Antonio Nehme, Causa de canonización de Chárbel, 1955, p. 217.

987                       Padre Juan Andari, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 45.

988                       Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 57.

989                       Hermano Elías Mahrini, Ermitaño de Annaya, p. 36.

990                       Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 63.

991                       Ermitaño de Annaya, p. 36.

992                       Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 74.

993                       Padre Luis Blaibel, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 140.

994                       Fuad Juri, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 261.

995                       Hermano Elías Mahrini, en Positio de prohibición de veneración, año 2, página 466.

996                       “Positio de prohibición de veneración”.

997                       Sebastián Uwaini,  Positio de prohibición de veneración, p. 7.

998                       Padre José Ehmej, Positio de prohibición de veneración, p. 51-52.

999                       La falta de aseo muestra la negligencia para con su cuerpo, a fin de evitar tentaciones sexuales.

1000                   La tendencia sexual.

1001                   Padre Pablo Sibrini, Positio de prohibición de veneración, p. 31.

1002                   El cura párroco Miguel Ramia, Positio de prohibición de veneración, p. 71.

1003                   Positio de prohibición de veneración, p. 35.

1004                   Padre Benito Tabet, Positio de prohibición de veneración, p. 20.

1005                   Padre Antonio Alwan, Positio de prohibición de veneración, p. 129.

1006                   El cura párroco Miguel Ramia, Positio de prohibición de veneración, p. 71.

1007                   Positio de prohibición de veneración, Castidad.

1008                   Padre Juan Jaji, Positio de prohibición de veneración, p. 46.

1009                   Padre Ignacio Mechmech, Positio de prohibición de veneración, p. 65; y José Salomón, Positio de prohibición de veneración, p. 100.

1010                   Natividad Chadi, Positio de prohibición de veneración, p. 23.

1011                   María Chamún, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 95.

1012                   Constituciones 1732, Castidad.

1013                   Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 23.

1014                   El “tu”, en árabe, es diferente para el masculino y el femenino. Chárbel, dirigiéndose a las mujeres, usaba el masculino.

1015                   Marón Abbud, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 99.

1016                   Emplea el género masculino.

1017                   Jorge Sassine, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 96.

1018                   Utiliza un imperativo masculino, en árabe.

1019                   Jorge Sassine, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 96-97.

1020                   Fuad Juri, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 264.

1021                   El cura párroco Gabriel Gabriel, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, página 205.

1022                   Padre Antonio Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 242.

1023                   Padre elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 91.

1024                   Chebli Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 192.

1025                   Padre José Hasruni, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 113.

1026                   Padre Elías Ehmej, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 166.

1027                   Padre José Hasruni, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 113-114.

1028                   Padre Simón Ehmej, Ermitaño de Annaya, p. 32.

1029                   Ebrio de Dios, p. 96.

1030                   Padre Simón Ehmej, Ermitaño de Annaya, p. 32.

1031                   Ebrio de Dios, p. 96.

1032                   Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 88; y Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 160.

1033                   Iid Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 116.

1034                   Iid Nakad, Ermitaño de Annaya, p. 71.

1035                   El móvil primordial, en la vida de Chárbel, es el amor. Él obedece a su amadísimo Jesús y a  aquellos que lo representan. Él fue su prisionero. Cerró los ojos para este mundo e hizo callar su lengua para escuchar al Amado. Vivió castamente y se abstuvo de mujeres y de la belleza para serle fiel a Él.

1036                   Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 58.

1037                   Constituciones 1732, Obediencia.

1038                   Ermitaño de Annaya, p.54.

1039                   Sebastián Uwaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 6.

1040                   Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 60.

1041                   Padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 42.

1042                   Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 46.

1043                   Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 51.

1044                   Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 77.

1045                   Padre Luis Blaibel, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 149.

1046                   Al-Tannuri, p. 6.

1047                   Padre Ignacio Mechmech,  Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 65.

1048                   Moisés Moisés, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 78.

1049                   Padre Antonio Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 242.

1050                   Padre Antonio  Nehme, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 219.

1051                   Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 91; Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 166; y cf. Lo oculto develado, 124.

1052                   Padre Antonio Chebli, Causa de canonización de Chárbel, 1955, p. 242.

1053                   Padre José Hasruni, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 114.

1054                   Padre Antonio Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 242.

1055                   Padre José Hasruni, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 114.

1056                   Padre Antonio Chebli,  Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 242.

1057                   Padre José Hasruni, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p  114.

1058                   Padre Antonio Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 242.

1059                   Padre José Hasruni, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 114.

1060                   Padre Antonio Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 242.

1061                   Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 51.

1062                   Marón Abbud, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 99.

1063                   Padre Francisco Sabrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 21.

1064                   Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 75.

1065                   Padre Francisco Sabrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 21.

1066                   Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 75.

1067                   Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 45.

1068                   Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 88.

1069                   Padre Elías Ehmej, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 159.

1070                   El consejero de la región de Biblos.

1071                   Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 21.

1072                   Padre Antonio Alwan, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 129.

1073                   José Jalife, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 276.

1074                   Padre Juan Andari, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 42.

1075                   Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 75.

1076                   Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 45.

1077                   El cura párroco Gabriel Gabriel, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, página 203.

1078                   Sebastián Uwaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 6.

1079                   Hermano Francisco Qartaba, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 102.

1080                   Chebli Chebli , Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 190.

1081                   El cura párroco Miguel Ramia, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 71.

1082                   Padre Elías Ehmej, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 160.

1083                   Padre Antonio Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 231.

1084                   Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, página  37.

1085                   Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 76.

1086                   David David, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 67.

1087                   Padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 43.

1088                   Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, página. 37.

1089                   María Chamún, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 95.

1090                   Padre Pablo Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 29.

1091                   Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 59.

1092                   Padre Antonio Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 231.

1093                   Padre Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 59.

1094                   Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 76.

1095                   Padre Antonio Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 231.

1096                   Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 65.

1097                   Lo oculto develado, 138.

1098                   José Salomón, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.101.

1099                   Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 50.

1100                   José Jalife, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 280.

1101                   Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 65.

1102                   Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 46; y padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 43.

1103                   Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 78.

1104                   Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 90.

1105                   Padre Pablo Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 31.

1106                   Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 24.

1107                   Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 124.

1108                   Padre José Ehmej, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 68.

1109                   Chebli Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 196.

1110                   Ermitaño de Annaya, p. 97.

1111                   El cura párroco Miguel Ramia, Camino  de la santidad, año 1, p. 462.

1112                   Padre Nehemtallah Nehme, Ermitaño de Ennaya, p. 52.

1113                   Reglas de los novicios, p. 95.

1114                   Ermitaño de Annaya, p. 64.

1115                   Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 126.

1116                   Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 62.

1117                   Padre Elías Ehmej, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 159.

1118                   Padre Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 58.

1119                   Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 62.

1120                   Padre José Hasruni, Historia de los conventos de la región de Biblos, nota de la página467.

1121                   Padre Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 58.

1122                   Durante las 24 horas hay 7 tiempos para el oficio divino. El oficio de media noche comprendía cuatro partes. Se rezaban en el breviario, el libro de fiestas, el de cuaresma y el de la Semana Santa.

1123                   Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 21.

1124                   Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 45.

1125                   Padre Pablo Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 30.

1126                   Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 45.

1127                   Padre Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 58.

1128                   Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 75.

1129                   Padre Roque Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 105.

1130                   El cura párroco Gabriel Gabriel, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, página  204.

1131                   Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, página 34.

1132                   Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 62.

1133                   Padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 41.

1134                   Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 44.

1135                   Padre José Hasruni, Positio de la santidad de Chárbel 1926, p. 110.

1136                   Padre Juan Andari, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.46.

1137                   Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 75.

1138                   Lo oculto develado, p. 133-134.

1139                   Padre Juan Jaji, Positio  de la santidad de Chárbel, 1926, p. 44; y padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 49.

1140                   Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 58.

1141                   Padre Pablo Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 31.

1142                   Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 64.

1143                   Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 49.

1144                   Padre Antonio Alwan, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 129.

1145                   Sebastián Uwaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 4.

1146                   Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 50.

1147                   Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, página 35.

1148                   Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 62.

1149                   Sebastián Uwaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 6.

1150                   Sebastián Uwaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 4.

1151                   Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 76.

1152                   Padre Roque Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 105.

1153                   Reglas de los novicios, p. 110-111.

1154                   Obras completas, p. 713.

1155                   Juan Jaisi, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 118.

1156                   Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 56.

1157                   José Salomón, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 100.

1158                   Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 76.

1159                   Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 75.

1160                   Padre José Hasruni, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 109.

1161                   Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 62.

1162                   Era una costumbre de las hermanas de nuestra Orden, la rama femenina, de confeccionar estos escapularios para distribuirlos entre los fieles; Ermitaño de Annaya, página 87, nota 1.

1163                   Los monjes son apodados, los monjes de Kozhaya, por pertenecer a este famoso convento. Es, en efecto, uno de nuestros más grandes conventos en el Líbano; Ermitaño de Annaya, p. 87, nota 2.

1164                   Hermana Muyahida Al Jayassi, Ermitaño de Annaya, p. 87-88; pronunció su votos el 20 de octubre de 1889; Diario de Áitu, p. 14; muerta el 2 de enero de 1945; Diario  de Áitu, p. 166, No. 44.

1165                   Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 62.

1166                   Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, página 39-40.

1167                   Al Tannuri, en Camino de la santidad, 1957, No. 10, p. 665-666.

1168                   Padre José Hasruni, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 108.

1169                   José Abbud, Ermitaño de Annaya, p. 37.

1170                   José Jalife, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 277; y Fuad Juri, Causa de la canonización de Chárbel 1955, p. 268-271.

1171                   Antonio Moisés se casó el 24 de febrero de 1889, Registro de Ehmej, p. 67, No. 98;  tuvo una niña el 7 de diciembre de 1889, Registro de Ehmej, p. 39, No. 144.

1172                   Sebastián Uwaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 14; Y padre José Ehmej, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 78.

1173                   Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, página 35.

1174                   Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 45.

1175                   Padre Antonio Alwan, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 129.

1176                   El cura párroco Gabriel Gabriel, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, página 202.

1177                   Padre Antonio Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 234.

1178                   Al-Tannuri, p. 3.

1179                   En el texto original figuran las palabras siríacas “Oh Padre de la verdad”.

1180                   Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 58.

1181                   Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 64.

1182                   Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 64.

1183                   Al-Tannuri, p. 3.

1184                   Padre Elías Ehmej, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 159.

1185                   Padre Antonio Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 234; y Fuad Juri, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 261.

1186                   Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 45.

1187                   Padre Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 58.

1188                   Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 64.

1189                   Padre Antonio Alwan, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 129.

1190                   Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 89.

1191                   Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 58.

1192                   Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 75.

1193                   Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 64.

1194                   Al-Tannuri, p. 4.

1195                   Paddre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 50.

1196                   Padre Antonio Alwan, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 129.

1197                   Al-Tannuri, p. 3.

1198                   Padre Antonio Nehme, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.p. 215; y Chebli Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 190; padre Juan Andari, p. 41; y padre Antonio Nehme, en Camino de la santidad, año 1, p. 507-508.

1199                   Padre Antonio Nehme, en Camino de la santidad, año 1, p. 507-508.

1200                   José Abbud, Ermitaño de Annaya, p. 97.

1201                   José Abbud, Ermitaño de Annaya, p. 97.

1202                   Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 57.

1203                   Padre Pablo Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 30.

1204                   Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 124.

1205                   Según la edad del padre José, en los Monjes de nuestra aldea, p. 39, la desbandada de las langostas tendría lugar en 1886.

1206                   Reparticiones administrativas en los distritos del tiempo del gobierno otomano, en la época de Mutasarrifia.

1207                   Padre José Ehmej, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 68.

1208                   Padre Juan Andari, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 52.

1209                   Padre José Ehmej, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 68; y padre Bernardo Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 132.

1210                   Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, página 39.

1211                   Sebastián Uwaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 14.

1212                   Padre José Hasruni, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 108.

1213                   Reglas de los novicios, p. 111-117.

1214                   Padre Simón Ehmej, Ermitaño de Annaya, p. 29.

1215                   Pedro Moisés, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 84.

1216                   Pedro Moisés, Ermitaño de Annaya, p. 56.

1217                   Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 45.

1218                   Pedro Moisés, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 84.

1219                   Pedro Moisés, Positio de la santidad de Chárbel, 1026, p. 85.

1220                   Moisés Moisés, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 69.

1221                   Pedro Moisés, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 85.

1222                   David David, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 67.

1223                   Padre Bernardo Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 132-133.

1224                   Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 21.

1225                   Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 88.

1226                   Sebastián Uwaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 5.

1227                   Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 88.

1228                   Padre Antonio Alwan, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 129.

1229                   Padre José Hasruni, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 110.

1230                   Padre Pablo Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 30.

1231                   Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 45.

1232                   Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, página 75.

1233                   Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 64;  padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 88; y padre José Salomón, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 100.

1234                   Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 21.

1235                   Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, página 37.

1236                   Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 127.

1237                   El cura párroco Miguel Ramia, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 71.

1238                   María Chamún, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 94.

1239                   Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, página, 34.

1240                   Eliseo Nakad, Positio de la foto de Chárbel, p. 3.

1241                   Al-Tannuri, p. 4.

1242                   Padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 42.

1243                   Sebastián Uwaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 4-5.

1244                   Sebastián Uwaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 5.

 
 
 

pure software code